Aitor Echeverría: “La película plantea cómo tenemos que cuidarnos unos a otros”
'Desmontando un elefante', su ópera prima
Aitor Echeverría cuenta con una extensa trayectoría profesional ligada al audiovisual como director y como director de fotografía en películas, series o cortometrajes. Desmontando un elefante es su ópera prima, que llegará a los cines en enero de 2025, pero que ya ha podido disfrutarse en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Una historia que tiene como trasfondo la incomunicación en las familias, de los cuidados o de cómo afrontar los problemas, y todo ello impregnado por un mensaje de esperanza. En su reparto cuenta con Natalia de Molina, Emma Suárez, Dario Grandinetti o Alba Guilera.
Desmontando un elefante es tu ópera prima. Un proyecto que ha llevado un proceso de quince años, ¿cómo ha sido desde que tienes la idea hasta que finalmente ha sido proyectada al público en el Festival de Sevilla?
Todo surge porque en 2009 hice un cortometraje como director, Morir cada día. Ya hablaba de una familia en una situación muy concreta. A partir de ese corto que fue muy bien, ganó dos premios Versión Española y se vio en muchos festivales, yo quería continuar con esa familia, y empecé a trabajar en el guion. Con el guion, fuimos buscando productoras hasta que encontramos a Arcadia. Mientras tanto pasó la vida. Yo seguía trabajando en otras cosas, soy director de fotografía, y tenía el empeño de hacer esta película. Al final conseguí la productora adecuada, el casting, y aquí estamos.
La película nos habla de un tema muy complejo como son las adicciones. Pero por otro lado, nos encontramos también con la dificultad de las familias para relacionarse y comunicarse entre sus miembros.
En esta familia la problemática es la adicción, el alcoholismo de la madre en este caso. Pero sí que estoy de acuerdo contigo, la peli va más allá. Podría ser otra enfermedad, otra dificultad, otras circunstancias… La peli de lo que habla es de la incomunicación y de la dificultad de esa familia para relacionarse, quererse y cuidarse. Creo que la peli plantea eso de cómo tenemos que cuidarnos unos a otros. Hasta qué punto uno puede estar cerca de alguien, y eso quiere decir que le cuida, o si toma distancia cómo le va a ayudar. La peli no da una respuesta a eso, simplemente plantea esa situación. Deja mucho espacio al espectador, para que cada uno proyecte un poco ahí su vida.

Fotografía de Patandi

Creo que es un final que nos dice que las cosas no van a ser fáciles, pero que están mejor que antes, cuando el elefante no se veía
Aitor Echeverría, director de 'Desmontando un elefante'
El final de la película se podría decir que queda abierto a lo que cada uno quiere interpretar, ¿no?
En la presentación de la película en el festival hice una pregunta al público para ver qué les parecía. Si lo habían vivido como algo esperanzador o como más negativo. Y la mayoría de las personas levantaron la mano en que era positivo. Y coincide un poco con mi intención. Creo que es un final que nos dice que las cosas no van a ser fáciles, pero que están mejor que antes, cuando el elefante no se veía. La peli lo que trata de visibilizar es ese elefante, y a partir de ahí puedes hacer algo. Lo que está claro es, que mientras que no se vea el elefante, no se va a solucionar nada.
En el personaje de Blanca (Natalia de Molina) vemos reflejado el papel que juegan las familias, cómo sufren también acompañando y ayudando a los enfermos. Además con una interpretación muy potente.
Es muy interesante lo de Natalia. El tema de la adicción ha sido tratado, es conocido, pero el de la coadicción, que es la enfermedad que desarrollan los seres queridos de la gente que es adicta, no tanto. Y me parecía súper interesante. Es como las arenas movedizas. Cuando hay arenas movedizas quizás no es una buena idea meterse con alguien atascado, es mejor tomar algo de distancia y tirar una cuerda quizás. La peli plantea eso. Hasta qué punto hay que acercarse a su ser querido para echarle una mano.

Fotografía de Patandi
En relación con la pareja protagonista, tenemos a Emma Suárez que interpreta a Marga, la madre, y a Natalia de Molina, que es Blanca, la hija. Ambos personajes tienen una relación que se percibe como muy dependiente la una de la otra, muy complicada, como decíamos. Y las dos nos han regalado unas actuaciones increíbles, ¿cómo ha sido el trabajo con ellas?
Quizás es un poco tópico, pero es que ha sido un placer. He encontrado dos maravillosas actrices, que ya lo sabía. Pero a nivel personal se han implicado en el proyecto, han confiado mucho en el guion y en mí, y eso para un director que empieza, que hace su primera película, es vital. Me siento muy agradecido de lo que han hecho. También hay un trabajo muy extenso de preparación. Soy un tío muy exhaustivo, me gusta que todo esté muy avanzado y preparado, y me reuní con ellas para hacer lecturas de guion años antes de rodar. Todo el proceso de Natalia de danza, que es muy interesante para crear el personaje, se fue cocinando a fuego lento. Y con Emma, también. Fuimos a terapias de adictos, ya que me interesaba que pudieran conocerlas de primera mano. Muy contento. Con el resto del elenco también. Con Darío Grandinetti y Alba Aguilera, que son el resto de la familia, también hicieron un trabajo muy bonito de construir ese grupo.
Respecto a la música, en la obra que prepara Blanca con su compañía de danza, escuchamos extractos de Las cuatro estaciones, de Vivaldi, ¿fue intencionado poner esta pieza?
Sí, claro. A mí me gusta el ‘Verano’, que es lo que se escucha. Y durante la última fase del guion estaba un poco obsesionado con esa pieza, me la ponía mucho. Quería ponerla, pero quedaba muy evidente. Quizás sea de las piezas de música clásica más conocidas. Coincidí con un amigo que es compositor, y me habló de Max Richter, que tiene unas variaciones de esa pieza. Y nos encantó. Se lo pasé a la productora, y a los dos nos encantó. Es el ‘Verano’ de Vivaldi, pero no acaba de serlo. Creo que está bien porque como espectador reconoces la música, pero te lleva a otro lugar también.
En la película vemos dos elementos muy relevantes a nivel artístico, como son la danza y la arquitectura, ¿qué papel juegan ambas en esta historia?
Creo que es muy interesante cómo la danza consigue explicar todo aquello que siente el personaje de Blanca, y cómo se utiliza a nivel dramático. Son secuencias en las que no para la narración, sino que es al revés. Te colocas en un lugar más interior de Blanca. La arquitectura es el trabajo de Marga. Me interesaba mostrar esas dos imágenes. Por un lado, la arquitectura que pretende ser algo sólido, construir cosas que perduren… En cambio, el personaje de Emma Suárez es alguien que está desfondado. Sin embargo, Blanca, que es bailarina, tiene que tener mayor movimiento, más libertad, pero está congelada, está totalmente estancada en su vida.