La trayectoria literaria de Inmaculada Lergo, natural de Sevilla, es digna de aplauso, desde su condición tanto de escritora como de crítica literaria o editora. Ahora nos muestra su lado lírico a través del poemario El cuerpo del veneno (Point de lunettes, colección esquenocomo-serie azul: poesía n° 68, 2020).
Una obra íntima abierta a los demás
33 poemas que van desde el endecasílabo y el heptasílabo con rima asonante al soneto, el romance o el poema en prosa. La contemplación de la realidad (‘Acinesia’) y la introspección (‘Impostura’) comulgan en una obra que se asoma a los contrastes del mundo y de la vida (««Así es la vida», dicen/todos, «hay que gozar mientras nos dure»«: el dolor y la alegría, la maldad o el amor (‘Felicidad’, ‘Amar en los hoteles’, ‘El invitado’…), así como a la necesidad del acto mismo de escribir.

Inquietud literaria
Inmaculada Lergo cursó estudios de Filología y de Geografía e Historia. Su inquietud le ha llevado a ser asimismo miembro de la Academia Peruana de la Lengua (desde 2013), especializándose en literatura peruana e hispanoamericana. Publicaciones suyas han sido editadas sobre escritores peruanos, entre otros, como César Vallejo, Carlos Germán Belli y Rosa Arciniega. En su ingente actividad, también se encuentra su experiencia como profesora de instituto y de la Universidad de Sevilla.
Un trabajo con dedicatorias
Inmaculada Lergo ha querido ser copartícipe de El cuerpo del veneno a personalidades que forman parte de su obra y vida, dedicando algunos de sus poemas, como María Jesús Casermeiro (‘Coraza’), Fran Cruz y Chari Acal (‘Otros planes’), Antonio Carvajal, Ana Mazo (‘Holograma’), Salud Perdiguero, José Miguel González Soriano, Santiago Castelo (‘La fruta verdadera’), Fátima Carrillo (‘Otoño’), Edda Armas (‘Dragones’), Abelardo Linares (‘El invitado’) y Eduardo Chirinos (‘Oleaje’).