'Alberto Montt: “Es imposible no familiarizarte con los gatos cuando los entiendes”'

Solo necesito un gato. Pero no es recíproco fue publicado en 2019 por el ilustrador (y amante de los gatos), Alberto Montt. Pero no llegó a las librerías españolas hasta la primavera del 2021 por Planeta. Es una pieza que nace para el disfrute de los obsesos de estas pequeñas fieras, y que provoca risas en cada página. En esta redacción, en la que habitan tres gatos, somos grandes fans de ellos, por lo que no queríamos perder la oportunidad de compartir impresiones felinas con el autor chileno. 

Solo necesito un gato (Alberto Montt, 2021)

¿Cómo nace Solo necesito un gato?

Es gracioso porque empezó como un juego. Estábamos en el festival de gráfica de Angulema (Francia), y yo estaba con mi editor chileno. Me dijo “estamos preparando un libro que se llama ‘Solo necesito un perro’. Es una especie de guía con historietas sobre cómo cuidar a tu perro ¿Te gustaría tenerlo?”. Le contesté, “La verdad no, porque a mí los perros no me interesan nada. Si fuese de gatos, quiero catorce” [risas]. Me dijo que nadie había hecho uno de gatos, y le dije que yo lo hacía, pero me daba de plazo un mes. Se lo hice, sólo le puse una condición, que tenía que tener el mismo nombre, porque quería competir con ese libro. Me dio la aprobación y me puse con él. Cuando ya tenía el libro pensé, “¿y si en realidad necesito un gato, pero el gato no me necesita?”. Por eso se llama Solo necesito un gato. Pero no es recíproco. Todos los que amamos a los gatos sabemos que no es recíproco. 

¿Cuál fue tu primera experiencia con los gatos?

Desde muy chico viví rodeado de gatos. No en mi propio hogar; mi viejo es de perros. Pero mis tías, mi madre tiene dieciséis hermanos, y todas ellas siempre tenían gatos. La muerte de un gato era luto generalizado en la familia. Creo que cualquiera que creció con gatos y comienza a entenderlos, se familiariza (en la medida de lo posible) con cómo funcionan sus cabezas, y es imposible no admirarlos. Son unos bichos perfectos, son hermosos, huelen bien. Cualquiera que ha vivido con un perro sabe lo bien que huele un gato [risas]. Pienso que la obsesión parte de ahí, un poco heredada, un poco adquirida con el tiempo…

Hablas de la gatofilia y das algunas claves de cómo reconocerla. Una vez que conoces a un gato, ¿ya no hay marcha atrás?

Claro, y si tienes la mala pata de conocerlo cuando es un cachorrito, cuando es un mini gato, ahí estás frito. Es imposible no amar un gato bebé. Son graciosos, son divertidos… Además hay mucha literatura al respecto. Este constante peligro también es encantador. Es dentro de las mascotas, de las normales, es la que mejor refleja cuán destructivos somos. Tenemos un bicho que en cualquier momento te puede destruir la garganta de un salto. Si te pones a pensar, y lo tienes que saber bien, cuando empiezas a relacionarte con un gato, entiendes mejor cómo relacionarte con la gente, porque justamente hay un respeto que requieren de ti. Es algo que uno tendría que tener cuando vive en comunidad. Esa sensación de voy a acercarme sólo si él quiere. Los perros, y no quiero seguir echando tierra sobre los pobres perros [risas], pero ese servilismo nunca me gustó. Esa cosa de que te estén esperando cuando llegas. Y eso es lo que me gusta de los gatos. 

Parece que ahora hay una tendencia a tener gato, y en Instagram se suele ver mucho, ¿crees que se trata de una moda o que verdaderamente al gato se le está conociendo más y se le da su sitio, es más respetado?

Ha habido una explosión en este año y medio de pandemia. Siento que mucha gente que vivía sola encontró en el gato la posibilidad de entregar afecto táctil, que nos fue privado en este tiempo. Sí creo que hubo un boom en la adopción de gatos. Respecto a lo que vos dice, también pienso que las redes sociales han servido mucho para promover el gato. Porque el gato, si bien siempre formó parte de las familias, ha tenido fama de traicionero, de demasiado independiente, de callejero… En el campo no tiene ningún valor, es caza ratones, mientras que el perro siempre fue más de compañía. Las redes sociales han ayudado a promover el espíritu gatuno, a pesar de lo que se esfuerza la industria del cine y la literatura en menoscabar la honra de los gatos, donde es el malo. Pero al final siempre triunfa. Es fácil darse cuenta cuán brutal es el sexapil que tienen los bichos esos.    

Este es un libro que te saca una sonrisa en cada página porque es verdad lo que cuentas. Como compañero de un gato te reconoces a ti mismo y a él. ¿Este libro va dirigido a este público?

Creo que sin duda es un libro más para amantes que para gente que no ha tenido un gato nunca. No creo que alguien que no tenga gato lea el libro y diga, “quiero conocer a este tipo de animales”. De hecho, me aventuro a pensar que una persona que odie los gatos y lea el libro, va a pensar que tenía razón [risas]. Pensarán, “si esto es verdad, ¿para qué quiero a un bicho que me llene de pelos o que se tumbe sobre mí y no me pueda levantar?”. Creo que sería contraproducente regalarle esto a alguien al que no le gustan los gatos. Y a quien tenga gatos o tenga afinidad con ellos, les va a volar la cabeza. 

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