Donde habita la memoria
(Antonio García Barbeito, 2024)
El pasado año, Antonio García Barbeito volvió a publicar un libro; un libro basado en su memoria, en sus recuerdos de niño y adolescente, radicado en su Aznalcázar natal, y sobre la base de su sabiduría popular. Porque el escritor y periodista aznalcazareño, ginense de adopción, es el portavoz de una cultura que el tiempo y la modernidad hicieron desaparecer. Pero él, gracias a su verbo fluido y la riqueza de su vocabulario se ha erigido en adalid de un tiempo pasado que dejó una huella indeleble en quienes lo conocieron. Saber popular.
Son recuerdos almacenados en la memoria. 105 capítulos escritos con su impecable prosa poética y recopilados en una obra merecedora de ser leída y custodiada con sumo celo. Donde habita la memoria (Almuzara) ha sido escrita para el regocijo de quienes sabemos de qué habla el autor y el aprendizaje de las generaciones que no fueron partícipes de cuanto narra Antonio García Barbeito con su riqueza habitual.
Donde habita la memoria es una manera de disfrutar de la elegante literatura de Antonio García Barbeito, pero a la vez supone la recuperación de una parte de la historia, de palabras en desuso por mor de los cambios sociales y de la evolución de las costumbres de una sociedad que guardaba luto en su indumentaria por la muerte de un familiar, que esperaba a las vísperas de forma escrupulosa sin adelantarse a las fechas prescritas (vivir cada momento en su preciso momento), y que disfrutaba la vida con dificultades, pero saboreando cada día, como paladeando cada instante.
Es difícil hablar de un escritor y periodista de tan larga y edificante carrera profesional sin caer en la reiteración. Antonio García Barbeito subraya su estilo rico en vocabulario y saber hacer, logrando que la literatura sea un medio para transmitir sentimientos, belleza y, claro está, como se ve en ciertos pasajes de Donde habita la memoria, sentido crítico. El libro lleva una dedicatoria en cada capítulo a personajes que han pasado por la vida del escritor de Aznalcázar. También podríamos decir que la obra tiene tintes autobiográficos, a la vez que nos acerca a la historia de la localidad donde nació. Aunque, fiel a su bella lírica y a su sello personal con la prosa, también se podría decir que es una guía sentimental de Aznalcázar a través de su gente.
Hablar o escribir sobre el pasado nos lleva inevitablemente a la nostalgia, por lo que los cambios sociales y las ausencias (¡ay, las ausencias!) nos arrebatan. Pero el poder de la palabra de Antonio García Barbeito nos reconcilia con ese paso inexorable y, a veces cruel, del tiempo.
Haciendo un alarde del conocimiento que posee de terminos propios del ámbito rural, Antonio García Barbeito nos lleva a leer su obra con un diccionario a mano. No por la dificultad de entenderle, sino por el ansia que genera el deseo de saber el significado de esas palabras y términos, muchos en desuso, que desconocemos los urbanitas. Pero su gusto por el buen saber del vocabulario y sus orígenes fijados en Aznalcázar, y posteriormente en Gines, le han enriquecido a unos niveles casi inalcanzables por cualquiera. Bellos paisajes rurales son combinados con la dureza del trabajo en el campo (‘Campo de junio’); Años duros (‘Hambre cantada’), aunque en cierto modo con una infancia feliz, a la que las carencias no les impedían a los niños crecer en libertad, haciendo uso de la imaginación para sobrevivir a esas penurias.
Dentro de esta línea temporal marcada por Antonio García Barbeito en Donde habita la memoria, asistimos a la evolución, o la involución, según se mire, de una sociedad que por fuerza tenía que cambiar (‘Extravagancia’). Han sufrido muchas modificaciones nuestros hábitos sociales, y el concepto del tiempo, demasiado, para bien y para mal (‘Julio’ o ‘La palabra’); el luto se vive de otra manera, y la diferencia entre la vida y la muerte, como refleja en ‘La lista’ o en ‘Justo’, nos hacen ver el lado efímero de las cosas.