'Javier Cercas: “Francisco representa una visión de la religión compatible con una sociedad laica”'

Javier Cercas: “Francisco representa una visión de la religión compatible con una sociedad laica”

El autor presenta su nuevo libro

Javier Cercas ha compartido con la prensa los detalles e impresiones de su nuevo libro, El loco de Dios en el fin del mundo.
El loco de Dios en el fin del mundo es la última obra publicada por Javier Cercas. Editada por Random House, el escritor extremeño, de Ibahernando (6 de abril de 1962) ha escrito un libro basado en el viaje realizado a Mongolia con la comitiva que acompañó al papa Francisco.

Cuando Javier Cercas se encontraba firmando libros en el Salone del Libro de Turín en mayo de 2023 estaba muy lejos de pensar que un representante del Vaticano le iría a proponer acompañar al papa Francisco y su comitiva nada menos que a Mongolia y escribir un libro acerca de ese viaje… sobre la Iglesia o lo que él quisiera. En realidad, no se trataba de un encargo, le explicó Lorenzo Fazzini, responsable de la editorial de la Santa Sede, sino que, por primera vez, el Vaticano le abría sus puertas a un escritor dándole libertad total, y las facilidades necesarias, para hablar con quien quisiera y preguntar lo que quisiera. Y se las abría, precisamente, a un ateo confeso, anticlerical y laicista militante. Sin salir de su asombro, Javier Cercas quiso saber si eso significaba que podría conversar unos minutos a solas con el papa: una pregunta que se transforma, al instante, en la condición para aceptar la insólita propuesta. 

Tres meses más tarde, a finales de un agosto caluroso, Javier Cercas se instala en las inmediaciones del Vaticano, en un hotelito propiedad de unas monjas. Antes de viajar rumbo a Mongolia, Fazzini le ha concertado entrevistas con gente próxima a Francisco: un jesuita considerado el intelectual de cabecera del papa, un cardenal poeta, el teólogo al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, antigua Inquisición, el director editorial de los medios de comunicación del Vaticano y varios vaticanistas. En conversación con ellos, el escritor español se va adentrando en el laberinto de la doctrina católica y la dimensión política de una institución de inmensa influencia, cuyo Sumo Pontífice parece ser una figura poliédrica, escurridiza. Jorge Bergoglio es el papa que llega a Roma desde la periferia latinoamericana, decidido a ver el mundo desde sus márgenes, a combatir el clericalismo y a poner a la misericordia en el centro de la Iglesia; pero es también un religioso de controvertido pasado, retratado por los jesuitas argentinos en los años setenta como un hombre autoritario, personalista y manipulador, y tiempo después, como un arzobispo que se desvive por asistir a los pobres en una Argentina en crisis.

¿Qué hay de cierto en todas estas versiones? ¿Quién es realmente el papa que ha tomado su nombre de Francisco de Asís, el loco de Dios? ¿Su papado constituye una revolución en el seno de la Iglesia? ¿Cómo lidia con los escándalos de abusos sexuales y corrupción, la pérdida de fieles o el debate por la abolición del celibato? ¿Y por qué viaja a Mongolia, un país donde solo hay mil quinientos católicos y el cristianismo es poco más que una excentricidad? Son innumerables las preguntas que surgen cuando las puertas del Vaticano se abren, y la mayoría de ellas no tienen que ver con la religión. Pero si Javier Cercas acepta viajar con Francisco a Mongolia es para hablar con él acerca de la vida eterna y la resurrección de la carne; o en otros términos, para preguntarle si sus padres se reencontrarán más allá de la muerte, y transmitirle, palabra a palabra, la respuesta del papa a su madre, una devota católica llegando al final de su vida. Empujado por el misterio de la trascendencia y el ansia de inmortalidad, el escritor, un loco sin Dios, se embarca entonces en una extraordinaria aventura siguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo.

Claves de la obra

Que el Vaticano abra sus puertas de par en par a un escritor es algo, sin duda, excepcional. Que las abra, además, a un escritor ateo, anticlerical y laicista se podría decir que linda con la locura. “¿Se han vuelto ustedes locos o qué?”, fue lo primero que Javier Cercas atinó a responder cuando, en medio del Salone del Libro de Turín, un representante de la Santa Sede le hizo una propuesta tan desconcertante como difícil de rechazar. Estar a la altura de este privilegio inédito se convirtió entonces en una obsesión para el escritor que, semanas más tarde, mientras escuchaba la música de Bach bajo los frescos de Miguel Ángel durante una recepción en la Capilla Sixtina para creadores de todo el mundo, comprendió que si decidía embarcarse en la rara aventura que le proponían, debía escribir un libro distinto: “un batiburrillo de géneros en cuyo corazón centellearan, como pedazos ardientes de lava en un cráter activo, la resurrección de la carne y la vida eterna”. Porque, ¿un experimento alegre y chiflado no es acaso la forma más lúcida de solidarizarse con la demencia del loco de Dios?

En Asia, para ser misionero, tienes que jugártela

Novela sin ficción, El loco de Dios en el fin del mundo supone el regreso de Javier Cercas a su línea literaria más personal, la de obras como Anatomía de un instante o El impostor. La crónica y el ensayo, la biografía y la autobiografía se entrecruzan en un libro compuesto, a su vez, como una suerte de relato detectivesco que gira en torno a la figura de Jorge Bergoglio y un misterio irresoluble: la promesa de eternidad y de la existencia de un más allá en el que, entre tantas cosas, una madre podría reencontrarse con el marido que perdió. Toda novela, escribió Javier Cercas en un artículo a propósito de El impostor, es la formulación de una pregunta cuya respuesta, si existe, no es inequívoca. Una pregunta que, en este caso, va y viene de lo íntimo -el mensaje que un hijo quiere transmitirle a su madre anciana- a los fundamentos mismos de la fe cristiana: la creencia en la resurrección de la carne o, dicho de otro modo, un ansia de inmortalidad tan profunda e intrínsecamente humana que conduce a creer en una divinidad que satisfaga ese deseo. Educado en el catolicismo, Javier Cercas pierde la fe en la adolescencia, cambiando la religión por la literatura después de leer a Miguel de Unamuno, y ahora, en el interior mismo del Vaticano, encarna al loco sin Dios, una figura inspirada en El loco, de Friedrich Nietzsche, y aquel hombre que corre gritando que Dios ha muerto y nosotros lo hemos matado.

En un momento en el que el papa solo es noticia por cuestiones políticas, los escándalos de la Iglesia o sus problemas de salud, el loco sin Dios llega al Vaticano, paradójicamente, con un interrogante de orden religioso que, al parecer, nadie formula y actúa como motor de una investigación que, de Roma a Ulán Bator, enlaza el enigma de la vida eterna con los secretos de Jorge Bergoglio y una institución que, después de dos mil años de historia, sigue en pie: un auténtico milagro, si pudiera creer en milagros, matiza con ironía el narrador. Con un rebaño de dos mil doscientos millones de católicos, la Iglesia, sin embargo, parece estar atravesando un tiempo de crisis, en el que los fieles disminuyen, la vocación sacerdotal mengua y los casos de abuso sexual y corrupción dañan la imagen pública de la institución y provocan divisiones internas. O esa es la percepción que se tiene desde Europa y el centro del poder papal, porque yendo hacia la periferia, como acostumbra a hacer Francisco, lo que Javier Cercas encuentra es una realidad muy distinta.

En Asia, para ser misionero, tienes que jugártela. Tienes que cambiar por completo. Tienes que renovarte”, dice el padre Giovanni, un religioso con aire de forajido de western que conoce en Mongolia. De la mano de este hombre, y de otros misioneros y misioneras con los que conversa, el autor se adentra en un mundo donde los católicos son una minoría apenas tolerada y la Iglesia es considerada una ONG. Viajar a Asia, en cierta medida, es ir a los orígenes del cristianismo, a la idea de una secta excéntrica, incluso perseguida, aunque la mayoría de vaticanistas insistan en que el viaje responde, ante todo, a cuestiones de geopolítica, es decir, a la tensa relación entre el Vaticano y China. A los periodistas les da la razón un gesto imprevisto del papa durante la misa multitudinaria que se celebra en Ulán Bator, pero no deja de ser cierto que, tras la elección de Mongolia como destino, también está la voluntad de Francisco, política y religiosa, de ver el mundo desde la periferia -a él, al fin y al cabo, lo fueron a buscar al fin del mundo, como dijo en su discurso al ser nombrado papa y su apoyo a los misioneros y una concepción de la Iglesia más próxima al hospital de campaña y a la comunión de fieles que a las jerarquías clericales.

¿Francisco y Jorge Bergoglio son la misma persona?

En el centro de la Iglesia de Francisco están los valores jesuitas, están los pobres y la periferia: eso sale a relucir en los diálogos que Javier Cercas tiene en el Vaticano con diversas personas, religiosas y laicas, cercanas al papa. Según el padre Spadaro, director de la revista La Civiltà Cattolica, y el cardenal Tolentino, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, misericordia y discernimiento son las dos nociones clave para entender la concepción de la fe católica de un papa alrededor del cual Javier Cercas da vueltas concéntricas mientras continúa indagando en el misterio de la resurrección de la carne. De ribetes espirituales y metafísicos, y también políticos, las conversaciones que tiene durante su estancia en Roma lo llevan a asomarse a la frontera, a veces resbaladiza, entre la razón y la fe, a la par que va reuniendo piezas que ayudan a pensar las muchas dimensiones de un papado que algunos ven como una revolución, y otros, como una tímida e insuficiente promesa de cambio. No son pocas las opiniones divergentes, dentro y fuera del Vaticano, en torno a Jorge Bergoglio, un hombre que deja, en lugar de una imagen nítida, “un dibujo ambivalente, poliédrico, inasible, con un fondo por momentos turbio”.

Para empezar, ¿Francisco y Jorge Bergoglio son la misma persona?, se pregunta el narrador, sopesando, por un lado, los testimonios de aquellos que lo muestran como un papa amable, misericordioso y humilde, y por el otro, episodios como el gesto colérico hacia un católica asiática en la plaza de San Pedro, las polémicas declaraciones a raíz de los asesinatos de Charlie Hebdo y la oscura reputación labrada en la Compañía de Jesús en la Argentina de los años setenta. Controvertido, el pasado argentino de Francisco está ligado a acusaciones de autoritarismo y ambición de poder por parte de los jesuitas; al secuestro y tortura de dos religiosos durante la dictadura; y al peronismo, una corriente política de definición escurridiza, tan compleja de describir como la relación de Bergoglio con ella y la vida política en general. Pero la trayectoria en Argentina es también la de un religioso que ayuda a escapar a varias personas perseguidas por el gobierno militar y, en el escenario de la crisis de 2001, la del arzobispo que brinda su apoyo a los curas villeros e insta a las parroquias a salir a la calle para asistir a las personas que, de golpe, se quedan sin empleo, techo ni recursos.

Si el papa oculta algún secreto, puede que éste sea la verdadera naturaleza del hombre que, en un juego de desdoblamientos, se esconde tras la máscara del papa. O quizás, no haya secreto y, bajo su doble identidad, Bergoglio sea poco más que un hombre corriente con “una falla profunda, un desajuste íntimo”: esa duplicidad entre lo social y lo íntimo que, de un modo u otro, existe en todos.

Javier Cercas: “Francisco representa una visión de la religión compatible con una sociedad laica”

Porque lo excepcional, concluye Javier Cercas, no es el papa ni tampoco el Vaticano, un lugar que no se parece demasiado a aquel que retratan las leyendas populares. Lo excepcional es “la promesa de la Iglesia católica; es decir, la promesa de Cristo: el augurio radiante del amor ilimitado, de la resurrección de la carne y la vida eterna”. Para el loco sin Dios semejante promesa es realmente increíble: el escándalo de ese misterio último que es el más allá y la resurrección, y por extensión, la fe católica. Un escándalo capaz de empujarlo a subirse a bordo de un avión rumbo a Asia, persiguiendo al loco de Dios con una pregunta íntima y, a la vez, universal para la que consigue, finalmente, una respuesta inesperada. Aquello que le dice el papa es un enigma que se desvela recién en el desenlace de una obra escrita como se hace un peregrinaje: emprendiendo una aventura que no se sabe bien cómo acabará.

Entre la crónica del viaje a Mongolia y el interior del Vaticano, y el relato de una investigación, El loco de Dios en el fin del mundo está atravesada por la idea de travesía y de búsqueda: la de un escritor que, ante una oportunidad única, asume el riesgo de emprender una pesquisa extraordinaria. Pesquisa que conduce a muchos más interrogantes e inquietudes que respuestas. Porque la literatura, que un adolescente abraza a la par que deja de creer en Dios, no brinda certezas ni, mucho menos, sosiego pero, nos recuerda Javier Cercas en esta magistral novela, es un valioso instrumento de conocimiento. Aquel que permite explorar el alcance actual de una poderosa institución, el rol de la religión en un mundo plural, y ese ansia de trascendencia y esa fe en la eternidad que quizá no sea otra cosa que una humana forma de consuelo.

Lo que Javier Cercas ha dicho

La literatura no está al margen de la vida, sino que forma parte. No está al margen de la política ni de nada. No es un adorno. Voy en contra de esta idea”. 

El libro es una mezcla de muchas cosas, estructurada como una novela, pero sin ficción. Me gusta concebir la novela como un banquete con muchos platos. Eso es el corazón de la novela. Si lees el Quijote te das cuenta de su versatilidad y eso es la novela. Puede alimentarse de todo”. 

Yo escribo thrillers y en esta novela también hay un thriller con un tipo real que es Bergoglio. Y además está el mayor misterio posible: la resurrección de la carne y la vida eterna, ¡y confrontado con Francisco! Eso es el nudo para mí. Es mi libro más loco y arriesgado. Francisco era un poco la excusa, está en el centro del libro, pero lo que yo quería era entrar en el Vaticano, una institución que ha sobrevivido dos mil años. El libro se pregunta qué hacemos con nuestra espiritualidad, qué hacemos con nuestra tradición religiosa. Benedetto Croce, que era ateo como yo, decía “todos somos cristianos” porque todos venimos de ahí: los de izquierdas, los de derechas, los medio pensionistas, todos en Occidente somos hijos de esa tradición. ¿Qué hacemos con ello?”. 

Yo he ido allí (a Mongolia) ateo y anticlerical. Y he vuelto ateo y más anticlerical de lo que era. Hay dos problemas fundamentales que explican el desprestigio de la Iglesia y que Bergoglio ha denunciado con toda la razón. Uno es el clericalismo, la idea perversa de que el clero está por encima del fiel. Francisco dice literalmente que esto es el cáncer de la Iglesia. De ahí se derivan toda una serie de males. Los abusos sexuales, por ejemplo, no son más que un abuso de poder. Lo ejerce quien se considera superior”.

Una de las cosas que ha ocurrido con este Papa es que, si como arzobispo no concedía entrevistas, ahora concede demasiadas. Hay decenas de libros sobre el Papa. Pero me interesaba más la visión que los demás tienen de él. Siempre hay un retrato del personaje pero es poliédrico. Como en Ciudadano Kane. He hablado con cardenales, con prefectos, con misioneros, he viajado con él a Mongolia, con quienes lo rodean”. 

Bergoglio se mira en Juan XXIII porque se quería llamar Juan XXIV. Es muy distinto, pero sí es un hombre en el sentido que no es Superman. No es esta imagen del Papa, un hombre excepcional. Lo veo como un hombre que lucha consigo mismo, muy consciente de sus propias flaquezas y que ha peleado contra ellas a muerte”.

Antes de ponerme a escribir este libro, yo había trabajado ya sobre un aspecto del tema: hay un mundo cada vez más laico y otro mundo, el musulmán, donde la religión tiene un peso enorme y manifestaciones muy especiales que no solo afectan al mundo árabe, sino a todos nosotros. Por ejemplo, el islamismo. Es una manifestación perversa. Eso me ha interesado mucho. Es un fenómeno muy próximo a nosotros. Convivimos todavía con una visión muy dura de lo religioso. Francisco representa una visión de la religión que es compatible con una sociedad laica. Pero hay visiones muy distintas. Algunas muy totalitarias”.

Fui a un colegio de curas.  Eso me ha hecho mucho más anticlerical que gente que no ha tenido esa educación. Venimos de ahí, no podemos evitarlo. Y lo que hay que hacer con las cosas es entenderlas, saber cómo funcionan, para poder dominarlas y que ellas no te dominen a ti. Si tú entiendes algo, puedes dominarlo”.

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El autor

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) es profesor de literatura española en la Universidad de Gerona, Honorary Fellow de la Universidad de Oxford y profesor honorario de la Universidad Diego Portales, en Chile. Traducida a más de treinta lenguas, su obra consta de las siguientes novelas: El móvil, El inquilino, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina (The Independent Foreign Fiction Prize, Premio Grinzane-Cavour, Premio de la Crítica de Chile, Premio Ciudad de Barcelona, Premi Llibreter, Premio Salambó, entre otros), La velocidad de la luz (Athens Prize for Literatura, Premio Arzobispo Juan de San Clemente, Premio Fernando Lara, ex aequo), Anatomía de un instante (Premio Nacional de Narrativa, Premio Internacional Terenci Moix, Premio Mondello Città di Palermo, Prix Jean Moner, Premio Radovan Galonja), Las leyes de la frontera (Prix Méditérranée Étranger, Premio Correntes d’Escritas, Premio Mandarache), El impostor (Prix du Libre Europeén, Premio Internazionale Isola D’Elba, Premio Internazionale Ceppo di Pistoia, Premio Arzobispo Juan de San Clemente, Premio Taofen a la mejor novela extranjera publicada en China), El monarca de las sombras (Prix Malraux), Terra Alta (Premio Planeta y Dagger Prize), Independencia y El castillo de Barbazul (Premio Internazionale NordSud). También ha publicado libros misceláneos –Una buena temporada, Relatos reales, La verdad de Agamenón, Formas de ocultarse, No callar y La aventura de escribir– y ensayos: La obra literaria de Gonzalo Suárez y El punto ciego. Ha recibido además diversos premios de ensayo y de periodismo, como el Francesco de Sanctis, en Italia, o el Joaquín Romero Murube y el Francisco Cerecedo, en España, así como diversos reconocimientos a toda su carrera, entre ellos el Premio EÑE, en España, el Prix Ulysse o el Prix Dialogo, en Francia, o el Premio Internazionale del Salone del Libro di Torino, el Premio Friuladria, el Premio Internazionale Città di Vigevano o el Premio Sicilia, todos ellos en Italia, así como el International Literary Flame Award en Montenegro.

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