'Carla Montero: “La dama de la niebla tiene intriga, historia, un componente policial y, sobre todo, es una historia de amor”'

Carla Montero: “La dama de la niebla tiene intriga, historia, un componente policial y, sobre todo, es una historia de amor”

La isla de Man como escenario

Carla Montero escribe una historia donde predominan los personajes y el vértigo de la velocidad, y donde el amor atrapa al lector.
La última novela de Carla Montero, La dama de la niebla (Destino), posee muchos ingredientes. Partiendo de un accidente mortal durante una competición en Montecarlo en 1937, la trama se desarrolla principalmente en la isla de Man, con los ecos de una muerte cuya casualidad se pone en duda. 
Mila Kovac es La dama de la niebla. Vive en un mundo de hombres como es el de las carreras de automóviles en las primeras décadas del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial se está cocinando a fuego lento mientras en aquel exótico lugar, un grupo de pilotos de élite es reunido por un magnate amante de las carreras para pasar unos días juntos. La dama de la niebla es una historia donde predominan los personajes, y el vértigo de la velocidad y el del amor atrapa a los lectores de principio a fin.
Enhorabuena. Me ha gustado mucho la novela. Refleja muy bien la incertidumbre previa al estallido de la Segunda Guerra Mundial, algo que recuerda mucho al presente tan belicoso que vivimos. Y la ambientación en la isla de Man me ha atrapado. ¿Era esa la idea principal, expresar la tensión del momento con una ambientación como la creada?

Exacto, la atmósfera era clave. 

Creo que en el libro hay dos fuerzas que tiran en direcciones diferentes. Una es la intriga: la novela arranca con la muerte de un piloto en carrera que parece no ser tan accidental como se pensaba al principio. Esa investigación policial no es la trama principal, pero sí está ahí, condicionando todo y empujando al lector a avanzar.

La otra fuerza es la atmósfera. Quería recrear la isla de Man como escenario clásico de las películas en blanco y negro: un lugar donde conviven el glamour, la emoción, la tensión y el peligro de las carreras de coches con un entorno mucho más sencillo y acogedor. Es como una burbuja, en contraste con lo que está ocurriendo en Europa, donde la tensión política y social crece cada día. Creo que ese ambiente hace que el lector quiera avanzar, pero también quedarse, disfrutar de la historia sin prisa.

También destacan los personajes, muy bien definidos psicológicamente.

Sí, es una novela de personajes, como todas las mías. No es de coches ni de historia; es una novela de personas: de sus relaciones, sus miedos y sus dudas. La protagonista, la llamada dama de la niebla, dista mucho de ser una heroína en el sentido clásico. Dentro del coche sí lo es: es fuerte, ha triunfado en un mundo de hombres, tiene esa capacidad de imponerse. Pero en cuanto baja del coche se muestra vulnerable. Tiene miedos, no quiere enfrentarse a determinadas situaciones o decisiones, y arrastra un pasado extraño que oculta. Es un personaje que se va desvelando a capas, poco a poco, y ese proceso también lo viven otros personajes de la novela.

Cada uno guarda secretos y tiene su propio carácter, pero además representan las tensiones políticas y sociales de la época. No es lo mismo un piloto de la Alemania nazi, otro de la Italia fascista, un piloto judío, un británico o una mujer. Todos ellos encarnan cómo se vivía a pie de calle, más allá de los titulares de prensa o de lo que cuentan los libros de historia.

Carla Montero: “La dama de la niebla tiene intriga, historia, un componente policial y, sobre todo, es una historia de amor”

Fotografía de Amaya Aznar

Cita textual:

Quería recrear la isla de Man como escenario clásico de las películas en blanco y negro

Carla Montero sobre 'La dama de la niebla'
Con Mila, la dama de la niebla, la protagonista, me dio la sensación de que cuenta más cuando calla que cuando habla.

Exacto. Ha sido un personaje complejo y difícil porque tú, como autora, quieres que el lector empatice enseguida con ella para que la historia funcione. Pero no podía contar todo sobre Mila desde el principio, de hecho casi no la conoces de verdad hasta el final. Así que tuve que usar otros recursos: a veces lo que calla dice más que lo que cuenta, o lo que otros personajes dicen de ella. Eso crea una empatía distinta, más trabajada, pero que luego es mucho más intensa.

El inicio de la novela es muy fuerte. Parece algo casual, pero al final se convierte en la columna vertebral de la historia.

Exacto. Esa sospecha de asesinato sobrevuela toda la trama y la condiciona. Al final, todos los que están en la isla se convierten en sospechosos. En ese sentido recuerda a las novelas policiales clásicas, como las de Agatha Christie, donde reúnes a los personajes en un entorno cerrado y controlado. No es la trama principal, pero vertebra la historia.

La novela mezcla intriga, historia, glamour, romances… Es difícil ponerle una etiqueta.

Sí, es muy complicado porque las etiquetas limitan. Esta novela tiene de todo: intriga, historia, un componente policial y, sobre todo, es una historia de amor. A veces parece que da miedo decirlo, porque se asocia inmediatamente con lo romántico, lo cursi o lo almibarado. Pero el amor tiene muchas formas y aquí está presente en todas: el amor romántico, el paterno-filial, la amistad, la pasión por lo que uno hace, por una tierra, por un entorno. Todo eso es amor. Por eso digo que es una gran historia de amor, sin miedo a esa etiqueta. Lo que pasa es que las etiquetas tienden a excluir, y en esta novela hay muchos ingredientes.

También hay una reivindicación de la mujer, en un ámbito tan masculino como el automovilismo.

Sí, y no solo por el hecho de que hubiera mujeres piloto, sino porque competían en la élite de la competición automovilística, codo a codo con los hombres y en las mismas categorías. Y además lo hacían muy bien. Hoy en día no pasa: no hay mujeres en Fórmula 1, y como mucho algunas han llegado a ser reservas en equipos, como el caso de María de Villota. Pero en los años 30 ellas estaban ahí.

Creo que se ha producido una involución. En aquella época rompieron moldes, lucharon contra prejuicios, menosprecios y ninguneos. Sus historias han quedado en la sombra, porque el relato del automovilismo siempre ha sido muy masculino. Por eso pienso que merece la pena rescatarlas y contarlas: pueden servir de ejemplo para futuras generaciones. 

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