'Elena Manrique: “Odio esta narrativa de que las clases populares no se ayudan; son solidarias”'

Elena Manrique: “Odio esta narrativa de que las clases populares no se ayudan; son solidarias”

'Fin de fiesta', su debut como directora

Tras su paso por festivales como el SEFF, la ópera prima de Elena Manrique, Fin de fiesta, llega a los cines mañana 31 de enero.
Tras una prolífica trayectoria de más de 25 años como productora ejecutiva en éxitos como Celda 211, El laberinto del fauno o El orfanato, Elena Manrique se pone tras la cámara con Fin de fiesta. El filme es un cuento gótico andaluz que aborda temas tan complejos como el privilegio, el racismo y las tensiones de clase.
Mañana 31 de enero llega a las salas de cine españolas.
Fin de Fiesta es tu debut como directora después de un largo trabajo como productora. ¿Cómo ha sido enfrentarte a este proyecto?

Yo quiero que la gente entienda que no me levanto un día y digo “hoy voy a ser directora”. He hecho más de 25 cortos, una película de 50 minutos, videoclips… Lo que pasa es que tengo una carrera fundamentalmente como productora ejecutiva, y a veces tú mismo te autocensuras. Me daba pudor dar el salto. Cuando llega la pandemia, me separo de mi pareja, que es holandés. Yo vivía la mitad del tiempo en Holanda, la mitad del tiempo en España. Entonces llego a España en las navidades del 2019, entre 2019 y 2020, y me tengo que reinventar. Aprovecho para terminar este guion al que llevaba tiempo dándole vueltas. Consigo que me escuche Belén Atienza, que es una de las productoras de La Sociedad de la Nieve, Lo imposible… Además, conseguimos que Olmo, Figueredo, de La Claqueta, lea también el guion. A partir de ahí todo fue rodado. Pero creo que si no hubiera sido por la pandemia, ni unos ni otros hubiéramos tenido tiempo ni para escucharnos, ni para nada.

Me ha gustado mucho ese baile que hay en el filme entre el humor que caracteriza a Carmina y la vulnerabilidad del resto de personajes. Creo que ahí radica la originalidad de esta película.

Tenía claro desde el primer momento que esto era una sátira. Yo estoy más cerca de Berlanga que de Goddard, por decirlo de alguna manera. Es cierto que para mí esto es una película política desde el primer momento. Retratar al señorito es muy fácil, y retratar al emigrante, también, pero a la persona que está en medio no, que es el personaje de Lupe. El que hace Beatriz Arjona, que después de Ana Torrent, son los mejores ojos del cine español (risas). ¿No te parecen ideales sus ojos?

Fotografía de Patandi

Cita textual:

Fin de fiesta es una película sobre las relaciones de poder, de las jerarquías y las de clase

Elena Manrique, directora de 'Fin de fiesta''
Es ideal. Las tres son ideales.

Me parecía muy interesante hablar también de esta narrativa, que es falsa. La de que las clases populares están en contra de los emigrantes porque vienen a quitarle el trabajo. ¿Qué es lo que le pasa al personaje de Lupe, qué le dice al emigrante?, “no tengo nada en contra de tu gente, pero venís a quitarnos el trabajo y en Andalucía hay mucho paro”. Y el emigrante le dice “no, no te equivoques”. Cuando Lupe es capaz de ver a la persona y no al emigrante, se produce la solidaridad de las clases populares. Las clases populares siempre han sido solidarias, se han ayudado unas a otras. ¿Qué es entonces esta narrativa de ahora, de que hay que poner a las clases populares en contra del vecino y del emigrante? Pues no, porque al final los hijos del emigrante irán al colegio con los hijos de Lupe. Odio esta narrativa de que las clases populares no se ayudan. No, no es verdad. Hay que reivindicar a las clases populares como solidarias, porque esto sí es realmente así.

Has comentado que era un guion que ya tenías escrito previamente, ¿siempre tuviste claro que querías contar esta historia?

Sí, para mí es una película sobre las relaciones de poder, de las jerarquías y las de clase. En esta escala absurda que hemos construido, ahora mismo están los señoritos, los empleados de los señoritos y los emigrantes. Pero fíjate tú lo que pasa en la película, que de repente el emigrante empodera a la sirvienta de los señoritos. Le dice que no les tenga miedo. Hay una transferencia de poder. Las etiquetas nos sirven para categorizar las cosas, pero al final las relaciones de poder no tienen etiqueta.

¿Cómo fue el rodaje de la película?

Pasamos seis meses en Sevilla entre ensayos y demás. Yo tengo una conexión especial con esta tierra; he venido mucho, incluso tengo una amiga en Valencina de la Concepción, donde he aprendido ese toque andaluz, esa esencia tan única.

En cuanto al rodaje, Edith interpretaba un personaje de 19 años, y ella tenía solo 20 en ese momento, así que estaba muy cerca del personaje, lo que le daba una autenticidad increíble. Además, fue un momento muy especial para todas nosotras. Para Edith, era su segunda película, y empezaba a crecer y madurar como actriz. Para mí, era mi primera película seria como directora, un reto significativo en esta etapa de mi vida.

Lo bonito fue que coincidimos mujeres en momentos vitales muy distintos, de diferentes edades, y eso creó algo mágico en el proceso. Había una energía especial que se sumó a la belleza de rodar en esa finca.

Elena Manrique: “Odio esta narrativa de que las clases populares no se ayudan; son solidarias”

Fotografía de Patandi

Cita textual:

Tengo muchas referencias pictóricas en la película, desde Monet hasta el barroco sevillano

Elena Manrique, directora de 'Fin de fiesta''
Aunque la piscina habría que limpiarla un poco…

A nosotras nos gusta así, porque ese deterioro conecta con el personaje de Carmina. A ella le da igual que haya hojas en la piscina. Es parte de su mundo, ¿sabes? Además, yo estudié Historia del Arte en la universidad, y esa piscina tiene una inspiración directa en el cuadro de Monet, Los Nenúfares. Todo, hasta la última paleta de colores, está influenciado por esa obra.

Tengo muchas referencias pictóricas en la película, desde Monet hasta el barroco sevillano. Soy una friki total, megafan de La Roldana, por ejemplo. Esas influencias están ahí de forma muy consciente, porque visualmente Andalucía tiene una riqueza artística que quería reflejar.

Mencionas mucho a Andalucía, que es donde se ambienta la película. ¿La elegiste por lo que comentas, de representar a estos personajes señoritos, o más por cercanía a la frontera?

Desde el principio, tenía claro que quería mostrar Andalucía porque es una tierra que me fascina. Yo no soy andaluza, soy una niña de Madrid, de barrio. No tuve pueblo, porque mi madre era del norte y llegó joven a Madrid. Pero mi «pueblo» ha sido Valencina de la Concepción, gracias a una amiga que conocí en la universidad a principios de los 90.

Cuando visité su pueblo por primera vez, me quedé fascinada con su casa, con su familia, con todo. Era una casa bonita, normal, pero llena de gente maravillosa. Pasé mucho tiempo con su madre, su tía, y las vecinas, observando todo. Me iba con ellas a los actos de la Virgen de la Estrella, a ver cómo cambiaban y organizaban todo. Esa realidad andaluza me cautivó completamente.

De hecho, la película está dedicada a dos señoras divinas, Lola y Rosario, que fueron fundamentales en mi vida y que lamentablemente fallecieron durante el COVID, a los 97 y 95 años. Esta película es un homenaje a ellas.

¿Qué significa para ti estar en el Festival de Cine Europeo de Sevilla?

Primero, estoy encantada de estar en Sevilla. Pasé una primavera entera aquí, y siempre es un placer volver. Además, quiero poner en valor a los técnicos sevillanos. Muchas veces tenemos ese prejuicio absurdo de que si algo no se hace en Madrid o Barcelona, no tiene calidad. Pero he trabajado con unos técnicos sevillanos increíbles: desde el equipo de sonido, con Abraham, hasta Amparo, que supervisó los efectos digitales, pasando por todo el equipo de producción. Sin ellos, no seríamos nada.

El Festival de Sevilla me parece maravilloso. Es un evento que en su mejor momento tuvo mucha energía y prestigio. Aunque atravesó una etapa complicada, creo que está recuperando su esplendor. Espero que continúe creciendo porque es un festival muy especial. Y qué mejor que disfrutarlo en otoño, después de pasar tiempo entre las gallinas en Valencina.

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