Viggo Mortensen cerró el pasado domingo 24 de octubre el VI Congreso de Música y Bienestar en el Teatro del Mar de Punta Umbría.
En diálogo con Luis Alegre, desde el primer minuto el actor, residente en Madrid, se dirige en castellano fluido hacia un público que llena el recinto para culminar el encuentro.
Viggo Mortensen ha crecido acompañado de música. Se define como melómano e insinúa mantener en la sombra una faceta multidisciplinar que incluye lo musical, algo que trasciende los papeles de sus películas de mayor éxito. Su desarrollo vital ha sido un cruce de caminos permanente debido a un núcleo familiar multicultural. Este factor es clave para entender su visión del mundo y la vida. “De todos lados un poco y de ningún lado del todo”, como dice la canción. Reniega de su educación católica y se enorgullece del hogar donde se crió.
En casa, cuenta, sonaba desde clásica hasta tango. La televisión aportaba música al ambiente doméstico. Todo ello sumado a una inquietud manifestada desde la cuna da lugar a una carrera vital y profesional acompañada de músicas de todo el mundo, escritura y cine. Nos cuenta que su vida ha sido (y es) una búsqueda contínua. Una búsqueda que le hacer querer salir de casa constantemente, pero siempre para volver.
La vida sin música, afirma, es una jaula. Lo musical es el arte mayor, aquello que escapa al límite de la razón y se impone sobre todas las demás disciplinas. La mera presencia de un piano en una habitación le transmite un mensaje, una sensación de optimismo e inspiración.
A lo largo de la exposición surgen referencias constantes a las obras y personajes con los que ha crecido. Se menciona a los hermanos Grimm, a los cuentos de Andersen, al folklore argentino (por su raíz materna), a Lawrence de Arabia, a los Grand Funk Railroad e incluso a Buckethead, con quien ha trabajado mano a mano a la hora de componer bandas sonoras. Y es que, según nos cuenta, la música es la base del montaje cuando se trata de la realización de sus propias películas.
Ahora mismo se encuentra en un punto de inflexión en el que ningún día está programado. Y desde este prisma afirma que, más allá de lo excesivo, el bienestar reside en saber dónde y cómo se está.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.