En 2012, el cantautor comenzaba una nueva etapa en solitario con su álbum Atlántico. Cinco años después, con Sueños y Pan, publicado en noviembre del actual, cierra una trilogía (junto con Paramales, 2015). Un momento que supone «una celebración de mi propia carrera, de mi propia vida«, como lo ha definido el mismo artista. Este tercer proyecto es todo un viaje emocional y musical, en el que Xoel López nos acerca sus vivencias a lo largo de estos últimos años tanto en España como en Latinoamérica.
Sueños y Pan, tu álbum número 14, se publicó el pasado 17 de noviembre. Éste da continuidad a Atlántico y a Paramales. Además se dice que cada uno de tus discos es un capítulo de tu vida, ¿qué podemos encontrar en él?
Creo que una celebración de mi propia carrera, de mi propia vida. Una aceptación también de la misma, de la eterna pregunta, de la infinita profundidad de la vida, de sus complejidades, de sus misterios… Y también una representación de los sueños como representación de todo lo ideal, de lo abstracto, lo intangible, lo artístico… respecto a lo terrenal y lo mundano. Es una dualidad, una tensión o un equilibrio. Digamos, una búsqueda del equilibrio entre ambas cosas, yin yang, si quieres. En este caso musical, pero también vital, porque en mi vida lo musical y lo personal van de la mano.
En la producción encontramos a Ángel Luján, con el que ya coincidiste hace un par de años en Paramales, ¿cómo ha sido la experiencia de volver a trabajar con él?
¡Una maravilla! Ángel es un tipo muy talentoso, muy inteligente, muy implicado, muy profundo… que realmente está contigo en todo momento, te abraza. Es muy buen compañero de trabajo. Fuimos de la mano, casi abrazados, durante todo el proceso desde el minuto uno, era algo que no había hecho en mi carrera, en el sentido de que yo siempre había hecho las maquetas en mi casa, aunque las iba compartiendo con mis productores en trabajos anteriores, como Juan de Dios (Martín), con el que trabajé durante muchos años, muy buen amigo. Pero en este caso empezamos desde el minuto uno a trabajar juntos en el estudio. Creo que eso se nota, es como una visión doble, dual, los dos hemos aportado cosas a las canciones, hemos discutido en el buen sentido sobre lo mejor para las canciones, nos hemos puesto a prueba, nos hemos llevado al límite… A pesar de eso hemos trabajado en buena armonía; el resultado puede gustar más o menos, pero está muy trabajado, y hemos hecho lo que nosotros buscábamos.
Desde el primer tema hasta el último se experimenta un viaje en cuanto a musicalidad con influencias setenteras o sonidos latinoamericanos, por poner unos ejemplos. La música siempre está viva por muchos años que pasen y venga de donde venga, y artistas como tú contribuyen a que esa magia no se pierda, ¿cómo lo ves?
Para mí es fundamental sentir siempre que te queda un mundo inmenso por recorrer y por disfrutar, y yo así hago. Voy dando pequeños pasos con una mentalidad que me llevan a eso, a abrir nuevas puertas. Creo en esa diversidad en vida, como te decía antes, y en la música igual. Pienso que es inabarcable toda la música que hay en el mundo, lo complejo que es ese mundo para el ser humano, ahí uno se puede perder, y tienes para 80 vidas. Yo me conformo con dar pequeños pasos en esta vida que me toca vivir, y poder abrir cuantas más puertas mejor. Y si puede ser, profundizar en ellas y poder incorporar esas nuevas músicas y la forma de entender el mundo.
¿Cómo ha sido el proceso que has seguido para la composición de las canciones de Sueños y Pan?
Actualmente, suelo compongo primero la letra y después la música, pero en este caso también hay canciones que han salido como siempre, a la vez. Pero en ningún caso nunca al revés, siempre ha sido primero la letra o todo junto. Luego los arreglos y decisiones también en el aspecto de la armonía, de todo, de rítmicas, etc., lo hemos hecho entre Luján y yo, codo con codo, muy encima de las canciones y muy juntos.
Has publicado un libro, Bailarás cometas bajo el mar, y tus letras están cargadas de poesía y significado, además de ser muy importantes y queridas por el público. Aun así, en una entrevista comentaste que te sientes como un Walt Whitman frustrado, ¿por qué?
Eso fue una cosa un poco sacada de contexto en el titular, que quizá no representaba lo que yo quería decir. Fue una especie de broma en realidad, yo lo que quería decir era que me encantaba la naturaleza, y en ese sentido salió la referencia poética. Pero nada más lejos, sé que nunca llegaré a ser un Walt Whitman, ni tampoco tengo intención de serlo. Creo que es algo que se me escapa un poco, me conformo con ser Xoel López. Me refería a eso, que de vez cuando echo de menos la naturaleza. Tuve la suerte durante mi infancia de vivir periodos rodeado de montañas y de campo, y a veces viviendo en ciudades como Madrid o Buenos Aires, donde estuve viviendo cinco años, echo de menos esa parte. Y eso lo hice hablando de que a pesar de que yo vivo en cemento, rodeado de coches y humo, mis canciones buscan esa evasión al campo, de ahí salió esa frase en tono un poco irónico.
Sueños y Pan se ha publicado también en formato vinilo. Cada vez más artistas y grupos se están uniendo a esta tendencia por volver a lo clásico, ¿qué opinión tienes al respecto?
Es mi primer formato. Empecé a escuchar música en vinilo. En mi caso, si puedo escuchar un sintetizador y me traslada a mi infancia, el hecho de sacarlo en vinilo me hace especial ilusión, porque conecta con ese niño que fui. Mis primeros ideales e imaginaciones de mi carrera incluían este formato. Ahora hay una gran cantidad de gente que lo solicita, y yo no quería ser menos en ese sentido. Aunque mi edición sea limitada, es mi pequeña edición de vinilo.
Tanto el adelanto como la portada del disco tienen un diseño muy original, firmado por Pablo Font, ¿cómo surgió esta idea? ¿Tenías una idea preestablecida?
Pablo Font es un genio, es un diseñador con mucho talento, con el que ya llevo trabajando en tres discos, y no es casualidad. Lo admiro mucho, y creo que hemos hecho muy buen trabajo. De alguna manera pensaba que él tenía que hacer también este disco que cerraba una trilogía de mi aventura por Latinoamérica, mis sueños vividos al otro lado del charco y este regreso a Madrid. Cuando Atlántico, sólo teníamos una foto, y la portada estaba más definida. Paramales fue una idea más abierta, yo simplemente le dije que quería las letras de «par-ama-les» en la portada, y él hizo todo el diseño. Y en este caso le dimos libertad total. Le hablé de la idea del disco, de ese equilibrio o tensión entre lo que te decía antes del título. Conceptos contrapuestos, esa dualidad, el yin y el yang, y quiero pensar que él quiso trasladar todo eso a la portada, por eso están esos abrazos entrelazados, como la noche y el día juntos. Lo aéreo y lo terrenal, si quieres. Me pareció que supo plasmar la esencia del disco, y además aportó su grano de arena con su concepto artístico y de la belleza, que creo que armoniza muy bien con mi idea del disco. Y ya no sólo la portada, sino todo el trabajo de dentro está muy trabajado. Me encanta que me preguntes por eso, pienso que no hay que pasarlo por alto.
Es cierto que en los últimos años se están viendo auténticas obras de arte en las portadas de muchos discos. Se está prestando especial atención a ese aspecto, y la imagen de este álbum no ha sido menos, es muy visual y, como dices, representa muy bien su filosofía.
Totalmente, creo que hay una apuesta por ese lado como parte del disco. Al fin y al cabo es lo primero que ve la gente, es la presentación visual. Y al igual que uno cuida su estética en los conciertos, las luces y tal… la portada de los discos es fundamental.
En marzo 2018 comienzas nueva gira por España y también tendrás algunos conciertos por Latinoamérica. Además, ya tienes fechas confirmadas para el verano, como la del Sonorama. Y todo esto sin haber terminado el año… ¿cómo se lleva este ritmo de trabajo?
Como te decía al principio, estamos en un momento de celebración. Realmente creo que fue más duro sacar Atlántico, el primer disco como Xoel López después de Deluxe, y era como una fase de transición; fue más difícil. Pero ahora todo es alegría, estamos celebrando que la gira de Paramales fue estupendamente, y que ahora nos llaman para tocar en festivales con mucha antelación. Además, este disco lo veo perfectamente en los escenarios de toda España y de América Latina. Tengo una banda muy sólida, estoy muy contento. Realmente toca celebrar, pienso que es un momento muy bonito de mi carrera, y lo vamos a disfrutar mucho. Por supuesto, Sonorama es un festival del que somos incondicionales, y que no puede faltar. Estuve en la presentación en Madrid de la próxima edición, tocando algunos temas en acústico. Hay muy buena salud de escena, de festivales. Y Sonorama es una punta de lanza en ese sentido.
Cada vez son más las propuestas musicales que van apareciendo cada año, ¿cómo estás viendo este momento?
Creo que siempre hubo una escena musical que estaba a la sombra, y que ahora está resurgiendo para la diversidad musical y la justicia poética. Es algo muy bueno para todos. Aún hay mucho que hacer, que ampliar. Debería haber más espacio para más música, y algún lugar en televisión, incluso, que sea un reflejo de esa realidad, pero es cuestión de tiempo. Confío en que va a suceder.
Has estado recientemente en México presentando este nuevo trabajo, ¿cómo ha sido acogido allí?
¡Súper bien! Realmente me ha sorprendido porque con Paramales no tuvimos la ocasión de ir. Por cuestiones personales decidí no viajar en esas fechas, en esos dos años de duración de la vida del disco. Pero ahora acabamos de estar allí, he llegado hace poco. Tanto en México como en Colombia el recibimiento fue muy bueno, más del que yo podía esperar, y todas son alegrías. La idea es llegar también a Argentina en enero, y a Uruguay, quizás. Y en marzo empezar el día 1 la gira en La Riviera, ya con la banda y el disco al completo, y aportando a tope por lo nuevo.
Con Sueños y Pan se cierra una trilogía, como bien has dicho, comenzada con Atlántico y seguida por Paramales, ¿qué sientes al ver los tres álbumes ya terminados?
Me alegro mucho de haberme ido en el 2009, cuando decidí poner fin a Deluxe. Creo que fue un acierto, que fue una aventura, aunque tuvo su parte de construcción, su parte dura también. Fue apostar por los sueños, de alguna manera. Fue un riesgo que mereció la pena. Ahora, te digo, estoy en una fase muy distinta. Me apetece disfrutar de esta fase que hemos construido, de celebrar este nuevo ciclo, que tiene más que ver con estar en Madrid, estar girando desde un lugar más estable, y también con una banda más estable… Y quizás una fase de recogimiento, en el sentido de no estar siempre viajando como estuve durante algunos años, y más conectado con mi propia carrera. En ese aspecto hago un balance muy favorable, y creo que es uno de los mejores momentos de mi carrera.