Jorge Drexler ofreció ayer una actuación muy celebrada en el Festival de la Guitarra de Córdoba. Hablamos de un evento cultural, y musical en concreto, que ha alcanzado el estatus de imprescindible. Cada año refuerza esta condición con una programación digna de ser aplaudida y tratada con todos los honores posibles. Si encima se organiza en una ciudad como Córdoba, las condiciones para elevar a este Festival de la Guitarra a lo más alto de su ámbito no generan ninguna duda. Este año alcanza su 38ª edición y se va a desarrollar entre el pasado 4 y el próximo 14 de este mes de julio.
Jorge Drexler, excelso
Ayer, en el coqueto Teatro de la Axerquía, situado en la avenida Menéndez Pidal, junto al Parque Cruz Conde, el cantautor Jorge Drexler compartió el concierto número 80 de su exquisita gira Salvavidas de Hielo, que viene realizando desde principios de año. Y bien se puede afirmar con rotundidad que el montevideano, afincado en España desde hace muchos años, volvió a dejar su impronta.
Combinó temas clásicos, como los potentes y reivindicativos ‘Alto el fuego’, ‘Río abajo’ o ‘Milonga del moro judío’, que en esta ocasión quiso dedicar al llorado Víctor Jara, con aquellos que forman parte de su último álbum, el cual da nombre a la gira, Salvavidas de Hielo: ‘Movimiento’, con el que comenzó la noche; ‘Abracadabras’; ‘Transoceánica’; ‘12 segundos de oscuridad’; ‘Estalactitas’; ‘Universos paralelos’; ‘Despedir a los glaciares’ (que dedica a Leonard Cohen); ‘Asilo’ (el preferido de quien suscribe, aunque sea muy difícil quedarse con solo uno de un trabajo tan redondo); ‘Silencio’; Salvavidas de hielo’; o ‘Quimera’, con la que cerró entre vítores un encuentro que ya es recuerdo brillante en la historia de este Festival de la Guitarra de Córdoba.
Gratitud y sinceridad
Jorge Drexler es un tributo a la inteligencia, la amabilidad (su interacción con el público es constante y sumamente cariñosa), la solidaridad, la generosidad… al menos eso transmite con las letras de sus canciones y la manera de interpretarlas. Su inclusión en el programa de esta 38ª edición del Festival de la Guitarra de Córdoba ha sido un gran acierto. Quienes han tenido la dicha de asistir a otras actuaciones de esta gira Salvavidas de Hielo o de cualquiera otra anterior, ha podido comprobar su sentido de la gratitud, dedicando de manera muy habitual algunas de sus canciones a compañeros de la profesión, Cohen, Zitarrosa, o a familiares. Ayer lo hizo también. Un momento de emotividad lo protagonizó al ofrecer ‘Frontera’ a la memoria de su madre, fallecida recientemente, o al cantar ‘De amor y de casualidad’, compuesta a su hijo poco antes de su nacimiento.
Cuenta, y canta, Jorge Drexler que Joaquín Sabina fue el artífice de su llegada a España, para cambiar el ejercicio de una profesión de tradición familiar, como la medicina, por la musical. En Salvavidas de Hielo ha quedado reflejado el origen de ese giro vital tan radical en ‘Pongamos que hablo de Martínez’: “Desorientado y confundiendo vocaciones/Yo estaba preso en mi alegría diletante/Me fui a Madrid, con mi guitarra y mis canciones/Haciendo caso a tu consejo delirante…”.
El cierre del concierto, para el que contó con el acompañamiento de Javier Calequi, Martín Leiton, Borja Barrueta, Campi Campón y Marín Garza, llegó de manera inevitable, a pesar de que el público se resistía a ello. Para el fin de fiesta, Jorge Drexler había reservado temas recurrentes para estos momentos álgidos, como ‘Telefonía’ (de Salvavidas de Hielo), ‘Bailar en la cueva’ y ‘La luna de Rasquí’. Y como ya se ha comentado, ese ‘Quimera’ con el que expresa su gratitud “a quienes escriben canciones, poemas… y a los que no lo pueden hacer pero los sienten con la misma intensidad”.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.