'Eduardo Jordá: “A la vida le falta poesía, que le dé emoción, belleza y trascendencia”'

Eduardo Jordá: “A la vida le falta poesía, que le dé emoción, belleza y trascendencia”

El autor nos habla sobre 'Doce lunas'

Doce lunas es la invitación que nos hace Eduardo Jordá para que entremos en su mundo lírico y en su pensamiento marcado por la poesía.
Doce lunas  (Fundación José Manuel Lara) es la invitación que nos hace Eduardo Jordá para que entremos en su mundo lírico, en su pensamiento marcado por la poesía y en sus vivencias personales y artísticas definidas por su sensibilidad humana. Gatrópolis ha tenido el placer de compartir una agradable conversación con el autor mallorquín y de disfrutar con su antología poética. Además ha incluido un novedoso formato, al combinar cada poema con su correspondiente relato, con el mismo título, con el que explica el origen y la esencia de su creación artística.
He de reconocer que Doce lunas me ha llamado gratamente la atención. La entiendo como una obra para leerla con calma, degustando cada uno de los 56 poemas y los 56 relatos que la componen.

Bueno, creo que la poesía siempre hay que leerla sin prisas. Siempre. Es un género que va con un tiempo lento. No es para acelerar. Pero también, al mismo tiempo, tienes que tener interés en continuar leyendo. Por eso he metido los relatos, para dar un poco de dinamismo narrativo y que haya una combinación poesía/prosa. 

Efectivamente, esa combinación que haces entre los poemas y los relatos genera mayor dinamismo. Mezclas el ritmo pausado de la poesía con el vértigo de la prosa. Incluso, siguiendo el orden, lees el poema, después el artículo, pero a veces vuelves para repasar el poema porque con tu explicación recibes una impresión distinta a la de la primera vez. Es un buen juego ese.

Sí. Me han dicho eso. Cuando leen el relato dicen “anda, pero si he leído otra cosa”. Y vuelven. Eso enriquece mucho el poema. Al menos lo espero. Lo hice sabiendo que es un poco heterodoxo. La poesía, realmente, es para que se lea a sí misma. Pero me apetecía recrear lo que había hecho posible el poema y escribí los relatos. No son análisis ni comentarios. Están solo para recrear el momento en que surge el poema.

Pero es una iniciativa novedosa…

Creo que sí. Lo que pasa es que algunos puristas dicen que no lo ven bien. Es inevitable. Pero esto enriquece el poema y hace que la lectura resulte más fácil. Aporta más cosas.

Eduardo Jordá: “A la vida le falta poesía, que le dé emoción, belleza y trascendencia”

Fotografía de Patandi

Cita textual:

Parece que la poesía es un género minoritario, de personas que viven en las nubes

Eduardo Jordá
En ‘De la mano’ expones ese momento en el que te das cuenta del momento en que el poema deja de ser tuyo y pasa al lector, que lo interpreta a su manera. En su correspondiente relato cuentas una simpática anécdota, ¿verdad?

Sí. Y eso es lo más bonito que te puede pasar. Que el poema deje de ser tuyo. Que el público, alguien desconocido, se lo apropie y lo interprete de otra manera. Es un poema que yo nunca pensé que podría salir en las bodas. Es muy curioso. Yo lo cuento en el libro. En una presentación en Madrid se me acercó un señor desconocido y me dijo que un amigo suyo había leído ‘De la mano’ en su boda. Cambiaron que en vez de un hombre y una niña aparecen un hombre y una mujer. Y después ocurrió otra vez. Así tres o cuatro veces, con otras personas. Tampoco son muchas, pero son casos sorprendentes. Son personas que no se conocen entre sí. Y yo soy un poeta poco conocido. Pero los libros míos han circulado por ahí, y el poema ha llegado al público. Y ha tenido esa repercusión que no tenía en mente. Pero para un poeta es el mayor logro que puede tener.

Tiene que ser emocionante que algo tuyo cale en la gente de esta manera.

Sí. Sobre todo sirve para introducir la poesía en la vida de los demás. Parece que la poesía es un género minoritario, de personas que viven en las nubes. Pero a veces se incorpora en su rutina.

¿Podría ser porque la vida parece que tiene más de prosa que de poesía por el ritmo con el que solemos movernos?

Sí, sí. Pero también porque a la vida le hace falta poesía, que le dé emoción, belleza y trascendencia. Porque si no, la vida es muy prosaica.

Con el formato usado para Doce lunas nos encontramos con ese cambio constante entre lírica y prosa. Pasas de un poema a un relato, con las diferencias que hay entre ambos estilos, con un ritmo distinto.

Es un ritmo distinto…, sí. Y es una forma diferente de presentar la realidad. Vas saltando de uno a otro, pero hay veces en que la prosa tiene más emoción que la poesía, y al revés. Yo jugué también con eso. Quería que la prosa transmitiera emoción. 

Doce lunas es una antología de 56 poemas, la mayoría ya editados.

Los que más me han gustado…

Fotografía de Patandi

Es una selección muy personal, desde que decides cuáles te han llegado a gustar más hasta el contenido de los mismos, vivencias tuyas. De hecho el mencionado ‘De la mano’ te tiene como protagonista junto a tu hija, ¿cierto?

Sí. Aquella fue una experiencia que me resultó muy llamativa. Es el primer momento en que mi hija se dio cuenta de que existía la oscuridad. Fue paseando por la costa, por Zahara de los Atunes. Ella era muy pequeñita. Tendría dos años y medio. De pronto me agarró la mano y era porque se estaba haciendo de noche. Y notó esa presencia de algo que se abalanza sobre ella. Y que desconocía. Es ese momento en el que el ser humano se da cuenta de cosas que no controla. Y de esa emoción, de esa sorpresa, surge la poesía. Tenemos que dar respuesta a esa presencia de algo desconocido que repentinamente aparece y tienes que enfrentarte a ello. La tuve que coger en brazos. El arte es eso, cómo nos enfrentamos a lo desconocido.

Llama la atención en el libro que a través del poema que le da nombre, ‘Doce lunas’, ubiques tu momento vital actual en el mes de noviembre.

Hombre, yo me quería ubicar en el mes de abril, pero no es posible (risas). Pero no puedo aspirar a otra cosa. A menos que descubran una inyección que nos haga vivir muchos más años (risas).

‘Tordo’ es un poema que me ha llegado de manera especial, ¿cómo lo ve su creador?

Es un poema inspirado en algo que ya no se puede hacer. Es caza ilegal. Pero antes, cuando yo era niño, se practicaba. Era cazar tordos con unas redes y una sustancia pegajosa. Ya está prohibido… aunque hay quien lo sigue haciendo. Es algo muy bestia. Aquella visión se me quedó grabada. Escribí el poema con efectos retardados. Aquello lo viví con unos 11 años. Y surgió como 40 años después. Es algo que se queda en la mente para siempre.

Comentas en los relatos que varios poemas han surgido muchos años después de tener la vivencia, como ha pasado con ‘Tordo’. ¿Por qué?

Yo le llamo el efecto retardado. Hay una imagen que te marca. Pero se queda como en embrión. Y al cabo del tiempo eclosiona de pronto. Surge, crece y se convierte en un poema. Conoces la vida mucho mejor y sabes lo que significa la finitud. Cuando tienes la vivencia te llama la atención pero no la puedes interpretar con todos los matices.

Leyendo tu biografía descubro que con Tulipanes rojos se corta tu creación poética, hasta la antología Doce lunas, prácticamente una década después. Y explicas en el prólogo la razón por la que ocurre este hecho. Si la inspiración no llega, no hay nada que hacer. Esto no es una fábrica en la que se construye mecánicamente, ¿no?

Esto no es una fábrica, no. Es un misterio que llega, se va y no sabes cuándo va a volver. No puedes evitarlo. Dejé de escribir. No tenía poemas. No tenía la necesidad de escribir ninguno… Ahora, por suerte, han vuelto. Pero quizás gracias a Doce lunas. Ha removido algo. Me ha hecho resurgir esa vibración interior, ese ritmo, esa cadencia que lleva un poema. Pero durante mucho tiempo estuve callado. Al principio lo ves con desánimo. Pero luego lo aceptas. Hay que aceptarlo. Lo mismo que viene, se va. Es un misterio.

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