El israelí Nadav Lapid, viejo conocido del Festival de Cine de Sevilla, donde ya fue galardonado por sus anteriores películas La profesora de parvulario (2014) y Sinónimos (2019), llega este año con Ahed’s Knee, y el aval del Premio del Jurado en Cannes.
El israelí regresa a Sevilla con un largometraje que es una potente denuncia cargada de visceralidad contra la censura artística que vive su país, y, a la vez, un sentido homenaje a su fallecida madre, montadora de varias de sus películas. Ahed’s Knee juega con los mimbres de la autoficción para seguir la peripecia de un cineasta que acude con su última película bajo el brazo hasta una aldea en pleno desierto de Aravá. Todo bajo la atenta supervisión de una funcionaria del gobierno.
El director de La profesora de parvulario ha contado cómo su nueva película se basa en su propia experiencia: “Tiene mucho de autobiográfica. En 2018, recibí una llamada de una funcionaria del Ministerio de Cultura, justo cuando trabajaba con mi madre en el montaje de Sinónimos. Iba a ir a un debate tras de una proyección de otra película mía, y mencionó, de la nada, que debía especificar en un impreso de qué temas iba a hablar en ese coloquio, advirtiéndome que no podía tocar ningún otro asunto. Hoy no es muy distinto, pero entonces eso me pareció el cénit de la censura en Israel. Esa fue la génesis de Ahed’s Knee. Al contrario que el protagonista del film, yo sí firmé el impreso. Al poco tiempo, mi madre murió”.
Nadav Lapid confesaba que rodar este largometraje se convirtió en una obsesión: “Tres semanas después de la muerte de mi madre, había terminado el guión, me sentía poseído por esta historia, por la necesidad de hacer esta película. También es autobiográfica en el intento de mostrar esa sensación de vivir en una sociedad enferma, ante la que sólo puedes estar en batalla permanente. Estás rodeado de dragones y enemigos, y tú también te conviertes en uno. Te acabas distanciando del ser humano que llevas dentro”.
El cineasta ha contado la recepción en su país de un filme tan crítico: “Israel es un lugar pequeño, y el estado convierte cualquier éxito en un apoyo a su ideología. Ganar un partido de fútbol, Eurovisión o que una película israelí sea seleccionada en Cannes, se convierte en elemento de propaganda del mensaje del gobierno de Israel, en motivo de orgullo. Eso ocurrió con la película hasta que leyeron mis declaraciones: ahí dejé de ser un héroe para convertirme en un traidor. Recibí amenazas, pero luego, cuando el film se estrenó, he de reconocer que nunca he tenido reacciones tan positivas. Tengo el teléfono lleno de mensajes de desconocidos que me decían lo que habían conectado con la película”.
Fotografía de portada de Patandi.