Coincidiendo con el día de la mujer, el próximo 8 de marzo, a las 19 horas, una larga lista de artistas reconocerá la carrera de Lole Montoya, a la que ya se han unido Estrella Morente, Mayte Martín, Rocío Márquez, María Terremoto, Alba Molina, Diana Navarro, Pasión Vega, Angelita Montoya y Lamari de Chambao. Hasta el último momento se irán añadiendo más artistas para rendir homenaje a esta mujer única.
Las entradas ya están a la venta en la web (cartujacenter.com) y en la taquilla de Cartuja Center, donde se celebrará el espectáculo Mujeres cantan a Lole. Este homenaje se trata de un reconocimiento a la trayectoria vital y profesional de una mujer que, en el ámbito de la música en España, se atrevió a romper viejos esquemas para tender nuevos puentes. Una cita que promete ser histórica e irrepetible para los amantes del flamenco.
Una mujer pionera
Nombrar a Dolores Montoya es mucho más que tirar de un hilo del recuerdo, es hablar de la memoria viva del flamenco contemporáneo, una de las grandes faraonas del cante de nuestra tierra. Con Lole Montoya decimos mujer, decimos gitana y decimos flamenco. Brindarle este homenaje no es que sea necesario sino que resulta un obligado tributo y un compromiso moral y ético que se debe asumir con orgullo por su intachable carrera musical, por el legado que ella ha ido dejando a una ciudad como Sevilla, a un barrio como Triana y a la memoria de nuestra música.
Indudablemente, Lole Montoya es una de las pioneras de la renovación del flamenco cuando en la segunda mitad de la década de los setenta firmó junto a Manuel Molina tres discos fundamentales: Nuevo día (1975), Pasaje del agua (1976) y Lole y Manuel (1977), que pusieron a la escena flamenca patas arriba, inventando un flamenco nuevo, antes incluso que Camarón y Paco de Lucía, dándose además el lujo de fusionarlo (con toda la naturalidad que el dúo desprendía) con otros estilos musicales de su gusto: el entonces floreciente rock andaluz, la música clásica o la de raíces árabes, que a Lole especialmente siempre le interesó, por su madre, la no menos cantaora y bailaora, Antonia Rodríguez la Negra, que había nacido en Orán (Argelia).
Tras la separación en 1993, la carrera de Lole Montoya ha continuado con multitud de conciertos, tres discos en solitarios y un sinfín de colaboraciones en actuaciones en directo y discos flamencos. Ahora ella misma será protagonista, al tiempo que testigo privilegiada, de este concierto dedicado a poner en su justo lugar su trayectoria artística y profesional, repasando todos los hitos de su carrera musical.
De especial atractivo es el cartel, que cuenta con un elenco de primer nivel que participará en esta efeméride, compuesto exclusivamente por mujeres, tanto del orbe flamenco como de otros géneros musicales, artistas de la canción de todas las generaciones de hoy, ayer y mañana, que vendrán dispuestas a tejer un elegante vestido de la talla, de la grandeza, la sinceridad y la nobleza de la cantaora y bailaora Lole Montoya. Una cita que promete ser histórica para los amantes del flamenco, un acontecimiento cultural y musical que viene a reivindicar de forma activa la constante necesidad de dar las gracias a aquellas mujeres que abrieron el camino de los inicios en momento de difíciles, sórdidas y confusas transiciones.
Lole, que fue una de ellas, lo hizo con una voz portentosa, clara y llena de luz, y sigue siendo una de las grandes voces y una de los grandes talentos del flamenco contemporáneo.