Un día en mi cabeza. Canciones para gente (no) muy normal (Lunwerg Editores) comienza a las 8 de la mañana de un día cualquiera en la vida de Santi Balmes, y acaba a las 3.30, cuando intenta conciliar el sueño (¿tardará mucho en dormirse?). En ambas ocasiones, y al igual que durante las otras horas de su jornada diaria, compone una lista de canciones que le acompañan en sus quehaceres, a las que analiza e interpreta según sus sensaciones, recuerdos o vibraciones generadas por las mismas.

Santi Balmes, líder de Love of Lesbian, además de componer canciones, también escribe libros. Y su última publicación es esta obra en la que nos abre las puertas de su yo íntimo y nos permite entrar para conocerle más de cerca. O quizás, no. Ya que como él mismo anticipa, podría ser que realmente no nos encontremos al verdadero Santi Balmes. O puede que dependa este hecho del momento en el que plasme en el libro lo que, precisamente, se le pase por su ingeniosa cabeza: “Si este libro lo hubiese escrito un día después o un día antes, su contenido sería radicalmente distinto, y ahí es donde creo que reside la gracia del asunto. Somos seres mutantes, y lo único constante es el cambio”.

Un día en mi cabeza es la primera obra de no ficción de Santi Balmes protagonizada por él mismo. Un día en mi cabeza es un libro en el que todo, o casi todo, cabe. Es divertido, audaz, toca muchos, muchos, temas, cercanos a él y ajenos, de otras personas, aunque siempre desde su punto de vista. Hay lugar para sus hijas, sus amigos, la banda… Incluso su perro Shiwa tiene su protagonismo; el punto triste lo pone su desaparecida gata Mel. Pero de un músico, y escritor, como él no podía salir una obra en la que la música no estuviera presente. Y todo gracias a su amplia lista de temas, organizada en función de la hora y el momento del día por el que atraviese.  

Un día en mi cabeza, ilustrado estupendamente por Rebeka Elizegi, en perfecta armonía con las ideas que se arremolinan alrededor de Santi Balmes, tiene toques de humor. Pero se trata de un humor con sus dosis de ironía, hasta de sarcasmo. La sonrisa se dibuja en su cara, pero en ocasiones el rictus permuta al de preocupación o sorpresa por lo que narra.