El poeta Francisco José Cruz reconocido en su pueblo natal, Alcalá del Río
Ha compartido protagonismo con otros vecinos
Aunque reside en Carmona, ni él ni su pueblo natal han perdido el vínculo. Hablamos del poeta Francisco José Cruz y de Alcalá del Río. Y prueba de la admiración y el cariño que la localidad sevillana le profesa, el Ayuntamiento le ha concedido el Premio Vive Por su labor y/o trayectoria en la Cultura.
El 28 de febrero, Día de Andalucía, es la fecha elegida por el Ayuntamiento de Alcalá del Río para celebrar la gala de entrega de los Premios Vive, que en este 2023 han cumplido once años. Hablamos de unos galardones “cuyo principal objetivo es el reconocimiento del patrimonio humano existente en nuestro municipio con la distinción al trabajo, labor y dedicación de vecinos y vecinas en diferentes áreas como la cultura, la educación, el deporte, el bienestar social y la actividad empresarial”, según reza la convocatoria.
En la XI edición, el poeta Francisco José Cruz ha compartido protagonismo en el Teatro Municipal de Alcalá del Río con otros vecinos o instituciones como el Club de Natación Alcalá del Río (Por su labor y/o trayectoria en el Deporte), Lorenzo Álvarez Moya (Por su labor y/o trayectoria en la Educación), Autoclima Sport (Por su labor y/o trayectoria en el Empleo y la Economía) y la Escuela Deportiva de Diversidad Funcional (Por su labor y/o trayectoria en la Labor Social).


De Alcalá del Río a Carmona
Francisco José Cruz quiso en sus primeras palabras ante el auditorio “evocar no solo a mis padres sino a quienes de manera entrañable y decisiva contribuyeron también a que desde chiquitito me integrara plenamente en la vida del pueblo pese a mis limitaciones”. “Me refiero -continuó-, entre otros ausentes, a mi tía Cloti, mi tío Enrique, mi abuelo Misael y, sobre todo, a mi hermano, verdadero ángel tutelar de mis correrías infantiles por estas calles”.
En cuanto al Premio Vive, el poeta aseguró que “mucho me honra esta distinción, que ni siquiera imaginé cuando empezaba a esbozar mis primeros versos en la memoria o en mi ya vieja máquina Perkins, la misma que me acompaña desde mi adolescencia hasta ahora”.
Como decimos y sabrán los lectores de Gatrópolis, Francisco José Cruz reside en Carmona. “Llevo fuera de Alcalá 31 años, viviendo en Carmona, donde con el imprescindible y permanente apoyo de Chari, mi mujer, he escrito mis poemas más personales y, entre otros menesteres literarios, dirigido la revista de creación Palimpsesto, durante más de tres décadas”. Sin embargo, afirma que “la primera mitad de mi vida la he pasado aquí”, refiriéndose a la localidad que le vio nacer. Esa etapa inicial de su vida la recuerda con el doble sabor de la compleja existencia de un niño ciego a mediados del pasado siglo y la felicidad de su infancia en las calles alcalareñas. “En contraste con el infierno que padecí de niño, los primeros años de internado en el colegio San Luis Gonzaga de la ONCE, Alcalá del Río fue mi paraíso terrenal. No obstante, desde que tuve sentido crítico, nunca comprendí que uno pudiera sentirse orgulloso de su lugar de nacimiento por el mero hecho de serlo. El acto de nacer es fortuito, ajeno a nuestra voluntad, y el orgullo bien entendido tiene que ver con el esfuerzo y los méritos alcanzados. Por eso, más que orgulloso, me siento agradecido de ser alcalareño. Agradecido porque aquí se forjó mi carácter, cobré conciencia de la importancia vital de la cultura, y en infinitas conversaciones con algunos amigos de entonces, compartí mis incipientes inquietudes existenciales”.
Recuerdos de un niño alcalareño
En ese recorrido que le permite la memoria, el poeta recordó ante sus paisanos que “en el número 2 de la calle Ilipa Magna, o sea, La Laguna, donde viví con mis padres y hermanos casi hasta que me casé, escribí mis dos primeros libros, Prehistoria de los ángeles y Bajo el velar del tiempo. Aunque hoy no me identifico con ellos, en absoluto, sí fueron en mis comienzos, ya lejanos, el gran acicate para encauzar mi destino de poeta”. “Frente a mi casa, en la Plaza de España -prosiguió-, cuando todavía era de albero y los días de lluvia la encharcaban, mi hermano y yo nos encontrábamos con otros niños para jugar a lo que se nos ocurriera; casi siempre al fútbol”. En esos años iniciales, Francisco José Cruz ya coqueteaba con la que sería una pasión inherente a su ser. “Cuando ya la plaza estaba asfaltada y yo era un muchacho me paseaba muchas veces ensimismado de la baranda que da al río hasta el ayuntamiento y viceversa, aprendiéndome de memoria poemas como Lo fatal de Rubén Darío o El viaje definitivo de Juan Ramón Jiménez, que junto a algunas experiencias fundamentales han marcado desde entonces mi visión de las cosas y, por ende, de mi escritura”. Ahí, el poeta, “con la ansiedad del adolescente” y la ceguera como compañera vital y el apoyo de su familia, “ya alternaba mis lecturas en braille con los libros que me leían mi tío Salvador, mi tío Enrique, mis hermanas Gema y Mari, y sobre todo mi madre, cuya abnegación ha infundido en mí una enorme exigencia y autenticidad en el arte de hacer versos”. En este sentido recordó que “uno de los libros, de los pocos libros, que a mi madre le gustó leerme, fue Lejos de África, de Isak Dinesen. En él, la escritora danesa cuenta cómo los masais, con mudo asombro, la rodeaban mientras escribía. Ellos consideraban cualquier texto escrito algo sagrado, incapaz de mentir. Parecido fervor sentía yo entonces, cada vez que tenía un libro entre mis manos. En fin, la poesía ha hecho de mí la persona que soy y me ha dado todo cuanto uno puede pedirle a la vida”.
Un emotivo regreso a las raíces
Ser profeta en propia tierra no debe de ser fácil cuando el dicho popular, habitualmente sabio, avisa de las dificultades que entraña una empresa como ésta. Pero el pasado 28 de febrero, Francisco José Cruz fue protagonista en su Alcalá del Río natal y se convirtió en motivo de reconocimiento. Por eso, desde la humildad que le caracteriza y desde la satisfacción, agradeció “de corazón a David Ruiz, quien propuso mi nombre, y demás miembros del jurado, por considerarme el Premio Vive de Cultura del Ayuntamiento de Alcalá del Río”. Un premio que dedicó a la juventud que representan en su familia su hija “Alicia y mis sobrinas y sobrinos aquí presentes, para que nunca olviden el valor humano de la poesía”.
Francisco José Cruz celebró “que este reconocimiento me haya traído de nuevo a mi pueblo natal, junto a mi familia alcalareña, mi familia carmonense y amigos entrañables que también son mi familia, y me haya permitido asomarme a mis raíces”.
Concluyó su alocución recitando una bonita y entrañable canción “con el vértigo del tiempo desde la mirada del niño que fui”:
“Cómo iba yo a imaginarme, cuando era chico, que mi abuelo antes que abuelo solo era un niño que jugaba a la pelota con otros niños en una calle sin coches o en un baldío. Cómo iba yo a imaginármelo cuando era chico, dando sus primeros pasos entre dos siglos, de la mano de su madre, o ya solito. Cómo iba yo a imaginarme cuando era chico a mi abuelo en una cuna recién nacido. Cómo iba yo a imaginarme lo que imagino”.