Todos somos iguales, en lo bueno y en lo malo. Paco Sepúlveda, en un largometraje dedicado a sus padres, y por si no lo sabíamos aún, nos dice que en cuanto a los sentimientos, las personas nos parecemos más de lo que creemos. En realidad la igualdad se manifiesta en la finitud de nuestras vidas, aderezadas por esos temores, dudas, alegrías, ilusiones, ambiciones… la infancia y la vejez… que nos dan forma y jalonan nuestra existencia. Historias es, precisamente eso, una colección de historias breves, once, que conforman un universo mágico nacido de la imaginación de su director y guionista, y basado en experiencias ¿propias?, ¿ajenas?, o combinadas tras la observación y la reflexión. 

En Historias, como queda dicho, todos nos ponemos ante el espejo como seres humanos y nos vemos reflejados. Da igual la edad que tengamos. Porque la vida, en su, afortunadamente para la mayoría, larga línea que traza (con sus curvas, sus altos y sus bajos) es eso, un caminar  constante que nos lleva por etapas diferentes; ¿cada edad tiene sus propias dudas aunque con la misma manera de afrontarlas?

La vida, como nos dibuja Paco Sepúlveda en Historias, comienza con nuestro alumbramiento y acaba con nuestra muerte. Algo tan obvio como tan necesario recordarlo a veces. Es ese círculo que la película traza con la exhibición de sentimientos que nos permite sentir y reflexionar durante una hora y media de proyección.