Tras ocho temporadas y 71 capítulos ha terminado Juego de Tronos (Game of Thrones). Desde aquel 17 de abril de 2011 en que se emitiera la primera entrega hasta el pasado 19 del actual mes de mayo, hemos seguido con sumo interés, unos más que otros, las andanzas de Jon Nieve y los Stark, de Tyrion Lannister y su particular saga familiar, de Daenerys Targaryen y sus tres hijos dragones, de los casi indestructibles caminantes blancos, de la Guardia de la Noche, de los salvajes… y de las distintas dinastías que han formado un escenario bélico, de traiciones, intrigas…, surgido del imaginario de George R.R. Martin y que ha producido HBO.
Una ficción para la historia
Hablamos de una de las ficciones televisivas más seguidas de la historia. La que más guionistas improvisados, nacidos de las redes sociales, ha tenido; cada uno ofreciendo su particular y subjetiva opinión sobre el desarrollo de la trama. No en vano, su último capítulo ha despertado un debate inaudito en cualquier producción televisiva, no dejando a nadie ajeno ante el desenlace final.
Juego de Tronos ha dejado personajes para la memoria colectiva, desde Tyrion a Cersei, pasando por Jaime, Jon Nieve, Daenerys, Ned Stark, Sir Jorah, Gendry, Robert Baratheon… Momentos imborrables como la Boda Roja, la pelea a muerte entre Gregor Clegane La Montaña y Oberyn Martell, la ejecución pública de Ned Stark, el asesinato de Tywin a manos (o con la saeta de una ballesta) de su hijo Tyrion… También frases como “un Lannister siempre paga sus deudas” (“a Lannister always pays his debts”), o localizaciones en España como el Alcázar o Las Atarazanas en Sevilla; la plaza de toros de Osuna o las Ruinas de Itálica, también en la provincia sevillana; el Puente Romano de Córdoba; la catedral, el barrio judío o los baños árabes de Girona; las Bárdenas Reales de Navarra; el Castillo de Peñíscola; la Alcazaba o la Sierra de Alhamilla en Almería; el Castillo de Santa Florentina en Canet de Mar (Barcelona)… Ello sin contar los espléndidos enclaves de otros lugares allende nuestras fronteras.
Un trono de madera para los Seis Reinos
¿Qué vamos a hacer ahora sin Juego de Tronos?, se preguntan muchos… Pues sobrevivir, como se ha logrado hacer con otras grandes ficciones televisivas. Y llegarán otras que la irán dejando a un lado, aunque, eso sí, sin quitarle ni un ápice de sus excelencias; esas excelencias que la han convertido en todo un fenómeno social. Porque Juego de Tronos ha sido, es y lo será por siempre, algo más que una serie de televisión. De hecho, en Juego de Tronos encontramos un mundo paralelo al nuestro. Este mundo en el que habitamos que, hasta donde la memoria y los libros alcanzan, ha estado siempre en guerra, conflictos… con atentados, magnicidios, etc.
En Juego de Tronos nos hemos visto reflejados los ciudadanos de a pie y los políticos, nuestros gobernantes. Esos que se han podido mirar en el espejo de una serie televisiva que ha desgranado todos los aspectos ruines y sórdidos del ser humano. Y todo ello para obtener el poder, la hegemonía. Al final, Bran Stark, el Tullido, se alza con un triunfo perseguido por muchos pero solo al alcance de él… De él y de su silla de ruedas. La nobleza de su madera ha podido con la dureza del hierro de las espadas de los enemigos del rey Aegon I y del fuego de Balerion.
El bien se ha impuesto al mal.