La gala de la 33 edición de los Premios Goya empezó como todas, como una fiesta del cine español, con mucho glamour (salvo excepciones), con la ilusión de los candidatos y con sus nervios, con las frases típicas y tópicas como “llegar aquí ya es un premio”, pero con el deseo encendido de ser el elegido o la elegida por la Academia de Cine Español para pasar a la historia. Se dice en el ámbito futbolístico que nadie se acuerda del finalista, sino del campeón, ya que las finales no se juegan, se ganan. Sin embargo, es de alabar, se consiga o no la estatuilla con el busto del pintor aragonés, el gran esfuerzo y el talento de quienes llegan hasta ese último peldaño, así como el de los que ni siquiera se acercan al mismo. Muchos trabajos se quedan en el empeño. Pero no por ello dejan de tener su valor. Ya lo dijo el presidente de la Academia, Mariano Barroso, en su discurso: “Hay un puñado de buenas películas que se han quedado fuera de la lista”.

Noche de reivindicaciones
Además, este año había un doble aliciente en la gala de los Premios Goya. Por un lado, Sevilla era la sede de esta gran fiesta del cine español por primera vez en sus 33 años de existencia; por otro, había nuevos conductores de la misma, la pareja artístico-sentimental formada por Andreu Buenafuente y Silvia Abril.
Nuevamente, los Premios Goya han mostrado su lado reivindicativo. Desde el #niunamenos en contra de la violencia machista hasta la integración social de las personas con discapacidad, con el reconocimiento como Mejor Película a Campeones, de Javier Fesser. Uno de sus intérpretes, el premiado como Mejor Actor Revelación, un emocionado y locuaz Jesús Vidal puso en pie en su discurso de agradecimiento al patio de butacas del FIBES. «Me vienen a la cabeza tres palabras: inclusión, visibilidad, diversidad», fue una de las plausibles frases que pronunció. Tampoco podemos obviar la reivindicación del empoderamiento de las mujeres, del amor entre ellas, de la ley de violencia de género, etc. Incluso, Màxim Huerta hizo apología del humor al bromear con su corta etapa como ministro de Cultura: “me llaman el breve”, dijo. Y es que como concluyera la gala Andreu Buenafuente, “¿Por qué no dejamos al humor tranquilo? Es de las cosas que más nos unen, como el cine”.

Campeones vs El reino
Campeones (11) y El reino (13) eran las dos películas con más candidaturas; Javier Fesser versus Rodrigo Sorogoyen; un canto a la igualdad versus una denuncia a la corrupción… También era la noche, a priori, de Antonio de la Torre, nominado a Mejor Actor (El reino) y a Mejor Actor de Reparto (La noche de 12 años). Curiosamente considerado por sus “rivales”, como Jose Coronado (Tu hijo) o Javier Gutiérrez (Campeones), el gran favorito para llevarse el primero de los galardones. Finalmente, fue fiel a los pronósticos de sus colegas de profesión y se alzó con este reconocimiento que sirve para hacer justicia a un actor de raza. “Este goya no se va a coger el AVE de vuelta, se queda en esta tierra, donde vivo», manifestó al recoger el busto de Goya. Compartió el premio con “mis farruquitos» y con «Rosario, por tensar bien la cuerda cuando me echo a rodar», y “a los políticos que se levantan cada mañana tratando de cambiar el mundo». Obviamente, no podía olvidarse de su tierra, Andalucía, ni de su paisano Chiquito de la Calzada, al despedirse con un «hasta luego, Lucas».

También fue la noche de Penélope Cruz sin Javier Bardem, ausente por razones de trabajo. El protagonista de la película más nominada en la historia de los Goya, Mar adentro, de Alejandro Amenábar, en 2005 (14 de 15), siguió la gala en la distancia. Él era uno de los aspirantes a Mejor Actor (Todos lo saben).
Y, por supuesto, también fue la noche de Narciso Ibáñez Serrador. El pasado 12 de enero recibió el Goya de Honor. Ayer no pudo estar físicamente en la ceremonia, pero a buen seguro disfrutó con el homenaje que recibió por parte de los directores Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró, Juan Antonio Bayona, Rodrigo Cortés, Álex de la Iglesia, Juan Carlos Fresnadillo, Paco Plaza y Nacho Vigalondo.
La música la pusieron el trío formado por Rozalén–Amaia Romero–Judit Neddermann, el pianista James Rhodes y Rosalía, quien cantó un tema clásico, ‘Me quedo contigo’, de Los Chunguitos, que en su momento formó parte de la banda sonora de Deprisa, deprisa, de Carlos Saura.

El discurso del presidente
30 años de Mujeres al borde de un ataque de nervios se han cumplido. Por eso, Pedro Almodóvar, junto a Rossy de Palma, Loles León y Julieta Serrano fue el encargado de anunciar el premio a Mejor Película. El realizador manchego se acordó de Antonio Banderas, Chus Lampreave o Fernando Guillén.
Mariano Barroso, presidente de la Academia tras el fallecimiento de su antecesora en el cargo, Yvonne Blake, tuvo palabras emotivas para esta en su breve pero intenso discurso.
“Quiero agradecer a nuestros espectadores su apoyo y presencia”, dijo asimismo. También quiso acordarse de “nuestros actores y técnicos”, y pidió una convivencia en paz entre el cine y las plataformas y las televisiones: “El cine no debe derrotar a la televisión ni la televisión al cine”, afirmó para avisar que hablamos de “una alianza entre ganadores”. “El cine no va a desaparecer”, aseguró.
Esta es la contracrónica de la noche en que los Premios Goya se celebraron en Sevilla y nuevamente se reivindicó el papel de la mujer en la sociedad y en el cine. Este año, además, con un claro protagonismo de las personas con discapacidad intelectual. Ojalá esto último no sea flor de una gala y realmente apoyemos a este colectivo.
Por cierto, ¿con qué pegaron la solapa de los sobres?
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.