Hoy, 10 de enero, se cumplen dos años de la muerte de David Bowie. Recuerdo ese día como si fuera ayer. Curiosamente, mi yo melodramática se sintió igual que el día que murió Heath Ledger, los dos genios que ningún humano se mereció nunca.

Creo que Bowie siempre estuvo en mí. Cuando intento pensar en cuándo apareció en mi vida, nunca consigo averiguarlo, porque siempre ha estado ahí, va un paso por delante de mí. Por delimitarlo en el tiempo, creo que apareció cuando escuché Nature Boy por primera vez. Por aquel entonces yo tendría unos 6-7 años, que siendo sensatos, no tenía ni idea de quién era Bowie, eso lo descubrí más tardíamente. Pero sé que era parte de un recopilatorio de canciones, y para mi, aquella canción, tenía algo diferente a lo que por aquel entonces mis padres ya me estaban inculcando.

Pero después, llegó en diversas representaciones físicas: mi primera pareja, mi grupo favorito, mi primer viaje al extranjero sola. Recuerdo haber ido a una casa de acogida, en Peterborough, un pequeño pueblo inglés. Allí, vi por primera vez Labyrinth (“Dentro del laberinto”), y me voló la cabeza, completamente. Después, vino The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, y ya no pude escapar. A partir de entonces noté como una compañía constante en mi interior. Pero era curioso, porque nunca llegó a ser mi cantante favorito, era una presencia musical que estaba constantemente en mi cabeza, en mi alrededor, y por el que sentí profunda devoción. No tengo forma de materializar lo que me hacía sentir, pero creo que todos tenemos una banda sonora de nuestra vida, y la mía fue él.

Y en cambio, se fue. El talento, la pura música, nos dejó un día de repente. No sin antes decirnos ‘hasta luego’. Publicó el videoclip de ‘Lazarus’ el 7 de enero, tres días antes de morir. Él lo sabía y, jo… Bowie, nadie se dio cuenta. Publicó el tema más oscuro de toda su carrera, el álbum más intrínseco y profundo de su vida… para irse sin más, sin darnos cuenta de que se estaba despidiendo de nosotros.

Recuerdo que el día que Bowie murió no pude creerlo. Mi hermana se acercó a mí diciéndome: “tengo algo importante que decirte. Bowie ha muerto”. Se giró a la tele y allí estaba. Se fue una parte importante de mí en aquel momento.

Y aún hoy, dos años después, sigo sin ser capaz de escuchar una canción entera de él.

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