El pasado 22 de febrero se cumplieron 80 años del fallecimiento en Collioure del autor de Soledades y Campos de Castilla. Murió en su camino al exilio, añorando a una España que no pudo ser, y con la que soñó durante toda su vida. Para conmemorar esta efeméride, el hispanista Ian Gibson ha publicado Los últimos caminos de Antonio Machado (De Collioure a Sevilla), editado por Espasa, y que ya va por su 2ª edición.
Ian Gibson nos ofrece un retrato personal del poeta, escritor y profesor nacido en el Palacio de las Dueñas de Sevilla. Seguimos a Machado desde su infancia hasta su triste final en Francia, sin perder de vista ninguno de los pasajes más relevantes de su vida personal, artística y política. Somos testigos de su paso por Madrid, Soria o Baeza, su infinita añoranza por su ciudad natal, su crecimiento como artista, su lucha por hacer de España una patria de la que sentirse orgulloso, su “affaire” platónico con Pilar de Valderrama, o su odisea hacia la libertad.
De las páginas de esta obra se desprende que Antonio Machado era un hombre de firmes creencias políticas, algo que le pasó factura a lo largo de su vida, ya que la realidad siempre era otra muy diferente a la soñada por él. Algo que también pasaba en el ámbito personal. Vivió con pasión cada paso que daba ya fuera en lo familiar, en el amor, en la poesía… Y al igual que en la política, no siempre recibía lo que daba, algo que le llevó a la frustración en algunas ocasiones, llegando a reflejarse en su salud a largo plazo. Todo un romántico que vivió y sufrió como los atormentados personajes del siglo XIX.

Ian Gibson nos muestra a un Machado muy humano a través de un relato que nos ayuda a comprender más la obra y la vida del artista sevillano. Al igual que en otros libros, la narración se apoya en testimonios de personas cercanas al poeta como su hermano José, Pauline Quintana y Jacques Baills, que lo acogieron en Collioure; su amigo y filósofo, Joaquín Xirau; o su amor platónico, Pilar de Valderrama, entre otros nombres.
Al finalizar la lectura de Los últimos caminos de Antonio Machado se te queda una sensación mezclada entre la admiración y la tristeza. Admiración por el legado que nos ha dejado y las enseñanzas que nos dejó el sevillano. Y tristeza por cómo no se cumplieron sus expectativas, por cómo tuvo que abandonar su querida España y por cómo fueron sus últimos días. En ocasiones, el devenir de los acontecimientos no se corresponde tristemente con lo aportado por uno. Los que quedamos debemos tener como misión transmitir la herencia artística de personajes como Machado, para que de este modo no caiga en el olvido. Ya sea como escritores de prestigio como Ian Gibson, o como ciudadanos de a pie. Una asignatura pendiente que todavía tiene su Sevilla natal.
“En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia,
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera”.
Fotografía de portada vía Twitter Editorial Espasa.