César Pérez Gellida: “Mi prioridad es que con 'Nada bueno germina' los lectores entiendan el universo de Sebastián Costa y Antonia Monterroso”
Vuelve a conquistar a los lectores
Nada bueno germina (Ediciones Destino) continúa la trama creada por César Pérez Gellida con su novela, ganadora del Premio Nadal 2024, Bajo tierra seca. Y como se suele decir con mucha razón (en esta obra queda constatado), ambas se complementan, pero se pueden leer de manera independiente. El escritor pucelano ha vuelto a conquistar a los lectores con un trabajo literario estupendo que ya forma parte de nuestro imaginario, con dos personajes como Sebastián Costa y Antonia Monterroso, que no dejan indiferente a nadie. Mucho menos a quienes tienen la mala suerte de cruzarse en sus caminos.
Nada bueno germina completa, o se supone, la bilogía iniciada con Bajo tierra seca, la cual recibió el Premio Nadal 2024. Me llaman mucho la atención los títulos, porque el de la segunda novela es una continuación de una frase popular que se une al de la primera como un lazo invisible. La verdad es que me gusta mucho la manera de titular que tienes, en general. Lo de escribir una bilogía, ¿es algo planificado o surgió sobre la marcha?
Ni lo uno ni lo otro. Por mi forma de estructurar una historia, que no contempla trabajar con un argumento previo, con un guion que tenga que seguir, no me acuerdo muy bien de la decisión que tomé, y cuándo la tomé, de continuar con la historia de Antonia Monterroso y Sebastián Costa. Intuyo que fue como en el último tercio de Bajo tierra seca cuando decidí que merecía la pena darle más continuidad. No es improvisado, pero tampoco es algo que tenga en la cabeza desde el principio. Son los personajes quienes me lo dicen, si necesita o no tener una continuación. Yo me guío mucho por mi intuición. Tengo un plan en la cabeza, pero no es un plan de estructura. Sobre todo es de escuchar a los personajes y que sean ellos los que me vayan diciendo por dónde tiene que ir la historia.
Lo que argumentas coincide mucho con lo que dices en relación con el personaje de Martín Gallardo: algo que obviamente no vamos a desvelar.
Sí. Esa nota que pongo al final tiene algo que ver con mi deseo de hacer un regalo a los lectores. Que vean el trasfondo que tiene escribir una novela y cuándo se toman las decisiones que a uno le duelen y que tienen una razón de ser. Creo que a los lectores les gusta conocer el proceso que hay detrás de la escritura de una novela. Todo lo que no se cuenta más allá de las páginas.
Sebastián Costa y Antonia Monterroso son malos, muy malos. Pero ambos tienen algo que te atrapan como lector. Te generan dudas sobre lo que deseas que les ocurra en el futuro. No sabes si quieres que los atrapen o los maten, o que salgan inmunes de todos los líos en los que se meten. ¿Eso es porque nos atrae el mal sobre el bien?
(Risas). Creo que todos los personajes tienen aristas. No creo en esos personajes que son 100% Moriarty o 100% Teresa de Calcuta. Creo en los que poseen la posibilidad de mostrar luces y sombras. Es verdad que Antonia Monterroso y Sebastián Costa pueden pertenecer más al mundo de las sombras que de las luces, pero me sorprende que los lectores sean capaces de conectar con personajes tan pérfidos como pueden ser estos dos. Has explicado su histórico vital y entienden de alguna forma por qué han tomado sus decisiones.

Fotografía de Andrea del Zapatero

Todos los personajes tienen aristas; creo en los que poseen la posibilidad de mostrar luces y sombras
César Pérez Gellida, sobre 'Nada bueno germina'
Hay momentos en que deseas que los pillen, pero a la vez sientes algo por ellos para desear que logren salir airosos (risas)
(Risas). Bueno, pero eso está muy bien. La experiencia lectora de cada uno de quienes se zambullen en esas páginas es diferente. Es algo directamente relacionado con cómo es cada lector y cómo es el arco de los personajes. Van evolucionando. Antonia Monterroso, de Bajo tierra seca, no es la misma de Nada bueno germina. Y lo mismo le sucede a Sebastián Costa. En esa divergencia es donde encuentras los matices para que la historia realmente crezca y explote en la cabeza de los lectores.
Al trío de personajes que forman la parte principal del reparto, por decirlo de alguna manera, de Bajo tierra seca, Antonia Monterroso, Sebastián Costa y Martín Gallardo, le unes en Nada buena germina a otros muchos con bastante peso, que no están para rellenar, ¿verdad?
Pero tampoco eso es algo que yo tenía previsto. Es simplemente que ha ido surgiendo en la necesidad de alimentar la trama y que tuviera un sentido. Cuando empecé a escribir Nada bueno germina lo hice con la intuición de querer continuar la historia de Sebastián Costa y Antonia Monterroso. Pero a partir de ahí, yo no tenía ninguna pretensión más. Todo esto lo tienes que ir alimentando poco a poco. Y en la trama, que en algún momento sabes que cambia completamente con la desaparición de un personaje, ese espacio que queda hay que llenarlo. Pero luego, las historias de Sebastián Costa y Antonia Monterroso son divergentes. Y en algún punto se tienen que encontrar. Construir todo eso sin haberlo planificado requiere mucha maduración y darle bastantes vueltas.
En esa importancia que les das a los personajes demuestras que aun así, nadie es imprescindible…
No, no lo hay…
… De hecho, hay 44 muertos, según has contado, sin añadirles los heridos…
(Risas). Claro, claro. Que alguno ha podido palmar en el proceso… Ningún personaje es imprescindible. Y hay algunos de los que tienes que prescindir si no quieres que la trama languidezca. Que no te metas en un túnel del que no podrás salir. Y esto ocurre porque yo no planifico las novelas. Si en algún momento, mi intuición me dice que la trama va perdiendo fuerza, hay que tomar una decisión. Y las decisiones normalmente, las que están, las que se quedan entre medias, son equivocadas. Tengo que tomar decisiones que me cuestan, porque con algunas me ha pasado eso.

Fotografía de Andrea del Zapatero

Mi intuición me dice cuándo la trama va perdiendo fuerza y hay que tomar una decisión
César Pérez Gellida, sobre 'Nada bueno germina'
Tendemos a etiquetar las novelas. Es necesario catalogarlas para saber dónde ubicarlas. Nada bueno germina, partiendo de la base de su condición de novela negra, es difícil atraparla en este sentido. A mí me recuerda en ocasiones a un western, en otras a una historia sobre el crimen organizado, en otras a una road novel… Tiene muchas capas. ¿Esta impresión que tengo es fruto de esa improvisación a la que te refieres sobre su preparación?
Claro (suspiro). Cuando empiezo a escribir no tengo la pretensión de que alguien dé con la etiqueta adecuada para que catalogue la novela para colocarla en la estantería de El Corte Inglés que corresponda. No me importa nada. Todo lo demás viene dado por esa necesidad que hay de hacer fácil la vida a los lectores. “Esto, es esto”. “Se parece a esto”. Pero yo no intervengo en eso. No me interesan las etiquetas. Ojalá, dentro de equis años, alguien escribiera algo que dijera “pues mira, esto es como Bajo tierra seca o como Nada bueno germina”. Eso sería lo bonito.
Nada bueno germina se desarrolla en la segunda década del siglo XX. Las secuelas de la pérdida de las colonias americanas de finales del XIX todavía se dejan sentir en España. Además, destaca mucho el desarrollo de la trama en muchas localizaciones del país, Ciudad Real, Madrid, Sevilla, Córdoba, Jaén, Valladolid… ¿Qué importancia tienen ambos detalles en la creación y el desarrollo de la novela?
Es una cuestión de atmósfera. No tienen más relevancia que el lector viaje contigo en el tiempo y entienda por qué va a una zona hostil, que explica ese comportamiento de los personajes. Estamos en un periodo histórico en el que se ha trabajado muy poco en España, como es el primer tercio del siglo XX, en el que la pérdida de las colonias de Ultramar genera una gran crisis política que afecta a lo social y a lo económico. En ese caldo de cultivo nada bueno germina. Es muy importante que se entienda la atmósfera para comprender por qué la mayoría de los personajes tiene ese comportamiento, por qué se produce ese tipo de conflictos que no van a llegar a ningún sitio bueno.
La novela, también Bajo tierra seca, suena a guion de cine o de serie. Es tan visual que parece que estás ante la pantalla de una sala de cine o de una televisión. ¿Hay alguna idea para el futuro en relación con esto?
Estamos trabajando en ello. Lo que pasa es que esto es un proceso larguísimo. El asunto de las adaptaciones no es fácil. No está en mis manos. Está en las de terceros (breve pausa). Bajo tierra seca tiene el guion escrito. Desde hace tiempo. Está escrito por mí, en seis capítulos. Nada bueno germina no lo tiene todavía empezado. Pero ojalá se pudieran hacer dos temporadas de una miniserie muy cañera. Pero necesitamos mucho mucho presupuesto. Esto, o se hace con mucho dinero, o no se hace. Es para hacerlo muy bien. Y para ello hace falta mucho dinero.
Pasa que si después no sale como los lectores nos lo hemos imaginado, nos defraudamos…
… Claro. Y para eso necesitas un presupuesto en condiciones. Rodar un capítulo te puede costar entre 600.000 y un millón de euros. Y estamos hablando de doce capítulos. Necesitas un presupuesto por encima de diez millones de euros. Y eso no es fácil de conseguir. Pero ahora, ésa no es la prioridad. La prioridad es que Nada bueno germina llegue a muchos hogares y los lectores terminen de entender este pequeño universo que he montado con estos dos personajes, dos auténticos hijos de p… (Risas).
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero