'El Instituto Cervantes, embajador de los premios honoríficos de la Academia de Cine'

Dentro del convenio de colaboración con la Academia de Cine para que el Instituto Cervantes difunda y promueva el cine español fuera de nuestras fronteras, éste ha presentado internacionalmente las obras de los profesionales reconocidos con el Goya honorífico. Su programa Premios Goya de Honor de este año tiene como protagonista a Chicho Ibáñez Serrador, el galardonado de la última edición.

Desde el pasado lunes, 7 de octubre, y hasta el 14 de noviembre, el Instituto Cervantes exhibirá en cuatro de sus centros de fuera de España –Amán, Estambul, Estocolmo y Tetuán– dos títulos del fantástico y el terror español: La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), de las que Ibáñez Serrador fue guionista y director; y El asfalto y El televisor, dos capítulos de la serie de TVE Historias para no dormir

Chicho Ibáñez Serrador, Goya de Honor 2019

«Una de mis mayores aficiones es viajar a cualquier parte del mundo, conocer gente de diferentes culturas y, sobre todo, de diferente manera de entender la vida. Ahora en cierta manera estoy viajando, viajando con mi trabajo, para que el público entienda mi manera de entender el entretenimiento. Entretener, esa palabra que buscamos con desesperación para llegar a la parte fundamental de nuestra profesión… el público. Durante mi carrera lo único que he pretendido es que la persona que se siente frente a un televisor o una pantalla de cine, esboce al final una sonrisa, una lágrima o su propio miedo. Que sienta, que disfrute o padezca, pero sobre todo que sienta, eso significa estar vivo y esto último es el mejor regalo que tenemos«. Con estas palabras presentó este ciclo el desaparecido maestro del suspense, que también se pronunció sobre los trabajos que se exhibirán  en los centros del Instituto Cervantes de Amán, Estambul, Estocolmo y Tetuán.

De La Residencia y ¿Quién puede matar a un niño?, sus dos únicas películas, comentó que eran «como dos hijos que crías de la misma manera, con el mismo amor, con las mismas palabras… y terminan siendo muy diferentes. La primera tiene una factura más clásica, correcta, incluso académica. La segunda es el hijo rebelde e inconformista que quiere cambiar el mundo«. Y de El asfalto y El televisor –en ambos títulos trabajó con el actor que más admiraba, su padre Narciso Ibáñez Menta–, espera «que les haga reflexionar sobre lo que somos o mejor dicho, en lo que nos podemos convertir«.

En todas sus producciones, el cineasta, realizador de televisión, guionista, director teatral y actor siempre pensó en el espectador. «Los que nos dedicamos a este mundo de locos nunca tenemos que olvidar que yo sin vosotros… no soy nada«, decía siempre el maestro.

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