El pasado 26 de febrero, Netflix hizo uno de sus estrenos de una de sus últimas series, Esta mierda me supera (I am not okay with this), basada en la novela gráfica del mismo nombre de Charles Forsman. Protagonizada por Sophia Lillis (Sydney Novak), Wyatt Oleff (Stanley Barber) y Sofia Bryant (Dina), narra la historia de Sydney, quien tras perder a su padre empieza a notar ciertos cambios en su conducta. Girando alrededor de la búsqueda de su identidad a través de los orígenes, Sydney tiene que aprender a dominar sus poderes mientras averigua más sobre quién fue realmente su padre.

Por momentos, parece que los poderes de Sydney son una alegoría de la inestabilidad propia de un adolescente. Desconoce qué le pasa y no sabe controlarlos. A esto habría que sumar que su protagonista tiene que pasar por diferentes fases de adolescente: el amor, el desamor, el rechazo de sus compañeros…

Sin duda, lo más decepcionante de la serie es que tira del cliché de todas sus predecesoras, como es el caso de The end of the fuck*** world o Stranger Things. Protagonistas perdidos, en su esencia adolescentes que están confusos con su propia existencia y con su entorno. Es más, contempla el mismo tipo de narrativa y de elementos que hacía originales a estas: elipsis, voces del subconsciente, toques de ironía en momentos dramáticos, capítulos cortos… y, sobre todo, buena música. Esta misma música es lo más destacable de todas ellas y es un buen hilo conductor. Además, es la que crea anacronismo respecto a lo que vemos y lo que se escucha, llegando a hacernos dudar de la época en la que se sitúan las historias. Bonnie Tyler, LCD Soundsystem, Pixies o The Kinks son algunos de los elegidos en esta primera entrega de Esta mierda me supera. Como punto fuerte, la dirección de arte y de fotografía también son de sobresaliente.

Aun así, su labor la cumple. Entretiene de buena manera y la brevedad de sus capítulos te pueden evadir del exterior durante una tarde entera.