Michał Kwieciński y Eryk Kulm sobre la película 'Chopin, Chopin!'
Película que clausuró el Festival de Cine de Sevilla 2025
De Frédéric Chopin se dice que “la primera estrella del rock nació en el romanticismo”. Su popularidad fue tan grande que fue agasajado por todos los estamentos sociales de una población parisina que vivía en plena lucha de clases, hasta su muerte por tuberculosis a los 39 años de edad, el 17 de octubre de 1849.
Michał Kwieciński ha dirigido la película Chopin, Chopin! basada en la figura del compositor y pianista polaco. Ojo, no hablamos de un biopic, sino de un retrato psicológico que el director, productor, guionista y fundador de la productora Akson Studio ha realizado de un artista que vivió entre su pasión por la música y el miedo a una muerte que le acechó desde niño. El papel de Chopin lo encarna Eryk Kulm, quien realiza una exquisita interpretación que no dejará indiferente a nadie. Tanto Kwieciński como Eryk Kulm han mantenido una edificante conversación con Gatrópolis en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2025.
Queremos agradecer Jasmine Molina su colaboración como intérprete para la realización de esta entrevista.
Chopin, Chopin!, traducido al español como Chopin, una sonata en París, es un título muy gráfico que evidencia la popularidad del compositor y pianista, muy agasajado por el público que asistió a sus cursos, y cuyo nombre fue muy vitoreado en multitud de ocasiones. ¿Se trata de un título buscado para que fuese llamativo y resumiera lo que fue el artista supuso?
Michał Kwieciński: La repetición ¡Chopin, Chopin! está relacionada con su estatus de pop star, de estrella. Igual que si ahora viéramos a Lady Gaga por la calle, le diríamos “¡Gaga, Gaga!”.
Se ha dicho de él que “la primera estrella del rock nació en el romanticismo”. Después de haber dirigido una película sobre él y conocerlo más a fondo, ¿está de acuerdo con esta afirmación?, ¿fue tan relevante su estatus en la época?
Michał Kwieciński: En París sí que era una estrella; una estrella igual que su amigo Liszt (Victor Meutelet). Los dos eran muy famosos. Pero una cosa que a Chopin no le gustaba eran los grandes conciertos. Porque lo que quería era que las personas le escucharan. Decía que no le escuchaban cuando había mucha gente, un gran público. Era algo más visual. Él quería que su público estuviera más concentrado cuando lo oía.
Fotografía de Andrea del Zapatero
Eryk es una persona muy sensible y tengo la sensación de que Chopin también debía de serlo
Michał Kwieciński, director de 'Chopin, Chopin!'
Entiendo que más que una biografía es un retrato psicológico del artista y la persona.
Michał Kwieciński: Exacto. Has pensado exactamente lo que yo quería que todo el mundo pensase al ver esta película. Porque no es una biopic, unaz biografía, sino un estudio psicológico de su naturaleza, de su corazón.
Eryk. He leído que te hacía mucha ilusión encarnar a Chopin en una película. Y que esto es un sueño cumplido, ¿cierto?
Eryk Kulm: Sí. Era uno de mis sueños. Cuando yo era pequeño iba a ser pianista porque mi padre era batería de jazz y comencé a tocar el piano cuando tenía tres-cuatro años. Y conforme me convertí en actor, para mí fue una transición natural poder desarrollar este personaje. En mis clases de música había tocado a Chopin durante nueve años. Era un sueño poder aunar la música con este personaje.
Cuando un actor interpreta a un músico, lo habitual es preguntarnos si él toca los instrumentos. En tu caso parece que ha sido así, ¿no?, ¿tuviste que recurrir a lo aprendido en aquellos años de juventud a los que te refieres para tocar las piezas de Chopin?
Eryk Kulm: Uno de los objetivos al ser yo el actor que encarnara a este personaje era que yo pudiera tocar al mismo tiempo que actuaba. Esto permitía que se grabase la música de otra manera, pudiendo utilizar planos largos. Y en realidad esa ha sido la parte más emocionante de poder desempeñar este papel.
Fotografías de Andrea del Zapatero
De alguna manera, creo que Chopin estaba enfermo de música
Eryk Kulm, interpreta a Chopin en 'Chopin, Chopin!'
Anteriormente a Chopin, Chopin! coincidisteis en otra película, Filip. ¿Cómo ha sido este reencuentro? ¿Por qué Michal ha vuelto a trabajar con Eryk? ¿Qué tiene de especial como actor para este papel además de su perfil romántico?
Michał Kwieciński: Fue un comienzo extraño, porque de hecho fue Eryk el que me propuso a mí como director la idea. Estábamos hablando y me preguntó si tenía alguna idea para una película. Y me propuso hacer una sobre Chopin porque a él le gustaba la idea de hacer ese papel. Y también se añade el hecho de que físicamente Eryc se parece físicamente a Chopin. No conozco mucho a Eryk a nivel privado, pero sí sé que es una persona muy sensible y tengo la sensación de que Chopin también debía de serlo. Definitivamente, no he tenido dudas a la hora de elegir a Eryk porque, además de darme la idea (risas), para mí es fantástico trabajar con actores que tienen mucho talento; y él lo tiene. También quisiera subrayar que cuando empecé a hacer la investigación de las cartas literarias de él vi que había muchas similitudes en cuanto al carácter entre Eryk y Chopin y, de alguna manera, entre Chopin y Eryk.
¿Y qué puede decir Eryk sobre Michal?
Eryk Kulm: Trabajar con Michal es fantástico porque pensamos de la misma manera. Y no hay ningún obstáculo que él pueda salvar. Es pionero en Polonia en ese aspecto porque tiene una de las productoras más importantes y ha hecho muchas cosas nuevas allí. Yo sé que cada vez que nos marcamos un objetivo no hay excusas, no hay obstáculos, porque los salvamos. Y cuando Michal quiere algo, se hace. No se sabe cómo, pero se hace (risas). Y, además, tenemos una sensibilidad similar. Queremos hacer cine europeo, y Michal quiere ir más allá de Polonia. Quiere hacer cine a gran escala; y con una actitud europea. Además, como director nos da libertad, porque entiende que esa es la forma como funcionan las cosas. Y no le importa de quién surge la idea. Lo importante es la colaboración. Y para mí, eso es maravilloso.
Michał Kwieciński: En el momento en el que Eryk comenzó a desarrollar este personaje, había mucha presión mental para que pudiera tocar a Chopin. Así, durante cuatro meses se fue a Francia para aprender a tocar las piezas de él. En principio tenía dificultad para tocar en público. Y, sin embargo, yo tenía absoluta confianza en que lo iba a conseguir. En ningún momento tuve dudas; confiaba en él. Y el no controlarlo y confiar plenamente en él es muy importante. Es la mejor conexión que puede existir entre un actor y un director; yo creo en él y él me da lo que yo necesito. Y sé que lo va a hacer.
Fotografías de Andrea del Zapatero
Al menos en España, hemos tenido habitualmente un concepto de Chopin de ser un hombre taciturno, triste… Sin embargo, en la película nos encontramos a alguien vitalista, bromista, alegre… ¿Por qué puede haberse difundido esta imagen del carácter de él? ¿Y cómo ha sido la preparación de ese papel?
Eryk Kulm: Cuando Michal habló conmigo sobre este papel, me dijo: “no leas nada sobre Chopin; confía en ti porque tú tienes todo el Chopin que necesitas dentro de ti”. Y yo sentí que estaba sobreestimando mi capacidad; ni soy un genio ni soy Chopin. Pero Michal me insistió. Quería que yo confiara en mí porque pensaba que tengo suficiente de ese personaje dentro de mí. Y sí leí algunos libros de Chopin, pero esa concepción de que Chopin era una persona triste también está ligada a la visión de Polonia y a la tradición polaca. Para nosotros es el compositor más famoso y lo tenemos puesto en un pedestal. Es el mejor, y por tanto tiene que ser una persona triste porque era muy patriótico y en su momento quería volver a su patria. Y, sin embargo, eso no era. Era un ser humano. Y otro elemento también importante es que su música no es triste. Está llena de energía. Y cuando lees las cartas y la información que existen sobre él, al igual que cuando leemos un libro y el escritor es cómico y te ríes, y sabes que en realidad es así, cuando lees sobre Chopin, ves que era gracioso, que hacía bromas, que era jocoso… De hecho, era un gran actor. De tal manera que para nosotros, de forma natural, es evidente que no estaba triste. Quizás esto no sea cierto, pero sí lo es que no siempre estamos contentos o tristes. Chopin estaba en un momento de su vida en que sabía que estaba enfermo y que se iba a morir; y estaba solo en París. Y sentía que no le entendían en su entorno. Y creo que para él, la música era su único refugio. No lo encontraba en las relaciones, ni conocía la forma de expresar sus sentimientos más que con el piano. No pudo enamorarse. De alguna manera, creo que estaba enfermo de música. Y, también, considero que estaba en el espectro de autismo, porque hay muchas personas que expresan sus emociones a través de instrumentos musicales, o de la voz. Nos hacen llorar, pero no son capaces de expresarse con palabras. Por último, pienso que era esclavo de la música.
En la película tiene un gran peso la relación que Chopin mantuvo con el también compositor y pianista Franz Liszt (Victor Meutelet) y con la escritora George Sand (Joséphine de La Baume). ¿Cómo se ha planteado esta cuestión?
Eryk Kulm: Cuando Michal empezó a hacer la investigación sobre Chopin, leyó todos los libros, todos la correspondencia, todo lo que existía en el mundo en relación con él. Y después leyó las cartas que se habían escrito entre Chopin y Liszt. Para Michal estaba muy clara la relación que había entre los personajes. Además, George Sand, de alguna manera, coleccionaba genios. Se vislumbraba que su interés en Chopin se basaba más en su carácter como alguien relevante que en algo sentimental. Y cuando Liszt escribía sobre Chopin, hablaba de él con admiración y decía que era el mejor, sin duda. Y se sentía inferior a Chopin. Pero lo interesante de esta relación es que Chopin decía que Liszt tocaba sus temas mucho mejor que el mismo Chopin. Porque él era un pianista con poca fuerza en los dedos, estaba enfermo, y por tanto Liszt era mejor pianista que él.
Michał Kwieciński: George Sand tuvo una relación con Chopin que no era del todo romántica. Quizás lo fuera en algún momento. Pero me recuerda a la existente entre Bill Clinton y Hillary Clinton. Que no se sabía si era amor, o un contrato laboral. En las memorias de Hillary se ve que su pasión por Bill estaba más derivada del poder y de la posición que del amor. Porque el poder es atractivo. Por tanto, el amor que hubo entre George Sand y Chopin fue un amor intelectual; y el amor, lo sabemos, no es así.


