Juan Escribano Tamayo: “La cucaracha en el corto era una excusa para jugar con la metáfora de los olvidados, de las olvidadas”
'¿Quién mató a la cucaracha?', su nuevo corto
¿Quién mató a la cucaracha? es el último corto de Juan Escribano. Un joven gaditano (1991), de Arcos de la Frontera, cuya producción audiovisual ya ha dejado patente su calidad en la elaboración de cortometrajes. Parece mentira que en tan poco espacio de tiempo se puedan transmitir tantos mensajes. Gatrópolis ha estado con el director durante el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2025.
Las cucarachas no hacen daño físico como ocurre con otros seres vivos, pero nadie quiere tener contacto con ellas. Son seres denostados por su físico. Entiendo que en el corto hay un mensaje a aquellas personas que juzgan a los demás por su aspecto o condición. ¿Cómo lo ve su autor?
Sí. Al final, la incorporación de la cucaracha en el corto era una excusa para jugar con la metáfora de los olvidados, de las olvidadas… De pensar en esa jerarquía social que muchas veces tenemos demasiado interiorizada, pero a la misma vez hacerlo como muy eficaz en el sentido de que es una pieza del cortometraje. Esa metáfora era muy fácil anclarla porque todo el mundo tiene una opinión, positiva o negativa, mucho más negativa, sobre una cucaracha, y se entiende en qué eslabón social está.
También mandas un mensaje en el corto en el sentido de no hacernos la víctima y querer sacar rédito a un victimismo mal encauzado.
Sí. En realidad solemos hablar de lo correcto o de lo incorrecto. Estos temas morales me interesan mucho. Al final, y me incluyo yo, pecamos mucho de distinguir lo que es bueno y lo que es malo sin pararnos a pensar en que lo que para ti tiene un significado, para otra persona tiene otro. Y haciendo un desglose de esa idea, me di cuenta de que más allá de un derecho al bien, necesitamos el derecho a existir. El corto es una forma, como yo lo veo, de apropiarse de la violencia. Pero no de la intención de generarla sin más, sino de la búsqueda de esos derechos, de ganarlos. No me considero, evidentemente, una persona violenta, pero creo que la negación a la violencia o no ver a ciertas personas como cuerpos violentos en la sociedad, también es negarles la existencia. Entonces, me parecía muy interesante (y esa es un poco casi la conclusión del corto sin desvelar el final). Pero me gustó mucho porque la idea me vino con la escritura del guion. Me interesaba un mundo paralelo en el que no se generara violencia, pero de repente ese mundo idílico, bucólico y onírico que quería crear era como preguntarme, “¿y por qué aquí no hay violencia?”. Si es como el mundo que yo pretendo habitar, si la violencia también habita en mí, porque yo la pueda llegar a tener para otras personas, o porque simplemente para otras personas resulte violento.
Fotografía de Patricia del Zapatero
Voy directo hacia lo que quiero expresar. Intento que el espectador se sienta integrado
Juan Escribano, director de '¿Quién mató a la cucaracha'
Entiendo por lo que dices que tuviste una idea original, pero la fuiste transformando conforme escribías el guion…
Más que una idea, había una intención. A mí, el género en sí, lo que significa ser un hombre o una mujer en esta sociedad, me atraviesa mucho en lo personal y en lo profesional. Y quería desglosarlo. Quería hacer una estructura como muy esquematizada para que todo el mundo la entendiera. Para, en el buen sentido de la palabra, reírnos de nosotros mismos. Para entender un poco ese desglose de cómo se asignan ciertos comportamientos o apariencias físicas por el hecho de nacer con un solo genital, por ejemplo. Esa era un poco la intención, con una narrativa que enganchara. Que creara esos elementos cotidianos otra vez de un mundo muy directo, que es lo bueno que tiene el mundo cuando es creado, que puedes ir muy directamente a llevarte lo cotidiano que quieres representar. Y esa era la excusa. Representar el género de una manera muy mecánica, estructural, que todo el mundo no lo pudiera leer objetivamente hablando (se puede leer en el corto), y que cada uno sacara sus propias conclusiones. Una de ellas que tuve fue que la violencia habita en todos los lugares. Y estoy aquí haciendo como una lucha para librarme de esa construcción social en forma de género. Pero al final es como reconocer que la violencia está ahí. Y el derecho a cualquier acción, evidentemente, me pertenece.
Eres gaditano…
Sí, de Arcos de la Frontera (risa).
Estudiaste en Barcelona…
Así es. Bellas Artes.
Fotografías de Patricia del Zapatero
Y a pesar de tu juventud ya has marcado una larga trayectoria, muy reconocida, además.
Sí. Se están moviendo ahí las cositas (risas). Estoy muy contento. Llevo proyectos pequeños, documentales, cortos, videoclips… Voy directo hacia lo que quiero expresar. Intento que el espectador se sienta integrado. Me obligo mucho en crear piezas que se puedan consumir en el buen sentido de la palabra. Que a la gente les atraiga. No caer en lo que yo consumo constantemente, que muchas veces es como que hay unos patrones muy repetidos. No voy en busca de la tendencia. Y hago muy partícipe a la gente de todo lo que hago.
En 2024 también estuviste en Sevilla, en la categoría Panorama Andaluz…
Sí.
En ¿Quién mató a la cucaracha? repites con África de la Cruz como actriz, después de trabajar con ella en Dejar de ser (2022).
Éste fue mi primer corto con ella. Y básicamente la vi en Las Gentiles. Fue un espectáculo. Y dije que quería trabajar con ella. Nos conocimos. Y por motivos de la vida tenemos un camino muy parecido, muy paralelo. Nos interesan las mismas luchas sociales. Venimos también de currárnoslo mucho para dedicarnos al arte. Hemos trabajado en muchas otras cosas y ahora que tenemos esa oportunidad de crear historias que nos interesan y nos interpelan a los dos, le propuse hacer una historia con Dejar de ser, en la que hiciéramos una denuncia a la precariedad laboral. No solo sobre el empresario, que hay mucho que indagar ahí, pero incluso en el trato que tenemos. Muchas veces la gente llega a los bares y no ve el sacrificio que hacen los camareros y las camareras. Yo he trabajado de camarero y sé de lo que hablo. Y esa fue la historia, de unos tres minutos, donde creamos esa ansiedad y esa precariedad laboral. Nos dieron un par de premios. Y estoy muy contento. Nos escribieron muchas personas como nosotros, camareros, estudiantes, gente que se quiere dedicar al cine… para decirnos que les parecía muy bien que habláramos de esas cuestiones.


