Fue coetáneo de grandes clowns, además de ser muy admirado por ellos. Desde Charles Chaplin hasta Buster Keaton o Harold Lloyd. Triunfó en el Hippodrome de Londres, donde fue la estrella principal, así como años después en el Hippodrome de Nueva York, el mayor teatro del mundo, con un aforo que llegó a los 5.200 espectadores. Capaz de ser visto por millones de personas al año, Marcelino, o Marceline, como se le llamó en el mundo anglosajón, fue todo un ídolo de niños y mayores. Incluso formó pareja artística con el gran Slivers Oackley.

Nacido en Jaca, sin embargo no llegó a ser profeta en su tierra. Ni siquiera en España, donde casi nadie supo de él. Su figura y su arte fueron rescatados casualmente por el periodista y escritor Mariano García, quien al acceder a una información relativa a su vida pudo indagar en su biografía y sacarle del anonimato en nuestro país. Nació a finales del siglo XIX y falleció en Nueva York en 1927, azotado por una terrible depresión, arruinado y fuera del circuito artístico en el que tan a gusto vivió. 54 años tenía cuando de manera precipitada perdió la vida. Marcelino Orbés dijo adiós sin despedirse. Su decadencia profesional fue de la mano de la económica. Los nuevos gustos del público, junto a la irrupción del cine, al que no supo adaptarse, cercenaron la vida del artista y por ende la de la persona.
Un homenaje a los payasos
Marcelino, el mejor payaso del mundo es un tributo a este artista aragonés que triunfó plenamente en Europa y en EEUU, pero también a estos portadores de la risa y la ilusión como son los payasos, los clowns. Casado con Louisa Johnson y con una posterior relación con una bailarina del Hippodrome neoyorquino, Ada Holt, Marcelino amasó una fortuna gracias a su éxito profesional.
Marcelino, el mejor payaso del mundo es un docudrama basado en el libro homónimo escrito por Mariano García sobre este clown acróbata del que Buster Keaton dijo que «era el mejor payaso que había visto en un escenario». Pepe Viyuela narra la vida de Marcelino y dramatiza algunas de las actuaciones que le encumbraron. Filmada en blanco y negro, esta obra lleva la firma de Germán Roda.