Robert Redford, un hombre y un destino
Algo más que un actor
A los 89 años de edad ha fallecido Robert Redford, uno de los grandes actores del cine hollywoodiense, un referente de esos artistas que han pertenecido a una generación que ya no regresará, el alter ego de aquel grande que fuera Paul Newman, con quien compartiera el cartel de un rompedor western dirigido en 1969 por George Roy Hill, Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid) y conformara con la inolvidable Katharine Ross un trío para la historia.
Aquellos dos atractivos actores (la Ross también lo fue) demostraron que la belleza no es sinónimo de debilidad cuando se pretende transmitir otros valores ajenos a ella. Y los dos trazaron una senda que les llevó a la gloria en el Séptimo Arte. Traspasaron fronteras, superaron los años, se alinearon con varias generaciones de espectadores y alcanzaron la condición de mitos cuando ellos sólo anhelaban hacer bien su trabajo.
El golpe, Tal como éramos, Todos los hombres del presidente… son ejemplos de su buen hacer en su etapa de esplendor, aunque también la llegó a tener en otra posterior, en un revíval amparado por sus grandes dotes de actor y su belleza natural, siendo un maduro multimillonario que pone a prueba la fidelidad conyugal de una espectacular Demi Moore en Una proposición indecente; un vaquero que curaba el caballo de una jovencísima Scarlett Johansson en El hombre que susurraba a los caballos (dirigida por él); o una década antes, aquel viajero que enamoró a una casada Meryl Streep en la multi oscarizada Memorias de África.
Pero Robert Redford fue algo más que un actor, una imagen, un ídolo de masas. Hombre implicado en su sociedad, activista y solidario con otros estamentos del cine, impulsó el Instituto y el festival de Sundance (el nombre de personaje de Dos hombres y un destino).
Dicen que murió mientras dormía. En un dulce sueño nos ha dicho adiós, dejándonos un hondo dolor y un sentimiento de orfandad cinematográfica difícil de superar. Esta es la señal de que aquel cine que él abanderó ya se consume en las brasas del pasado, que no del olvido; al menos mientras quienes lo conocimos y disfrutamos podamos seguir manteniendo vivo su legado.
Robert Redford tuvo un destino, el del éxito; hacer más grande aún el espectáculo y el arte del cine y aportar humanidad a un mundo en decadencia y carente de buenos valores.


