Peaky Blinders ha sabido ganarse el título de una de las mejores y más exitosas producciones de la cadena británica BBC, y no es para menos. La serie cuenta con todas las claves para ocupar un hueco en los corazones de los amantes de la novela negra: drama, acción, ambientación… pero, por encima de todo, un excelso guión y una construcción del mundo interior de los personajes, que hace que nadie quede indiferente en la trama.
A pocas horas del estreno de la cuarta temporada, nos mordemos las uñas por saber qué nos deparará la nueva entrega de las vicisitudes de la familia más famosa de Reino Unido (sin contar a la ‘Royal Family‘), los Shelby. Y es que, poco se ha desvelado en torno a qué girará el argumento de estos seis nuevos episodios, y ni siquiera el trailer (como un buen trailer debe hacer) nos ha permitido generarnos una idea clara de las propuestas que trae la serie consigo; aunque eso sí, se aprecia el mismo tono oscuro, el nivel de intriga y emoción característicos de la producción.
Los fichajes de Adrien Brody (El Pianista) y Aidan Gillen (Juego de Tronos); junto a la renovación del gran Tom Hardy, como Alfie Solomons, permiten vislumbrar que la serie llega con las pilas cargadas y con ganas de recuperar ese descenso de audiencia vivido en la anterior temporada. Sin duda, el perfil de las adiciones a un reparto que ya gozaba de ser uno de los más reputados a nivel de actuación en el panorama televisivo actual, da a pensar que la trama gozará de más tensión escénica que nunca.
Es cierto que se pudo observar un giro de tuerca en la última entrega de la serie; un cambio de entonación hacia un carácter más pausado y sombrío, sin tanto frenesí; pero, mucho más pensado en cuestión de diálogo e introspección del personaje principal, el líder de esta obra maestra, Thomas Shelby, calado por Cillian Murphy hasta la médula, sin poder separar a ambos en su concepción cuando pensamos en uno de ellos. El personaje se ha apoderado de su intérprete.
Eso sí, como siempre no faltarán los excelentes «cliffhanger» por los que esta serie nos mantiene en vilo semana tras semana (y, sobre todo, al final de cada temporada); una fotografía y música que, visual y sonoramente, nos ponen los vellos de punta; unas actuaciones que nos transmiten perfectamente la psicología de cada carismático personaje; y, sin dudarlo, las inteligentísimas maquinaciones y cábalas de Tommy Shelby, que siempre nos dejarán con la boca abierta.