Para estos días de confinamiento a los que hemos sido castigados por la trágica crisis sanitaria provocada por el coronavirus, Gatrópolis sugiere a sus lectores el documental ETA, el final del silencio. Se trata de un excelente trabajo codirigido por Jon Sistiaga y Alfonso Cortés-Cavanillas, que consta de siete capítulos.
Esta producción de no ficción de Movistar+ y La Caña Brothers nos acerca a la lucha antiterrorista contra ETA, mostrándonos distintas facetas de la misma, comenzando por el final, por el arrepentimiento de los otroras terroristas y su acercamiento a las familias de las víctimas. Tremendamente emotivo es el primer capítulo, Zubiak (Puentes), en el que el preso Ibon Etxezarreta comparte mesa y mantel con una estoica Maixabel Lasa, esposa de Juan María Jáuregui, entonces exgobernador civil de Guipúzcoa, en cuyo atentado participó el ex etarra.
ETA, el final del silencio habla del tremendo mal que la organización terrorista causó en España durante casi cinco décadas, y que produjo 854 muertes de civiles y militares. Pero también habla del perdón, en el referido capítulo inicial; de la extorsión (el impuesto revolucionario) a los empresarios vascos (en el capítulo 2, Extorsionados); del crimen canalla perpetrado en Ermua, donde fue vilmente asesinado el concejal del PP, Miguel Ángel Blanco (capítulo 3, Miguel Ángel), tras 48 horas de cautiverio… El resto de capítulos son Orígenes (un análisis de la banda desde sus comienzos con su primer asesinato, el del guardia civil José Pardines en 1968 hasta su primera víctima civil, Fermín Monasterio, en 1969, pasando por el asesinato de algunos militantes de ETA que disentían de la líneas más duras, como Pertur, en 1976, o el primer atentado durante la democracia, el del empresario y político Javier Ybarra, en 1977); Años de plomo (poniendo especial atención a esa la lucha antiterrorista contra ETA durante cinco décadas); Epílogo (con los testimonios de víctimas del atentado del Hipercor de Barcelona, como José Vargas y Rosa María Peláez; familiares de víctimas del GAL como Pili, hermana de José Ignacio Zabala; Jesús Eguiguren, profesor universitario, jurista y político; o la política María San Gil, amiga y testigo del asesinato del diputado del Parlamento Vasco por el PP, Gregorio Ordóñez); y Terceras generaciones (con el punto de vista de las víctimas más jóvenes, de las generaciones a las que la barbarie terrorista convirtió en afectados indirectos).
Los temas tratados, como se ha dicho, son abordados a través de los testimonios de las víctimas y de personajes que fueron relevantes durante los años del conflicto. Además de los mencionados anteriormente, aparecen desde Juan Mari Atutxa, exconsejero del Interior del Gobierno Vasco; hasta José Antonio Ardanza, lehendakari durante el asesinato de Miguel Ángel Blanco; Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior cuando el asesinato del concejal; miembros de las Juventudes del PP en ese periodo, como Borja Semper e Iñaki Oyarzabal; miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, como Moisés Pérez Cornejo o Valentín Díaz; el fotógrafo de El Correo, Luis Calabor, y el subdirector del diario, Pedro Ontoso; la política Rosa Díez; o Juan Mari Uriarte, obispo emérito de San Sebastián.
El silencio se rompió
Desde el 7 de junio de 1968 hasta octubre de 2011, ETA desgarró a un país que peleó con los medios ofrecidos por el Estado de derecho, las leyes, para contrarrestar los efectos nocivos de su sinrazón.
Próximos estamos a los esperados estrenos de La línea invisible, de Mariano Barroso, en Movistar+, donde se parte del asesinato del guardia civil José Antonio Pardines, primera víctima de ETA; y de Patria, de Aitor Gabilondo, en HBO, inspirada en el libro exitoso de Fernando Aramburu, en el que dos familias se ven separadas por el litigio impuesto por la banda. Tampoco podemos obviar la novela de reciente publicación con el título Nunca fuimos héroes, de Fernando Benzo, sobre la que hablamos recientemente en Gatrópolis con su autor. El terrorismo de ETA visto por las fuerzas del orden público.
En 2017, Netflix estrenó el documental dirigido por Justin Webster, El fin de ETA, que narra los diez años de negociación que dieron lugar el final de la banda terrorista tras más de 50 años sembrando el drama en el País Vasco y, también, en el resto de España.
El comienzo del final
Por cómo ocurrieron los hechos, el crimen perpetrado sobre el concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco podría haber supuesto el comienzo de la cuesta debajo de ETA. Las famosas manos blancas y el clamor popular de repudio contra la banda, sobre todo en el mismo País Vasco son hitos dignos de ser destacados.
Como decimos, en ETA, el final del silencio se le dedica un capítulo ex profeso a este crimen. Ante una clase de alumnos universitarios, en una charla-coloquio surge una pregunta: “¿Sabe alguien quién fue Miguel Ángel Blanco?” El silencio es altamente llamativo, aunque la cuestión abre el debate. ¿Es ETA una pesadilla tan lejana en el sueño de un país que los jóvenes de ahora desconocen aquel suceso histórico y a aquella persona? O por el contrario, ¿es motivo de preocupación por el desconocimiento de la existencia en España de un conflicto que impuso el terror en el mismo? “Algo estaremos haciendo mal”, se oye cuando los tres conferenciantes salen del aula. Indudablemente, ETA, el final del silencio es un documental que debe servir para conocer qué sucedió durante cinco décadas en España y evitar que vuelva a repetirse la historia.