“No se está preparado para que se muera uno de tus ídolos”
Rendimos homenaje a Robe Iniesta
Hay despertares que son muy malos. Da igual que hayas descansado las horas necesarias o que la melatonina hiciera efecto cuando tuvo que hacerlo. El despertar es algo distinto y puede ayudarte a llevar el día y la rutina o arruinártelo completamente. En mi caso, me he enterado de que Robe Iniesta ha muerto.
Lo primero que he hecho ha sido escribirle a uno de mis mejores amigos, esos de los que todavía aman el rock por encima de todas las cosas y que sabía que iba a estar bastante destrozado. “No se está preparado para que se muera uno de tus ídolos”, me ha dicho. He leído la frase, la he reflexionado y he pensado en el acierto de sus palabras (porque él siempre acierta con las palabras).
En ese momento, me he acordado de 2016, de Bowie, de cuando murió y tuve que ir a la facultad llorando cual Magdalena (porque a mí, el drama siempre me acompaña). De lo que vuelve a costar escuchar las canciones que siempre nos han acompañado (yo con Bowie no volví a reconciliarme hasta 2022 cuando vi el final de Aftersun).
Porque nuestros ídolos no son solo personas a las que terminamos endiosando, que puede que nunca vayamos a conocer o que hagan cosas que nosotros nunca seremos capaces de hacer; son recuerdos que llevamos con nosotros y que forjan nuestra personalidad. Con Robe no solo se va parte de la historia del rock español contemporánea, se va también parte de lo que somos como personas.
Se va ‘La Ley Innata’ que tanto me acompañó durante la carrera y que tanto me vincula a algunas personas; se van todas esas camisetas que de adolescentes me parecían horribles pero que, cuando crecí, yo también terminé teniendo. Se va, como tantas cosas que luego solo perduran en nuestra cabeza, en nuestros recuerdos, pero que nos van a acompañar siempre.
Hasta siempre, Robe.
Fotografía de portada de Ruben Ortega Vega


