Cada vez que Jack White saca álbum no deja a nadie indiferente, eso ya lo sabemos. Boarding House Reach es un nuevo ejemplo de ello. En él nos vemos cubiertos por capas de instrumentos de corte clásico que pronto empiezan a cruzarse con los fuzzes, trémolos arrítmicos y demás glitches a los que nos tiene acostumbrados el bueno de Jack. A pesar de dejar su sello en varios cortes del disco, me atrevo a decir que nos encontramos ante el más ecléctico hasta la fecha de un artista en el que esa eclecticidad es su propio sello. Y es que ningún tema parece guardar relación con el anterior. Me parece genial que Jack White haya roto con el cliché de la conceptualización discográfica. Comienza con un tema, `Connected by Love´, en el que White pasea su voz a ritmo lento sobre una cama de órganos acompañados de unos coros de tintes soul. El siguiente tema sigue una métrica similar, pero ya encontramos una voz filtrada y un solo de fuzz bien seco que nos empieza a recordar que estamos escuchando a Jack White.
Pronto empiezan a aparecer ritmos latinos con congas en `Corporation´, un tema instrumental en su 70%, con una intervención vocal tan extravagante que hace que el hecho de colocar este tema en el tercer lugar del tracklist parezca toda una hazaña. Y cuando estamos situados en el culmen de los excesos instrumentales, caemos en `Abulia and Akrasia´, donde sobre una base de cuerda frotada, Jack narra más que canta.En definitiva, un cúmulo de altibajos geniales. Si un tema suena extremadamente orgánico y minimalista, el siguiente será totalmente sintético y el que le sigue sonará a banda clásica de rock. Destacar que en este nuevo álbum parece que Jack White incorpora definitivamente a su sonido los violines que ya veíamos en su anterior trabajo, Lazaretto, al igual que aquellos sonidos de sintetizador que suenan tan parecidos a las videoconsolas antiguas de 8 y 16 bits. Y si parece que ya no cabe nada más, sigue habiendo hueco incluso para vocoders.
De la montaña rusa que supone el listado de temas de este disco, yo me quedo con `What’s Done is Done´. Quizás peco de clásico, pero en éste encuentro los andares de The Band, los teclados de Billy Preston y coros que me recuerdan a las voces femeninas de `Adiós Hermanos´, de Paul Simon (¿Qué haces que no conoces ese tema aún?, corre), solo que la base rítmica la hace una batería electrónica, ahí lo llevas.
Resumiendo: gracias Jack por demostrar una vez más que un disco no solo debe entenderse como una historia lineal, sino también como un soporte que podemos llenar hasta arriba con todas las líneas musicales que nos pasan por la mente. Y si es una mente prodigiosa, mejor.