'‘Academia’, un deslumbrante tratado sobre la felicidad sin ansias de erudición'

La publicación de un disco de Eladio y los Seres Queridos tiene siempre algo de lujuriosa celebración. Propia y ajena. Celebra quien lo entrega y, sobre todo, celebra quien lo recibe. En esta ocasión el júbilo es aún mayor dada la generosidad de la banda. Catorce canciones nos entregan en Academia, el nuevo trabajo discográfico de Eladio y Los Seres Queridos, el sexto en tres lustros de honesta y sobresaliente trayectoria.

Academia, un deslumbrante tratado sobre la felicidad sin ansias de erudición

Al igual que ya ocurrió con sus dos discos anteriores, Cantares (2016) e Historias Caza (2017), Eladio y los Seres Queridos recurren también en esta ocasión a la autoproducción. No como huida ni subterfugio sino como una fórmula que les permite el cocinado a fuego lento, y en cada caso con la técnica oportuna y precisa, de unas canciones que así lo requieren. Porque Academia vuelve a ser, como ya nos tiene acostumbrada la banda, un disco en el que el protagonismo absoluto es de la canción, ese noble concepto que en aras de una absurda e indocumentada posmodernidad hoy con frecuencia se desprecia.

Como era de prever, no hay una única adscripción estilística posible para este Academia. Afloran, cómo no, las señas de identidad esenciales que han determinado el fértil devenir del grupo. Se impone la serenidad de unos tiempos medios ubicados en ese punto, siempre fluctuante a la vez que excitante, en el que confluyen pop y rock, henchidos de una vibrante energía interna que hacen que por momentos desborden en intensidad. Y, por supuesto, con una enorme carga poética y de críptica seducción en sus letras.

Eladio y los Seres Queridos presenta el álbum 'Academia'

Pero lejos de recrearse en lo ya conocido Eladio y los Seres Queridos indagan en Academia en nuevas estructuras de expresión de su música a partir de unas poderosas bases rítmicas, inauditas hasta ahora en su repertorio, y de la creación de elegantes y sutiles atmósferas sonoras sobre las que se impone la tenue y evanescente calidez de la voz y el susurro afectivo del relato de Eladio Santos.

Todo ello configurado sin pudor ni complacencias. Ajenos una vez más a prejuicios formales y conceptuales, Eladio y los Seres Queridos renuevan y refuerzan su particular modo de entender la música popular contemporánea. Momentos de centelleante pop encuentran su sosiego en otros de poético intimismo. Evocaciones de fronterizo y luminoso mestizaje se tornan penumbra con aroma a jazz. A modernas cantigas de austero armazón les suceden vibrantes melodías envueltas en el deslumbrante celofán de soberbias orquestaciones.

No son pocas ni desconocidas las evidentes referencias sonoras y literarias que el oyente detectará en su periplo por las 14 canciones de Academia. Pero por si acaso fuera necesario, Eladio y Los Seres Queridos dejan dos testimonios fehacientes en modo de versiones. Una de ellas, el ‘Baixaron as fadiñas’, que Emilio Cao –quien se suma a esta grabación- incluyó en 1977 en su mítico Fonte do Araño. La otra, ‘Pasan días’, que formó parte del disco Pablo Milanés canta a los poetas cubanos (1983).

Todo eso y más es Academia, un disco de preciosista arquitectura que enseguida se torna absorbente. Un disco que, sin llegar a ponerle punto final a nada, sí que tiene algo de testamentario, una suerte de registro de actividad a partir del cual seguir delineando senderos que les lleven -y nos lleven- a la procura de la felicidad. Esa que Eladio y los Seres Queridos confiesan haber tenido en la Academia.

(Por Carlos Crespo).

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