Hacía mucho tiempo que esperábamos la vuelta a los escenarios de L.A. y aún más con la banda al completo. Nuestra ciudad no ha sido de las primeras y, precisamente por ello, nos llenamos de ganas e impaciencia. Y es que un motivo como el décimo aniversario de Heavenly Hell no merecía menos. El disco que los lanzó al estrellato fue tan importante tanto para ellos como para la música de este país.
Empezaron fieles al disco homenajeado con su mismo orden, empezando por ‘Crystal Clear’ y terminando con ‘Microphones and Medicines’, dejando fuera sólo la canción más experimental del disco ‘Pain Relieving’.
Según iba llegando el final del disco, Luis Albert bromeaba con que iban a cantar sólo éste que los ha llevado de nuevo por todo el país pero sin conseguir que el público dudara. Y es que los asistentes estaban entregados con la banda, cantando desde la primera canción y con los ojos llenos de ilusión y melancolía.
Al terminar el disco siguieron con cañonazos en forma de canciones. Es de destacar que se sentía el buen rollo entre la banda. A Luis Albert se le veía disfrutando, y no fueron pocas veces las que se acercaba a Dimas en las partes más instrumentales, dando ese espectáculo con la calidad musical que nos tienen acostumbrados; los golpes secos, fuertes, del corazón de la máquina de Dimas, los ritmos y punteos casi imposibles de Pep Mulet y el ritmo de Ángel Cubero, a quien también se le veía disfrutando como nunca.
Así pasaron de las 20 canciones, casi sin parar, sin dejar de sonreír. En definitiva, crearon una noche que recordaremos mucho tiempo los asistentes y que esperemos sea la antesala de un nuevo disco, para volverlos a ver en la carretera.