Muerdo acaba de publicar su nuevo trabajo, La sangre del mundo. El quinto trabajo del proyecto musical liderado por Pascual Cantero es un viaje de lado a lado del Atlántico. En él podemos encontrar las influencias que más han marcado al artista murciano, siendo un homenaje a todos esos sonidos y experiencias que le han hecho convertirse en el cantante y compositor que es hoy. Y por qué no, reivindicar el poder de la diversidad cultural que nos rodea.

A principios de 2020 comenzaste una etapa tras dos grandes conciertos en Madrid y Barcelona titulados ‘Fin de la primera vida’, ¿cómo ha sido la vida de Muerdo desde entonces?
Creo que como la de todos. Justo después de esto llegó la pandemia. No sabíamos cómo de grande iba a ser el cambio de vida, al final fue enorme, y para todos y todas. A mí me pilló en Buenos Aires donde estaba preparando unos conciertos bastante grandes. Lo que hicimos fue transformar nuestros planes, y nos pusimos a grabar este álbum, que ha salido ahora, el 5 de marzo, y estuvimos con él durante la primera parte de 2020 allí en Argentina. Ha sido un año muy particular, por lo que te puedes imaginar, pero muy productivo también en nuestro caso.
El 5 de marzo publicaste La sangre del mundo, tu quinto trabajo de estudio, ¿Qué Muerdo escucharemos en él?
Es un Muerdo que sigue la estela de discos anteriores; no vais a encontrar nada que sea escandalosamente diferente, pero manteniendo ese ADN de mestizaje y de mezcla de géneros y estilos, que creo que es el rasgo identitario de Muerdo. En este disco es verdad que se incorporan sonidos nuevos, sobre todo los más electrónicos, de sintetizadores, de programaciones electrónicas, materias programadas, samples…
Desde septiembre has ido dando pequeñas muestras de este trabajo a modo de adelantos, hasta cuatro, ¿qué respuesta has recibido del público?
Muy positiva. Además en estos tiempos de pandemia la gente está más necesitada que nunca de mensajes positivos, que se salgan del pesimismo, que como es normal, imperan ahora mismo en la sociedad y en los medios de comunicación. Hemos hecho un disco muy positivo. Hemos sacado esos adelantos en los momentos precisos, cuando pensábamos que lo teníamos que hacer, y la verdad es que la respuesta ha sido muy positiva tanto en España como en América Latina, donde tenemos más de la mitad de nuestro público.
¿Por qué La sangre del mundo?
Pienso que la sangre es un elemento muy particular. Veníamos haciendo discos en los que todos ellos hablaban de elementos. Hicimos Tocando tierra, Viento sur, luego vino La mano en el fuego. Y ahora le tocaba el turno al agua siguiendo esa estela, esa consecución. Nos parecía que La sangre del mundo era una forma críptica y poco obvia de nombrar el agua. Porque qué es la sangre del mundo si no es el agua circulando por los ríos, que son las venas del mundo e insuflando vida allá por donde pasa.
¿Cómo ha sido su proceso de creación?
Ha sido muy diferente a los discos anteriores. Siempre estaba acostumbrado a componer a partir de la guitarra y la voz, y en esta ocasión ha sido distinto. Al precipitarse todo el proceso de grabación, no tenía muchos temas escritos cuando nos empezamos a juntar en el estudio con Diego Pérez, el productor. Por lo tanto, muchas canciones se han compuesto allí mismo, a través de bases que íbamos generando en el ordenador, con instrumentos virtuales, y a partir de ahí, hemos empezado a crear los textos, las melodías… Ha sido un proceso muy distinto a los de trabajos anteriores, lo que es una particularidad de este álbum también.

Este álbum es como un viaje por Latinoamérica, por sus sonidos, en él ambos lados del charco se unen y complementan, ¿qué importancia tiene para ti esta influencia? En ‘Si lo crees’ dices incluso que ha sido tu mejor escuela.
América Latina ha sido muy muy importante en los últimos años de mi carrera y en mi vida, porque al final son experiencias que no se pueden separar. Hemos estado viajando a Latinoamérica entre tres y cuatro veces al año. Ya el año pasado pasé más tiempo en Argentina que en España. Esto estaba siendo una tónica en los últimos años, y tenía que dejar algo. Toda esa influencia se ve volcada en las canciones, pienso que es de lo más constructivo que se le puede sacar a los viajes, toda esa influencia musical que luego se revierte en los discos. Diría que es un viaje completamente entre América Latina y España. Ese viaje que he ido haciendo, lo hago ahora de manera musical.
Además es una manera muy bonita de reivindicar la diversidad cultural y de defenderla. Como nos retroalimentamos de unas y otras constantemente…
Creo que sí. A veces lamentablemente pones la radio, y o escuchas solo reguetón, o escuchas un pop que es muy homogéneo, que no tiene identidad. El mundo es un lugar lleno de distintas identidades, de diferentes culturas, de las que hay que nutrirse. Diría que es una obligación como seres humanos. Estamos en un mundo que es global, en el cual tenemos acceso a la cultura, a la estética, a un montón de aspectos desde cualquier parte del mundo. Y tenemos la obligación de consumirlo, de nutrirnos para ser realmente ciudadanos del mundo formados en esa cultura que es tan vasta.
A lo largo del disco son varias las ocasiones en las que lanzas mensajes positivos de luchar por lo que uno quiere, mensajes de ilusión, de que al final todo pasa, ¿qué opinión tienes sobre ese papel que se le tiende a adjudicar a la música como sanador a la hora de hacernos sobrellevar mejor la realidad que nos rodea?
La música tiene esa capacidad. Estamos muy necesitados de mensajes positivos, motivadores, sanadores… Aunque a veces también nos sirven los mensajes cortavenas y crudos para sanar. Pero creo que la música sí tiene esa función, es algo muy poderoso. También es una conexión entre lo físico y lo terrenal con lo espiritual y divino. Cumple además la finalidad de unirnos los unos a los otros. El tema es que lo que tú sientes cuando escuchas una canción de pena, tristeza… sabes que hay al otro lado una persona que siente ese mismo dolor. Por eso la música nos conecta los unos a los otros, y tiene que ser entendida como algo social y colectivo que nos iguala. Uno así se siente menos solo, menos triste y con menos dolor. Es una de las cosas más lindas que tiene la música.
¿Cómo se presenta esta nueva etapa con La sangre en el mundo?
El 17 de abril vamos a hacer un concierto en streaming para todo el mundo, con toda la banda y desde unos estudios muy míticos de Madrid, Estudio Uno. Vamos a tratar de hacer una presentación para todos, aunque no pueda ser presencial. Tendrá una estética muy cuidada, muy buen sonido… Vamos a presentarlo de esta forma hasta que podamos hacerlo de otra manera. Esperamos que en veranos podamos estar en festivales, después hacer una gira por salas, en la medida de lo posible, como lo hacíamos antes. Obviamente nos tenemos que adaptar a las nuevas medidas y circunstancias.
Esta nueva situación está haciendo que aparezcan nuevas propuestas a la hora de hacer música en directo. Aunque obviamente no es lo mismo al no haber público presencial, pero muchos artistas están apostando por conciertos en streaming, como es tu caso, para presentar sus trabajos. Estos tiempos traen también una reinvención en la música, ¿cómo lo ves?
Está bien, me parece muy interesante lo que está pasando con el tema de los streamings. Siempre y cuando se ofrezca algo de una calidad que merezca la pena pagar por ello. Lo que vamos a hacer está muy lejos de un directo de Instagram. Vamos a hacer una gran producción. Cuando lo enfocas así, sí que tiene su parte positiva porque te puedes focalizar en aspectos escénicos y estéticos, que muchas veces en las giras por la rapidez que requiere el montaje, ir de un sitio a otro, viajar en una furgoneta… no puedes hacerlo. Esto es una de las ventajas que te da el mundo global en el que vivimos, aunque no lo veo como un sustituto de lo que es la música en directo. Los músicos trabajamos con sonidos, por lo tanto lo hacemos con frecuencias, y son para que esa vibración te llegue en el vivo y en la cercanía física. Esperamos que pronto podamos volver a eso.
Fotografía de portada de Jerónimo Álvarez.