'Jorge Guillén (STRAD): “La gente es feliz cuando viene a nuestros conciertos, y con eso me quedo”'

Tiene 29 años, y ya ha viajado con su música a países como Japón, USA, México, Rusia, Ecuador, Colombia, Cuba, Brasil o Alemania. Tras una vida dedicada a aquella (sobre todo con su compañero inseparable, el violín), y de formarse encima de un escenario durante dos décadas con Ara Malikian, Jorge Guillén lidera su propio proyecto. STRAD es una banda con un espectáculo potente, que invita a todo el mundo que asista a él a disfrutar y a ser libre. Hace unas semanas ha vuelto a retomar su gira, y sobre ello hemos hablado con el joven violinista.

lidera su propio proyecto. STRAD es una banda con un espectáculo potente, que invita a todo el mundo que asista a él a disfrutar y a ser libre

¿Dónde nace tu vinculación con la música, pero sobre todo con el violín?

Viene de familia. Mi abuelo era trompetista, mi padre, mis tíos, mis primos… Desde bebé siempre me ponían un violín que tenían en casa para hacer la foto, era como lanzarme indirectas todo el día. Desde pequeño les ha gustado que tocara el violín algún día. 

Titulado superior en violín por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, realizas un postgrado en Interpretación en el Liceo de Barcelona, además de un Máster en Formación del profesorado en la Universidad Complutense de Madrid. Siempre se habla de sacrificios y disciplina cuando se hace referencia a una formación como esta, ¿cómo lo has vivido tú? 

Es verdad que lo “bueno” de la disciplina de la música es que si tú disfrutas tocando, viajando con compañeros, y demás, te olvidas de la palabra “disciplina”. Los músicos solemos empezar desde muy temprano. En el conservatorio entramos con 4 o 5 años, y es un estudio diario al que te acostumbras desde muy pequeño. No supone ese esfuerzo que en mi caso era estudiar un examen. Simplemente es el esfuerzo o la dedicación diaria. Luego es verdad que tiene sus ventajas. A veces me preguntan “Si en el futuro tienes hijos, ¿querrías la infancia que tú has tenido?”. No lo creo, porque ha sido dura en el sentido de muchísimas, muchísimas horas, participaba en concursos, y eso sí requiere privarte de muchas cosas. De pequeño no lo sentía como una privación, pero ha sido una infancia de estudiar todos los días del año, en mi cumpleaños, en Nochevieja. Daba igual el día que fuera hasta 6, 7 u 8 horas. Y te estoy hablando con 6 o 7 años. Ha sido una infancia de mucho esfuerzo, pero también de mucho beneficio. Mi primer disco lo grabé con 9 años y con 10 ya había tocado en un montón de países. Tiene su parte muy bonita, la he disfrutado mucho porque me encanta viajar, pero también tenía muchas horas de encierro en mi habitación.

Echando la vista atrás y viendo todo lo conseguido, por lo que me cuentas, dirías que ha merecido la pena, ¿no?

Desde luego que sí. Ahora lo pienso y digo gracias a mi familia que tanta caña me metió. Gracias a ellos me he podido dedicar a algo tan maravilloso como la música, que posiblemente si no hubiera dedicado todo ese tiempo, no lo hubiese conseguido. 

En los espectáculos de STRAD se mezcla lo clásico, el rock, el flamenco, el jazz y la electrónica, ¿cómo se consigue combinar todo eso con el violín?

Creo que el violín tiene la parte buena que es muy similar en cuanto a tesitura a la voz. Puede hacer un montón de estilos porque puede expresar un montón de emociones: rabia, amor, sentimientos profundos, paz… Otros instrumentos no tienen tanta amplitud. Y, luego, también, la posibilidad de rasgar las cuerdas, que te da como esa fuerza, que viene ya de fábrica, pero que desde hace algún tiempo hay violinistas que intentan cambiar el esquema típico, para demostrar que se puede hacer todo esto de música moderna, pop, jazz, etc.

Durante una gran etapa de tu carrera has formado parte de las bandas de Ara Malikian, ¿qué se aprende trabajando junto a un artista como él?

Un montón de cosas. Siempre estaré súper agradecido a esa época. He estado 20 años a su lado, y tengo 29, así que prácticamente toda mi vida. He viajado muchísimo, he tocado en millones de teatros y he aprendido un montón. Sobre todo aprendí a no cambiar mi manera de tocar por lo que pueda opinar la gente, sino tocar porque me gusta hacerlo así. Para mí eso es básico. Evidentemente, ahora con mi espectáculo tengo una mochila muy grande a la espalda. Estoy haciendo algo diferente igual que hacía Ara Malikian y muchos otros violinistas, pero él está en otra liga, en una muy superior. Yo voy a mi ritmo, poquito a poquito. Ya llevamos un año y la verdad es que hemos conseguido un montón de cosas. Casi 150 conciertos. La gente es feliz cuando viene a nuestros conciertos, y con eso me quedo. 

Y estando tú ahora al frente de todo el espectáculo, ¿qué sientes encima del escenario?

Un acojone tremendo [risas]. STRAD somos 15 personas, y de tu trabajo depende un montón de familias. Hay gente esperando a que des lo máximo y ellos están preparados para darlo también. Tengo la suerte de rodearme de un equipo maravilloso en todos los campos, en la parte musical, en la técnica… Buenísimos todos, con unas ganas de vida y de avanzar, y gracias a eso es por lo que seguimos luchando todos los días.

Los conciertos  de STRAD son descritos como “Nadie del público, sin importar su edad, logrará permanecer sentado en su butaca”. ¿A quién va dirigido este espectáculo? 

Esa frase viene como parte del show porque en los primeros conciertos que hicimos, era el comentario que más se repetía. Entonces pensé, vamos a ponernos como objetivo que eso sea así, que la gente en nuestros conciertos quiera bailar, quiera cantar, disfrutar… Que la gente se quiera poner de pie desde el primer momento, que se olvide de los estereotipos de butacas de teatro. Y si le apetece bailar, que lo haga. Nosotros en el escenario bailamos, saltamos, nos tiramos por el suelo, nos volvemos libres. Por lo tanto, que la gente sienta esa libertad, y que disfrute del teatro, que es el sitio donde más libertad existe.

¿A quién va dirigido vuestro espectáculo?

Intentamos que sea un público abierto al 100×100. No hay edad, no hay género, no hay gustos musicales cerrados… Me encanta porque en nuestros conciertos miras una fila, y hay un niño sentado al lado de un señor mayor, al lado un señor trajeado, al otro un rockero, otro al que le gusta Paco de Lucía… Y todos disfrutan y quieren que el concierto no acabe. Es un espectáculo que no se cierra a ningún estilo.

El 18 de junio retomasteis vuestra gira, ¿cómo estás encarando esta nueva etapa con todas las medidas que hay que seguir? 

Es importantísimo. Para nosotros, ahora, es la prioridad. No volver para atrás. Que la gente venga a un concierto y sienta que un teatro es seguro, y lo sea. Ya los conciertos que hemos hecho han sido en recintos muy grandes como plazas de toros o teatros al aire libre. Donde habitualmente entrarían 2.000 personas, estamos dejando un aforo de 500, para que la gente esté separada. Además, en la entrada se mide la temperatura, se da gel hidroalcohólico, se lavan los zapatos… Para que la gente pueda ser libre en su rinconcito y pueda disfrutar del concierto sin que nadie esté cerca y pueda poner en peligro esa situación. 

Fotografía de portada de Andrea Silván (Fracture Films).

PUBLICADO POR:

ETIQUETAS

¿QUIERES COMPARTIR ESTE POST?

DEJA UN COMENTARIO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *