En el año más convulso de nuestra existencia, que discos como La Verdad, de Dani Llamas, lleguen a nosotros es un regalo incalculable por parte de su autor. Es un acto de generosidad por su parte. Y si además es el estreno en castellano de Llamas, la cosa mejora por momentos.
La verdad llega tras un año muy complicado para todos, pero aun así ha tenido un buen recibimiento. ¿Cómo has vivido la publicación de este disco?
¡De hecho he publicado tres! A grandes males, grandes remedios. Quizás es una manera de sobrepasar los problemas. Este disco estaba hecho antes del confinamiento. Se terminó de masterizar el 7 de marzo, creo. Entonces no ha afectado tanto a la composición, con lo que ha sido más la edición del disco. En ese aspecto todos los tiempos se han tenido que cambiar. Yo quería que el disco saliera en primavera o en verano, pero al final ha sido a final de año. Para mí ya es un logro que haya salido en 2020.
Ha sido un año muy raro, en el que se ha dejado de tocar en directo, que para mí también es una parte importante. Pero ahora mismo hay algo que está por encima de todos nosotros, de cualquier individualidad o incluso del arte. Así que tenemos que adaptarnos. Esto es una carrera de fondo, y lo importante es seguir haciendo cosas.
Como has comentado, este año además de La verdad has publicado Grant y The heavy hours, que fue un EP realizado durante la desescalada y en el que encontramos ‘Tierra sin paz’, que es el primer tema en castellano que publicas. ¿Fue una prueba de fuego para ver cómo reaccionaba tu público?
Exactamente, fue por eso. Estaba aburrido en mayo, y empecé a hacer canciones. Decidí hacer una en castellano, porque en realidad iba a ser la última canción que se escuchase de mí. Es la última del EP porque sabía que lo próximo que iba a hacer era en castellano. Entonces quise ver qué tal funcionaba. Lo que es verdad es que creo que la gente todavía no la ha descubierto. Solo la conocen los fans. Lo que ha pasado después, cuando salió ‘Fui piedra’, los siguientes adelantos y el disco, se me ha ido de las manos. En el sentido de que siempre me he movido en las mismas cifras de escuchas y de repente ha habido una amplificación de la que yo no estoy acostumbrado. Tierra sin paz llegó más a los fans y las que pertenecen a La Verdad han llegado a un nuevo público. Son dos caminos distintos pero igual de válidos. Al final la gente se parará a rebuscar en lo que había hecho antes y la encontrarán.
Ha reaccionado entonces bien tu público más habitual a este cambio, ¿no?
Ahora mismo creo que tengo un público nuevo, mucho más amplio. Hay mucha gente que me está escribiendo para decirme que le gustan los temas, y es algo que no me había pasado nunca y me está emocionando mucho.
Como tengan que rebuscar entre todo el material de los G.A.S. Drummers, The Ships, tus trabajos en solitario…
Claro, he hecho muchas cosas pero es cierto que antes no estaba tan expuesto a que la gente me escribiera tantas veces, y ahora está pasando.
Entonces, ahí hay muchas cosas de las que se puede tirar del hilo, pero al final hay gente que no me conocía de nada y esto es lo primero que escuchan de mí, y también hay gente que viene haciendo conmigo este camino y en general, el disco ha gustado mucho. Me han dicho que sueno raro al cantar en castellano, pero nadie me ha dicho que no le guste.
Más que raro es porque creo que vienes de géneros como el hardcore, el punk… y ahora te encontramos con toques flamencos mezclados con pop. ¿Por qué este cambio de registro?
Yo soy eso. Cualquiera que me conozca de verdad, en mi grupo de amigos, sabe que en realidad soy exactamente ese tipo de cosas. Nazco en Jerez, en el barrio de Santiago, un barrio muy flamenco. Pero yo crezco contra eso. Hay gente que nace en un sitio y ya es eso, y otros crecemos contra eso, por rebeldía, inadaptación, lo que sea. Entonces he visto mucho flamenco desde pequeño, el flamenco de verdad, lo que surge naturalmente. En mi casa no se ha escuchado otra cosa que no fuese eso. Cuando yo hago música, no tiene nada que ver con eso. Cojo la guitarra eléctrica, me gusta el rock, el punk, el hardcore, además cantaba en inglés. Lo que pasa es que al final, el viaje es circular. Hay una parte de ti que está en el inconsciente, que son tus raíces. Imagínate la imagen: las raíces están bajo la tierra, no se ven; el árbol no es solo lo que se ve, sino lo que está también debajo de él, y hay muchas veces que tienes que darte cuenta de que existe y sacarlo.
Al final es como mi camino ha sido, en general, buscar la verdad en la música… Me he dado cuenta de que me gusta la música, no me gusta un género. Los géneros son mentira, se crearon para clasificarnos. La música que me gusta es la que te dice cosas de verdad, que te da el pellizco, y ahí entra todo. Resulta que yo tenía una raíz muy grande y la mayor parte de lo que escucho es flamenco.
Encuentro similitud entre lo que llevo toda mi vida intentando hacer, y eso, que es verdad. Un hombre cantándote en tu cara con una guitarra en mitad de un pogo y un cantaor comparten el mismo núcleo de lo que para mí la música significa. Por eso creo que cualquier persona que me conozca, sabe que yo soy esos dos mundos, por raro que parezca. Me ha costado 40 años decírselo al mundo, pero soy exactamente eso, las dos partes. Cuesta mucho despojarse de artificios, pero al final sale. Yo estoy muy contento de haber encontrado un camino propio.
¿Por qué ha tenido que ser ahora después de 40 años?
¡Gran pregunta, porque no tengo ni idea! Supongo que en la vida existen un montón de conflictos internos. El camino que todos vamos trazando es ese, el de ir siendo cada vez más honestos y más verdaderos. Cuando empecé a hacer música yo quería parecerme a mucha gente. La voz, por ejemplo, no era mi voz, era impostada. Gruñía, porque era punk. Luego aprendí a cantar y a cantar con mi voz, y ahora incluso en mi lengua. El camino cada vez es más “venga, vamos a seguir quitando capas”. ¿Por qué ahora? Pues porque tengo 40 años, dos niñas, muchos palos, muchos viajes, muchos kilómetros, y a partir de ahora es cuando van a empezar a salir cosas buenas. No es que lo demás no sirva, sino que esto es un camino. Decía Agujetas, el cantaor, que los verdaderos cantaores no empiezan a ser buenos hasta los 60-70 años. Cuando uno empieza a decir cosas de verdad es a esa edad, entonces me guio por esa estrella.
¡Ya queda menos!
¡¡Ya queda menos, sí!! Hay que reivindicar la vejez. Vivimos en un mundo capitalista en el que se reivindica la juventud como algo bueno, y no lo es. Lo digo desde aquí: ¡señorías, la juventud no es buena! No volvería a tener 20 años en la vida, era un caos. No sé la tuya, pero mi cabeza estaba confundidísima. ¡Yo quiero ser viejo, criticar y mirar obras! Hay que reivindicar eso, la senectud. Yo he venido aquí para eso.
Has mencionado mucho en este rato el concepto verdad, como que ahora mismo estás contando tu verdad. ¿Era el concepto al que querías llegar desde un principio?
Aquí pasan dos cosas. La verdad es la verdad del relato, sobre todo porque vivimos ahora mismo en el mundo de la post verdad, donde la verdad no existe. Eso es muy peligroso, porque significa que la verdad solo la poseen las personas que la pagan. Los medios de comunicación que más paguen, dirán lo que es verdad y lo que no, incluso son capaces de poner como verdadero algo que no lo es. No hablo a nivel político, sino como algo filosófico. La verdad existe, pero hay que separar lo verdadero de lo falso. En un mundo donde todo es plástico, y hay mucho artificio, muchas redes sociales, mucho parecer más que ser, pues voy a intentar reivindicar lo más sencillo: lo que pasa en el aquí y ahora, que está ocurriendo de verdad. Este disco es La verdad porque quería reivindicar que todavía tiene que existir algo más allá de lo adyacente en el arte, el arte puro, algo que esté pasando sin aspavientos ni artificios.
Y a nivel político es igual. No puedes decir que los inmigrantes están viniendo a quitarnos el trabajo, eso no es verdad. Se está contaminando mucho el ambiente porque las cosas se repiten muchas veces y no son ciertas. La verdad es que hay una guerra, entre ricos y pobres, que la están ganando los ricos. No es mi verdad, es la verdad. Tú llámalo como quieras, pero hay un conflicto que está teniendo lugar en el planeta, que hay un sistema que explota el planeta, que el planeta Tierra va a reventar, y que el dinero se lo está llevando una minoría explotando a una mayoría.
Si tú coges el arte y lo conviertes en explotación, en una manera de ganar dinero y fama, no estás haciendo la verdad. El arte es lo que nos debería dejar ser libres, no ser esclavos. ¡En toda esta maraña mental se basa La verdad!
En la música nacional y en géneros que imperan aquí, como el indie, cuesta mucho que los artistas se mojen. Tú habiendo sacado un disco como este, siendo activista político además, ¿por qué en la música española da tanto miedo hablar claramente de los problemas que hay?
¡El indie son los padres! Una buena pregunta, sí señor. Pues mira, yo creo que hay mucho miedo al compromiso en general, no solo en la música. Piensa en tu grupo de amigos, ¿cuántas personas conoces que sean militantes de un partido, o de una ONG, o de un sindicato? Vivimos en un mundo individualista, reivindicando con un selfie y un #hoyconPalestina. Eso por un lado, mirada macro. Luego, concretando en la música y para no esquivar tu pregunta, creo que hay miedo y, sobre todo, cuanto más grande eres, a que si dices una cosa no te contraten en X ayuntamiento, fin. Si tú vives de la música y dices que el PP es un partido de corruptos, devuelvan lo robado y disuélvanse, pues no te van a contratar nunca en sitios donde estén ellos, o el PSOE o el que sea. Es la historia de España. ¿Cuántas veces se han censurado bandas en España por eso? Lo que necesitamos es gente que no sea de soslayo, que diga las cosas a la cara. Soy militante del partido comunista, y lo he dicho siempre. No quiero que me contrates si vas contra mí. Ahora que me he mudado a Sevilla sigo con la militancia aquí, porque es parte de mí, que yo decidí que era importante.
Falta asociacionismo en general, o que sea transformador. En Andalucía, el 80% del asociacionismo pertenece a las cofradías, que lejos de transformar, nos hace más sumisos. El pobre de barrio que está más preocupado porque salga la cofradía en vez de poner esa acción común en transformar sus barrios.
Hay mucha gente a la que no le conviene posicionarse políticamente por no perder contratos, y me parece mal. Pero bueno, hay mucha gente que sí está siendo valiente. Ya, si me hablas del indie… para mí esa escena, en general, presenta la parte más mediocre del país, menos valiente, menos audaz, más efímera, las peores canciones. Vengo de otras escenas en las que no ha habido miedo a posicionarse. Viniendo de ahí, me parece raro. No hay que tener miedo de decir las cosas, al revés, tienes que decir las cosas claras y cuanto más, mejor, intentando no ser panfletario porque pierde validez.
Respecto a lo que hemos hablado de que da miedo hablar de política, también hay generalización por cantar en inglés, como ha sido tu caso siempre. ¿Por qué esas raíces de las que hablabas antes no están presentes a la hora de escribir en el idioma natal?
Pienso que ahora mismo existe un movimiento contrario. En general, estoy viendo que hay muchos menos complejos a la hora de tirar de tus raíces para llegar a un discurso musical en este caso. Estamos en un momento muy dulce, muy bonito, de gente que está recuperando el folckore, desde la jota hasta la sardana, el flamenco, la copla… Hay muchas maneras de recuperar el folckore tradicional, no solo musicales, sino también estéticas, y las están incorporando a discursos musicales contemporáneos. Uno ya no tiene que mirar fuera para intentar reproducir algo que no es propio, sino trazar un camino entre lo tuyo y el mundo global.
En tu disco haces homenaje a Machado, a La Niña de los Peines, a Agujetas de Jerez… ¿Cómo ha sido la composición de este disco y cómo has llegado a estos artistas?
Hace un año que pasé por una época complicada y, como te he dicho antes, llevo un tiempo que casi todo lo que escucho es flamenco. Entonces, cuando empiezas a escuchar flamenco, comienzas a tirar del hilo y llegas al origen conocido o a las primeras grabaciones que hay, que no es el origen pero sí cuando se empieza a grabar. La Niña de los Peines y su hermano Tomás Pavón en Sevilla, incluso anteriores como Chacón en Jerez. Empiezas a escuchar eso y ves que los cantes antiguos son muy bonitos, muy dulces. Luego el flamenco se pone más agreste, pero a finales del siglo XIX principios del XX, existen unas letras… Te pones a investigar y hay una mina de donde sacar letras, versos, acoplarlos a tu música, y son de dominio público porque son letras populares, sin autoría.
En la primera canción que hice, ‘Fui Piedra’, la primera estrofa es una soleá y yo la toco como una canción pop. La adapto al 4×4, y cojo la primera frase: “Fui piedra y perdí mi centro, y me arrojaron al mar”, que aunque se crea que es de La niña de los Peines, es de una cantaora jerezana del siglo XIX, que le llamaban La Serneta y no se sabe si ella fue la que cantaba o si fue la que la compuso. Fue meterlo, ver una sonoridad y pensar que funcionaba.
El que me empujó a hacerlo fue mi amigo Manuel. Era mi compañero en el instituto y es una de las personas que más sabe de flamenco de España, de hecho tiene un programa de radio en Radio Clásica que se llama ‘Las cosas del cante’. Se lo pasé y le encantó, así que me di cuenta de que no la estaba fastidiando. A partir de ahí, tuve una revelación y en una semana tuve escrito el disco entero. Vi la fórmula y lo tuve bastante claro. No he hecho un disco así en mi vida. Hay muchas canciones que son mías, de mi puño y letra, y otras que son amalgamas de textos. Todo muy a lo loco.
‘El pozo de la víbora’ es uno de los mejores temas, y lo has grabado con The New Raemon. ¿Por qué esta elección?
Ramón es uno de mis mejores amigos. Le monté una vez en Jerez un concierto en el año 2000-2002. Venían los chicos de Barcelona a tocar en Jerez y les dábamos de comer y de dormir, y de ahí colegas. Esa amistad ha ido creciendo con los años. Es de las personas que más me ha dado la lata para que cante en castellano. Tenía la deuda de ponerle a él en el disco, y cuando se lo pasé se emocionó mucho. Me dijo que esa canción le había parecido emocionante y le pedí que grabara las voces y alguna guitarra.
Me gustaría que me hablaras de ‘Caulina’. En el repaso que hiciste para Ruta66 mencionaste que era tu favorita.
Es mi favorita. Y está pasando que mucha gente que la escucha termina googleando y encuentra la historia que hay detrás, que es lo más impresionante. Casi nunca he hecho canciones narrativas, sino poéticas, y esa sí que narra una historia y además es real. Es una historia de 1892. Hubo un asalto campesino en Jerez y se instauró el comunismo libertario durante 4-5 horas, hasta que llegaron los militares. Hubo una revuelta. Cuando fue reprimida fueron ajusticiados los cuatro supuestos cabecillas en público con garrote vil. Tuvo eco en todo el mundo, y me pareció una historia muy potente. Esa canción la tenía escrita hacía mucho tiempo, pero como no me había decidido a dar el paso al castellano la tenía en un cajón. Sabía cómo quería hacerla, y ahora que ya di con la fórmula, era el momento de llevarla a cabo.
Has cantado canciones de Grant Hart, has girado internacionalmente con G.A.S. Drummers, has sacado cinco discos en inglés y uno en castellano… ¿Qué podemos esperar después de todo esto?
No lo sé, pero voy a ir haciendo lo que me vaya apeteciendo. Supongo que ahora que he empezado el camino de las canciones en castellano, seguiré por ahí, por lo menos hasta que me aburra. Lo próximo será hacerlas en portugués, catalán… pero ahora sí me apetece investigar esto, al menos con mis discos en solitario. De hecho, tengo ya una pila de canciones escritas y me apetece mucho seguir ahí. Como G.A.S. Drummers es una banda que nunca se va a separar, algo haremos en el futuro. Ahora me interesa este mundo de cantar en castellano, se me abre un mundo de posibilidades y tengo muchas ganas de seguir investigando.
Fotografía de portada de Julián Ochoa.