Antonio Arco publicó el pasado mes de octubre su tercer álbum, 100 veces. Un trabajo cuidado al detalle, que ha dispuesto del tiempo necesario para ser disfrutado meses antes de su publicación. El granadino es todo un artesano de su profesión, y se muestra en el amor que le pone a todo lo que hace. Actualmente se encuentra de gira en formato acústico, pudiéndose disfrutar el próximo 3 de enero, en la Sala X de Sevilla (a las 13:00h). Una propuesta más desnuda y cercana en la que se podrán degustar de manera diferente las canciones de este cantautor. Arco declara haber sufrido una revolución interior durante la pandemia, y fruto de ello ha nacido su próximo proyecto, un libro 40 años, 40 canciones, en el que se vuelve a abrir en cuerpo y alma para su público, y que verá la luz en febrero de 2021.

El sábado 21 de noviembre estuviste en Sevilla en concierto. El próximo 3 de enero regresas con otro, que será en la Sala X a las 13:00, ¿cómo estás viviendo este momento de tantos cambios en los eventos?
Este, lo más nuevo que tuvo para todos los que estábamos allí era el horario, porque fue a las 16:00, una hora a la que no estamos acostumbrados ni a cantar ni a acudir a conciertos, más allá de los festivales, que es otra historia. Estuvo muy bien aunque hubo gente que no pudo venir por las limitaciones de los municipios, y solo fue para la gente de Sevilla capital. Pero la experiencia fue bonita. Es lo que me toca ahora hasta que esto cambie por primavera. Esto tiene también sus cosas bonitas, por ejemplo, cuando canto a la 1, sales a las 2 o 2 y media, y te puedes ir a almorzar. O cuando tocas a las 4, había gente en Sevilla que venía de estar de cañas, y también es guay.
Estos conciertos están siendo en un formato muy íntimo, tú solo ante el público, únicamente acompañado de tu guitarra, ¿cómo te encuentras en este formato?
Ha sido paulatino. Vengo de hacer una gira en acústico con Gon, con mi guitarrista. Y este verano como teníamos conciertos en acústico, pero en escenario muy grandes para mucha gente, estuve con Zeke, porque iba con la batería, el piano e iba haciendo los bajos, y quedaba muy guay. Incluso ese formato, si yo en vez de ir con acústica, voy con eléctrica, sería muy parecido a lo que llevábamos con la banda. Pero en esta ocasión he decidido hacerlo solo, a raíz de un concierto que hice en Madrid en un teatro. Por el tipo de show y escenario probé, y me gustó tanto y hubo tan buen feedback con el público, que ahora los que estoy haciendo serán así. No por otra razón, sino por intentar ofrecer otra cosa distinta. Me he dado cuenta que a veces cuando quitas todo lo que hay alrededor y dejas una guitarra y una voz, creces. Sin querer que se me malinterprete ni mucho menos, con mi banda estoy deseando volver a girar, pero también tenemos que poner en valor, en este caso lo intento hacer, lo que es escuchar una voz y una guitarra. Este formato me está permitiendo ir más relajado, puedo pararme a hablar sin que haya una persona al lado esperando a que empecemos. Ir sin tiempo.
Uno, fue tu estreno en solitario, Abril se puede decir que fue la confirmación. Ahora llega 100 veces, ¿qué supone este tercer trabajo?
100 veces es un poco el regreso a una forma de arreglar la canciones o de cantar que tenía un poco dejado. Es un disco bastante más flamenco, hemos vuelto a la rumba, está la recuperación de ‘Ochenta años’, hay canciones que podrían ser de El Puchero… Y sobre todo gran parte de la culpa la tuvo mi productor, Tato (Latorre), que es el productor de los últimos dos discos, porque me animó desde que me conoció, desde que comenzamos a montar Abril, me dijo que tenía que intentar partir de mi herencia. En este disco dimos rienda suelta a eso. Está ‘No hay más’ que es una rumba, aunque está tocada con mucha electrónica. Es como una vuelta a mis orígenes pero sin tener miedo a meter nuevos sonidos, nuevas texturas, a tratar la voz de forma diferente. Es un disco que ha gustado mucho. Lo llevamos presentando un año prácticamente. Fue en octubre del año pasado cuando salió ‘Debo’, fue el primer adelanto, junto con ‘Ochenta años’. Y en respuesta a tu pregunta sería una vuelta al sitio de donde vengo.
Como comentas, desde octubre del pasado año hemos ido conociendo este disco, que finalmente ha salido en octubre de este, ¿la pandemia ha modificado la salida o era algo planeado?
Sinceramente, ya queríamos darle tiempo a cada single. Es verdad que a raíz del confinamiento hemos necesitado más tiempo, para grabar las voces en casa y terminar de pulir algunas colaboraciones. Pero el disco iba a tener un año de recorrido antes de que saliera, es como lo están haciendo muchos compañeros. Más allá de una estrategia de marketing o de posicionamiento en streaming, que también, lo más bonito de todo esto es que cada canción tiene su tiempo y espacio, de que tenga su recorrido. Un disco como lo sacábamos antes, que era todo el cd, también estaba muy bien, porque del tirón tenías todos los temas. Para en este he intentando hacer una cosa que a mi parecer ha sorprendido, que era dejar todos los temas más rockeros, como ‘Por ser tan necio’, ‘Platón’, ‘Cuarto y mitad’, de manera inédita y lanzarlos con el disco. Cuando presentas un formato cuidado, en vinilo, también tiene un poco de sorpresa. La tendencia ahora es esa. Con el libro va a ser distinto porque habrá menos adelantos. Pero también intentaremos calentar para que no sea todo del tirón.

Hablabas antes de Tato Latorre, productor de este álbum y de Abril, el anterior. Cuando trabajas en un proyecto tan personal como en este caso es un disco compuesto por ti mismo, con tus letras y vivencias, tener a alguien de confianza al lado es importante, ¿no?
Había trabajado anteriormente con otra gente, como Carlos Díaz, que ha producido también el disco del libro, Uno y todos los de El Puchero. Es talentoso como el que más, pero había una relación de ir haciéndolo entre los dos. Me daba consejos, yo se los aceptaba, pero intentaba mantenerse al margen. Tato, cuando trabajas con él lo primero que dice es “confía en mí, vamos a hacerlo. ¿Estás preparado para que te diga que esto no me gusta?”. Le dije que sí y ya son dos discos confiando en su criterio. Obviamente porque el resultado que veo después me encanta, y pienso que les aporta mucho a las canciones. Como dices, la confianza es el punto de partida y de llegada de toda esta producción.
En 100 veces has contado con las colaboraciones de Rayden, Diana Navarro e Iván Torres, de Efecto Pasillo, ¿cómo surgen?
Para que una colaboración salga tiene que existir, por un lado, que el tema ilusione, y luego que sea verdadero, fluido, auténtico. Hoy en día hay muchas colaboraciones con otros intereses, y no era mi caso. Quería artistas que pudieran aportar. ‘Quisiera’, desde que la escuchamos sabíamos que era de Rayden. La de Diana Navarro surgió por una amistad y una admiración. Y nació a la par que yo hacía una colaboración para su disco y que lleva mi letra, ‘La flor del asfalto’. Fue muy bonito que cantara una canción que había escrito para ella, y que después ella quisiese hacer lo mismo en un disco mío. La de Iván surgió en un concierto, nos conocimos en los camerinos, y allí mismo sobre la marcha salió. Esta me hubiese gustado grabarla en el estudio, para tener nuestro testimonio, como pasó con Rayden y Diana, pero por desgracia tuvimos que hacerlo en la distancia; él en Canarias, yo en Málaga. Y quedó muy bonita también.
Estamos viviendo unos tiempos complicados, de mucha incertidumbre en el que la cultura está jugando un papel importante para evadirnos. Música como la tuya con un espíritu tan positivo y bailable ayuda en esto, ¿qué opinión tienes al respecto?
Te agradezco tus palabras; si es así es maravilloso. Por el feedback que me ha llegado, por todos los directos que hice, me sorprendí muchísimo. Recibí en esa época los mensajes más bonitos que nunca he recibido. De gente que llegaba de trabajar de noche y no me había podido ver, y se ponía el directo para disfrutarlo y decía cosas maravillosas. Pero dicho esto, los músicos tampoco podemos caer, y lo he visto en muchas ocasiones, en la autoconplacencia. En mi caso hice los directos de Instagram a priori para ayudarme a mí mismo, para subsanar esa caída tan brutal, ese muro que se puso a la gira, que estábamos agotando en estos lados, y que de repente se cortó. Yo quería seguir viviendo el contacto y la cercanía con la gente, y luego me di cuenta que eso ayudaba a otras personas, mis testimonios, contar como habían nacido las canciones. Pero eso vino sobrevenido. En ningún momento pienso que los músicos seamos seres especiales, ni que la gente esté en deuda con nosotros.
Anunciaste la semana pasada un proyecto muy especial para febrero del próximo año. Un libro con el que celebras tus 40 años a través de 40 canciones. Decías en Instagram que has estado muchas madrugadas en vela durante los últimos meses. Habrá sido un proyecto muy emocionante, ¿no?
Emocionante, muy duro. Ha sido el proceso más intenso de toda mi vida; no hay disco ni gira que se comparen con esto. Creo que empecé el 16 de marzo, tenía una libreta que me habían regalado, la idea ya estaba ahí, pero pensaba hacerlo más tarde. Había hecho un listado de cosas que quería contar. Me dio el empujón definitivo el primer directo que hice en el que la gente me preguntaba por el nacimiento de las canciones, lo contaba y me llegaba un feedback muy bonito. Había un interés de la gente en saber qué ha inspirado mis canciones. Empezó como un proyecto que pensaba que en mes o mes y medio lo tendría, pero no fue así. Cuando empecé de verdad a quitarme la coraza, sin pretenderlo, escribía cosas que después las leían y se sorprendían de que las contara. Cuando te pones a escribir entras en un estado en el que necesitas soltarlo todo. Después lo leía, lloraba, reía… La bola se fue haciendo cada vez más grande y me absorbió por completo. Había días que me acostaba a las 3 de la madrugada escribiendo y me despertaba a las 7 porque había soñado sobre eso y tenía la necesidad de escribirlo. ¿Y qué pasó? Que hice 500 páginas [risas]. Cuando las leí tuve que decir “¡no puedo sacar una enciclopedia!”. Y tuve que empezar otro proceso de simplificar, de leer otra vez y de dejar lo que de verdad quería. Ha sido una historia muy heavy. Cuando ya hemos tenido el libro prácticamente terminado, hemos empezado a grabar las 40 canciones en la distancia. Es verdad que hemos tenido días de estudio conjunto, pero hemos grabado desde Argentina músicos de todo el país. Ha sido muy, muy intenso, no sabía en lo que me metía. Y justamente han sido nueve meses, como un embarazo.
Han pasado cuatro años desde que publicaste Uno, relativamente hace poco, y han pasado alrededor de Arco numerosas cosas; te has ganado tu lugar, ¿cómo te encuentras en este momento?
Sinceramente, mejor que nunca. He recuperado, gracias a escribir este libro y a rebuscar, a coger 20 canciones de El Puchero, una etapa que tenía en standby. Estamos descubriendo nuevas posibilidades, como esta del acústico. La situación es dura para todos los compañeros, para mi banda. Pero soy de intentar sacar lo positivo de cada situación. Esta situación me brindó la oportunidad de tener tiempo para escribir un libro, que con la gira que tenía tendría que haber hecho más adelante. Me está brindando la oportunidad de vivir más el día a día, de hacerme uno con la incertidumbre… Igual que digo en la canción ‘Quisiera’, “Bailaremos sin temor, cuando llegue la tormenta”, creo que los malos momentos son el termómetro de cómo estás tú. Si estás bien, también estás bien en los malos momentos. Sin embargo, si estás feliz cuando todo va bien, pero cuando las cosas se tuercen, te pones furioso, con ira y rabia; pienso que es un indicador de que quizás no estás tan bien como creías. Gracias a todo este periodo, la vida me ha puesto delante cosas que no han salido como yo quería, que han venido sobrevenidas, que han sido un chasco, por así decirlo. Lo bonito que me llevo es que lo he afrontado bien. Me he sorprendido a mí mismo, y a la gente que tengo alrededor. Y este es el gran aprendizaje que me ha dado la pandemia, y a mucha gente cercana. Nos hemos dado cuenta de que no podemos controlarlo todo. Todo es efímero. Ahora más que nunca, el momento es lo único que tenemos. Quedémonos con eso.
Fotografía de portada de Jaime Walfisch.