Nunca he sido de favoritismos. Siempre he pensado que existen porque nos gusta conformarnos con una única opción, que no nos da por mirar qué hay más allá y, sobre todo, no barajamos ni valoramos otras alternativas. Pero tengo un problema, tengo algo favorito. En mi vida creo que es lo único que tengo como predilección. Si me preguntaran qué me llevaría a una isla desierta, qué haría si me muriera mañana, etc, etc… respondería algo relacionado con Vetusta Morla. Y es que Vetusta Morla es más que una banda, es un sentimiento. Un sentimiento que llevó a 8 mil personas a reunirse en la noche del pasado 5 de mayo en el Auditorio Rocío Jurado.
En primer lugar, venían presentando Mismo Sitio, Distinto Lugar, su cuarto LP. Hacía ya tiempo que no nos encontrábamos con Vetusta Morla en la capital hispalense, curiosamente, en el mismo sitio un 9 de mayo (ha vuelto a escasos tres días de hacer tres años desde la última vez). Era, efectivamente, en el mismo sitio, pero no el mismo lugar. Ninguno somos los mismos de hace tres años, ni siquiera ellos, los miembros del grupo, ni su música. Y eso lo sabíamos todos. Nos reunimos para cantar al unísono canciones como `Copenhague´, `Maldita Dulzura´ o `El hombre del saco´, a las que se les sumaron al setlist temas del nuevo disco mencionado, y que en cuestión de tiempo se convertirán en indispensables de sus conciertos, como `Deséame suerte´, `El discurso del rey´ o `Guerra Civil´.
Partiendo de esta premisa, no estoy segura de cuánto le queda por crecer a Vetusta Morla. Ahora mismo es la banda, en el ámbito nacional, con más proyección, talento, influencia y registros que existe. Y ellos, sus componentes, lo saben. Se mueven por el escenario, a través de sus instrumentos, de manera sobrenatural. Han adquirido una técnica y una madurez durante la grabación de Mismo Sitio, Distinto Lugar que ahora se desviven por demostrarlo. Donde antes destacaba un frontman de nivel como es Pucho, ahora se convierten en un sincretismo entre los seis, sus instrumentos (destacar cómo suena la Firebird Non-Reverse de Guillermo Galván) y su equipo (que sinceramente, hace un trabajo incalificable tanto fuera como dentro del escenario). Da la sensación de que Vetusta Morla ha mutado en un concepto tangible, por momentos sensorial, un engranaje preciso en el que todos son indispensables. Incluso hacen que nos sintamos parte fundamental de “eso” tan especial que han construido tras 20 años de carrera musical.
Yo me quedo con los nervios previos, con el nudo en la garganta de `Los días raros´, y con la sensación de necesitar que Vetusta Morla siga existiendo por muchos años más. No tenemos ni idea de la suerte que tenemos de ser coetáneos de una banda como Vetusta Morla.