Hay quien dice que el destino ya tiene repartidas sus cartas para cada uno de nosotros incluso antes de que vengamos al mundo. Que todo está escrito y que no podemos escapar de él. Cuando se leen novelas como Un mar violeta oscuro, parece que esa premisa se confirma.
La finalista del Premio Planeta 2018, Ayanta Barilli, firma un relato en el que se sitúa como protagonista, y que navega entre su propia vida y la ficción. Ya que ella misma ha declarado en algunos medios que no se trata de una autobiografía propiamente dicha. Nos habla de una estirpe familiar a través de tres generaciones de mujeres: Elvira, Ángela y Caterina. Para ellas la vida no se lo puso nada fácil, sobre todo en lo que a amores se refiere. Un destino que jugó en su contra, y que las hizo sufrir durante toda su existencia.
Una historia de mujeres
Una especie de maldición que se rompe al llegar a Ayanta, que busca en esas mujeres de su familia que la precedieron, las respuestas que nadie se ha atrevido a darle hasta el momento. Tres mujeres que a su misma vez le sirven de inspiración, no solo para su novela familiar en la que quiere volcar lo que siente, sino que también sirve para homenajearlas. Por su desgracia, por su dedicación, por su amor incondicional… Además ellas serán la llave para conocer quién es ella realmente.
Un mar violeta oscuro le sirve a su protagonista para cerrar heridas a la misma vez que avanza en la biografía de su árbol genealógico. Una novela en la que no se aprecia ni un ápice de venganza o revancha hacia todas aquellas personas que no se portaron lo bien que deberían hacerlo con Elvira, Ángela y Caterina. Todo lo contrario. Hay mucho de perdón y sanación en sus líneas. Otra manera de entender la vida y sus acontecimientos.
Un relato poderoso
La historia del personaje de Ayanta se va intercalando con los relatos de estas mujeres que tanto le han marcado. Tres partes protagonizadas por cada una de ellas. Elvira, su bisabuela, es la primera. Una mujer con una posición social estable y acomodada, que se enamoró de quien no debía (y no le correspondía). Apostando todo, lo que era y tenía, a nada. A ella quizás le tocó vivir la época más complicada para una mujer (finales del siglo XIX), en relación con los demás personajes. Donde la mujer valía entre nada y poco para una sociedad gestionada por hombres. Y que sufrió la parte más negativa de eso que ella creía que era amor.
“Las mujeres de entonces tenían una única oportunidad. O ganaban o perdían. Elvira perdió”, escribe Barilli al final de uno de los capítulos.
Le siguen Ángela y Caterina, en cierto modo herederas de ese sino que comenzó con Elvira. Abuela y madre de Ayanta, respectivamente, y que vivieron a contracorriente en el contexto histórico que les tocó. Un alegato feminista en los tiempo que corren, donde se pone frente a frente todo lo que se ha avanzado y todo lo que aún queda por avanzar. Unas mujeres que quisieron romper con lo que se esperaba de ellas, y que antepusieron a sus hijos y sus parejas a su propia felicidad.
Entre las páginas de Un mar violeta oscuro también se habla sobre la enfermedad, que también parece unir a estas cuatro mujeres de un modo u otro. Siendo especialmente triste y emotivo el momento en el que Ayanta relata un recuerdo de su infancia relacionado con su madre.
En esta novela se transmite el amor que estas cuatro mujeres sentían por sus hijos, intentando hacerles la vida menos dura. Y nos habla de la incomprensión que despierta en estos la decisiones tomadas por sus padres en determinadas situaciones.
Un mar violeta oscuro es un viaje vital y emocional. Una montaña rusa de sentimientos, donde muchos lectores se podrán sentir identificados con cada página. Una narración que te sumerge por completo en esta maravillosa historia generacional, que nos demuestra que la vida no siempre es fácil y cómoda. Que debemos luchar con todas nuestras fuerzas, y que hay que seguir adelante por duro que sea el camino.