Constantemente estamos idolatrando (casi de manera inconsciente) a cantantes, escritores, actores, o cualquier otra persona que sobresalga en su parcela profesional y que tenga una repercusión pública. Llegamos incluso a ver solo la parte buena, obviando o tapando aquellos aspectos más negativos sobre la figura de estos. Algo así le ocurre a Peter Stewart, el protagonista de El testamento de Mr. Hyde (Algaida), la última novela de Andrés González-Barba.
El periodista y escritor sevillano vuelca en su nueva novela la admiración y fascinación que siente por la figura de Robert Louis Stevenson. Un relato que navega entre la realidad y la ficción, y que sitúa al autor de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde o La isla del tesoro en el centro de la trama. Todo comienza tras la asistencia del protagonista, Peter Stewart, a una charla donde se pone en duda la importancia de Stevenson en la literatura. Algo que no resulta de buen gusto para él, y lo deja bien claro delante de numerosos testigos, defendiendo con vehemencia la herencia literaria del escocés. Esto parece anecdótico, pero al llegar a su casa descubrirá algo que cambiará su vida para siempre, y que sumergirá al lector en un thriller donde cada paso que Stewart da supone una nueva pregunta para nosotros.
Andrés González-Barba vuelve a trasladarnos a una atmósfera oscura con influencia gótica, donde el peligro y la incertidumbre habitan en cualquier lugar. En El testamento de Mr. Hyde recorreremos algunos de los lugares en los que vivió Robert L. Stevenson, desde Edimburgo a Samoa, pasando por Londres o San Francisco. En este viaje, Peter Stewart tratará de encontrar respuestas a numerosas cuestiones sobre la vida y la obra del escritor, donde ambos aspectos parecen estar más unidos de lo que él creía.
El escritor sevillano rinde homenaje así a un autor por el que siente especial predilección, y por el que ha declarado ser de gran influencia en su obra literaria. El testamento de Mr. Hyde está escrito con mucho mimo y amor, algo que se desprende en cada una de sus páginas. Se llega a crear cierto símil entre el propio González-Barba y su personaje protagonista, ya que ambos tratan de transmitir al lector esa admiración por Stevenson, haciendo que su obra prevalezca sobre su persona.
Precisamente, uno de los aspectos que toca el sevillano en esta novela es el trato de ídolo que se les da en bastantes situaciones a determinadas personas; cuando en el fondo son individuos como los demás, con sus luces y sus sombras, con la diferencia con el resto de mortales de que estos han logrado crear algo que perdurará en el tiempo. Pero todos tienen un pasado y una vida que quizás no gusten a todo el mundo. Al igual que en El caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, Andrés González-Barba también trata de dar respuestas al origen del mal. Se pregunta si el este está en todo el mundo, si estamos destinados a ello o si podemos cambiar ese camino. “Y es que nadie está exento del mal”, llega a declarar uno de los personajes.
Esto también nos lleva a pensar en qué medida conocemos a las personas que nos rodean, o incluso a las que admiramos, puesto que nunca llegamos a conocer realmente a nadie. Y esta novela es una prueba de ello, como demuestran los descubrimientos que Peter Stewart hace sobre la biografía de Robert Louis Stevenson.