Cuando uno acaba de leer este libro se queda con una sensación de vacío difícil de explicar. Aun ofreciendo la novela, Patria, un halo de esperanza hacia un futuro, evidentemente utópico, en el que las personas alcancemos la capacidad de convivir independientemente de nuestras diferencias ideológicas o religiosas. Y esa vacuidad se produce al no poder evitar como lector la desazón al advertir que aquellas más de 800 muertes por mor de los execrables atentados de ETA no sirvieron, absolutamente, para nada. Y que esa cruzada iniciada durante la Dictadura española y finalizada, por fin, no hace mucho tiempo en plena Democracia, solo provocó dolor, odio, rencor, miedo… Muchas víctimas que se multiplican si añadimos a los sufridos familiares de estas: “A mí me mataron hace mucho tiempo. Desde entonces no he sido más que un fantasma”. Víctimas que, encima, han de cargar con la etiqueta de ‘verdugos’: “Somos víctimas del Estado y ahora somos víctimas de las víctimas”, lamenta Miren, madre de un etarra preso, ante las quejas de los damnificados por la violencia etarra.
Patria narra la vida en el País Vasco en tiempos de ETA, pero más que sobre atentados, habla sobre personas, de vecinos aislados por sus propios amigos en un pequeño pueblo de la Euskadi profunda, alienados por una sinrazón evidente, cautivos del mal. “Las bombas son para defender los derechos de nuestro pueblo y se las ponen al enemigo”, llega a decir uno de los personajes en un momento dado para justificar las acciones de la banda terrorista.
Fernando Aramburu realiza una perfecta descripción de los años del terror desde el punto de vista de la psicología de unas personas que han de vivir con el dolor de las balas, de las bombas, pero también con la impotencia de ser extorsionadas, amenazadas o mal miradas en su propia tierra.
Patria, de Fernando Aramburu, es uno de los libros más leídos de España desde 2016. Y su historia, como adelantamos, parte desde el alto el fuego decretado por ETA en 2011. En una ágil y objetiva narración donde el autor prefiere no juzgar a nadie, se permite que sea el lector quien saque sus conclusiones. La trama nos lleva constantemente del presente al pasado y viceversa en su intento por ubicarnos en la trayectoria vital de los personajes y su evolución durante el conflicto vasco.
Entre los galardones obtenidos por Patria cabe destacar el Premio Nacional de Narrativa 2017, destacando el jurado la “profundidad psicológica de los personajes, la tensión narrativa y la integración de los puntos de vista, así como por la voluntad de escribir una novela global sobre unos años convulsos en el País Vasco».
Sinopsis
Pocos años después del asesinato de Txato, empresario de una pequeña localidad rural de Guipúzcoa, ETA anuncia un nuevo alto el fuego (año 2011). Bittori, su viuda, ha estado visitando su tumba en el cementerio de Polloe. Tras la noticia, decide visitarle una vez más y decirle que piensa volver al pueblo, del que tuvo que exiliarse junto con su familia por el clima de tensión política que se vivía en un lugar regido por la represión abertzale. Sin embargo, y a pesar de regresar a escondidas, la vuelta de Bittori altera la falsa paz entre aquellos que en su día fueron vecinos e incluso amigos, hasta que las circunstancias provocaron que su familia fuese acosada. A lo largo de la novela, Bittori tratará de encontrar respuestas.
Conclusión
Como decimos, Patria es una novela de personajes ubicados en un conflicto que les convirtió en víctimas de una manera inopinada. Es una novela para la reflexión sobre una larga y cruenta etapa en la historia de España con su epicentro en el País Vasco. Nos deja la nefasta sensación de que únicamente contribuyó a abrir heridas que nunca tendrán cura. Esos personajes tienen su núcleo en dos familias del mismo pueblo; amigas casi íntimas, primero, y enemigas acérrimas, después. La lucha armada de ETA rompió una larga etapa de buena vecindad y las destrozó internamente, separando a sus miembros. Txato, Bittori, Xabier y Nerea, por un lado; Joxian, Miren, Joxe Mari, Arantxa y Gorka, por otro, ejemplifican el sufrimiento inútil de una patria sacudida por el horror: “… resulta que el sacrificio era para nada, que miles de vascos que amamos lo nuestro nos hemos estado equivocando como idiotas…”.