“Para ser y sentirte libre es imprescindible que nadie te lo impida”. El 4 de noviembre del pasado 2020, Macarena Domaica Goñi (Vitoria-Gasteiz) publicó la novela Mzungu. Mujer blanca extranjera (Caligrama/Penguin Random House Grupo Editorial), una historia que va sobre el mensaje que transmite la frase con la que comenzamos esta reseña, sobre la libertad. A partir de ahí, sobre esta base, la autora indaga en la violencia contra las mujeres que muchos hombres ejercen sobre muchas mujeres, y sobre esta autoridad autoimpuesta para quebrar esa capacidad para que un ser humano se sienta libre y con posibilidades de desarrollar su propia vida sin coacciones y temores, sin diferencia de género, raza ni estatus social.
Mzungu. Mujer blanca extranjera no se queda en la superficie. Y crea una historia en la que demuestra que la vulnerabilidad de la mujer existe tanto en sociedades como la africana y, asimismo, en las supuestas sociedades desarrolladas. Y nos presenta a Eva, quien fallece en extrañas circunstancias, y cuya pérdida nos acerca a la figura de su mejor amiga, Teresa. La violencia sobre la mujer y la mirada hacia África se unen por la muerte de la recordada y llorada Eva, quien deja escritos unos cuadernos y unas cartas que llegan a manos de Teresa. Ésta asumirá ser la portadora de los sentimientos y sufrimientos que laceraron a su compañera, y decidirá seguir sus pasos, tanto geográficamente, recorriendo las tierras africanas a las que tanto amó, como emociomalmente, indagando en lo que vivió y padeció en soledad y, paralelamente, manifestó en sus escritos, una especie de diario íntimo.
La novela se desarrolla entre Madrid y Kaikor (Keina), una castigada localidad de la región Turkana, y entre el recuerdo de Eva y el fantasma de la violencia sobre las mujeres. Personajes como Marcos, José, Patricia, Teresa o la fallecida Eva, gracias a los escritos que ésta dejó, nos dan un nuevo toque de atención sobre el gran problema de nuestra sociedad. Ello sin obviar el segundo, que no menos importante, mensaje de la novela, la situación de extrema precariedad que se da en zonas del mundo como la africana. Allí, también las mujeres forman parte de un destacado grupo de seres damnificados por la injusticia humana.
La autora
Macarena Domaica Goñi nació en Vitoria-Gasteiz en 1972. Es licenciada en Ciencias de la Información y trabaja en comunicación en el sector de las organizaciones sociales. Atraída por los espacios de compromiso comunitario, ha participado en distintos proyectos colaborativos que la han curtido como activista en ámbitos como la política social o el feminismo, entre otros. En 2010 creó el blog personal Ya sé yo mis cosas y en 2013 cofundó el blog Doce Miradas junto a otras once mujeres. Fue, precisamente, la formación adquirida en este trabajo colectivo de información, sensibilización y denuncia sobre la desigualdad entre hombres y mujeres lo que la impulsó a poner en marcha este nuevo proyecto #Mzungu. Mujer blanca extranjera# en forma de novela.
Mzungu. Mujer blanca extranjera es la segunda novela de la escritora (tras Brujas bailando el tango), blogera y periodista gasteiztarra Macarena Domaica Goñi. Lo recaudado con la obra será donado a Misiones Diocesanas, para la misión de las hermanas Marianitas en Kaikor (Kenia), y a la asociación Goizargi Emakumeak, de mujeres sobrevivientes a la violencia machista.
La propia autora ha llegado a declarar que «creo que estamos, y más ahora en esta situación, absolutamente dormidos. Leemos titulares bestiales todos los días y seguimos con nuestra vida. Decimos ante cualquier situación: ¡pobre gente! Pero ya está. Ya sé que ninguna persona sola puede arreglar el mundo pero soy de las que cree mucho en eso del grano de arena. Hay muchas cosas que podemos hacer, máxime en cuestiones como el maltrato, el machismo, la pobreza…«. Ello explica los fragmentos de la novela en la que se anuncian las muertes de varias mujeres víctimas de la violencia como si fuesen extraídas de algún periódico.
Macarena Domaica Goñi expresa de manera genial lo que sintió una mujer maltratada, sus temores, recelos, pensamientos íntimos, soledades, impotencia… y ello a pesar de vivir en sociedad y supuestamente arropada. Pero como bien se refleja en los textos de Eva, se puede vivir sin vivir, se puede estar sola aun estando acompañada.