'Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis (Rosa Arciniega, 1933)'

Hoy les traemos a los lectores de Gatrópolis una novela publicada en 1933, pero reeditada el pasado año por la escritora e hispanoamericanista sevillana  Inmaculada Lergo, un trabajo en el que contó con la decisiva colaboración de Editorial Renacimiento-Espuela de Plata Narrativa.

En Mosko-Strom, la autora peruana Rosa Arciniega nos lleva a la imaginaria Cosmópolis, una ciudad que vive en la deshumanización. Es un submundo en el que  el progreso tecnológico y la industrialización han originado un modo de vida estresante, donde prima el deseo de acaparar cosas materiales por encima de las relaciones interpersonales. «Todo cabe en esta ciudad que viste a las almas, como a sus edificios, de hierro y de cemento, que ha encerrado, por inservibles, el amor y el libre albedrío de los hombres».

Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis (Rosa Arciniega, 1933)

El torbellino de las grandes metrópolis

Rosa Arciniega se adelantó a principios de la década de los 30 del pasado siglo al modo de vida que la sociedad ha ido implantado. Hablamos de una novela que bien podría haber sido escrita hoy en día. Enjambres de personas pululando de un lado a otro, corriendo en un afán por rentabilizar el tiempo al máximo, la exagerada dependencia del automóvil, el deseo de generar riqueza… «Por la calle, ruidosas y trepidantes, se deslizaban dos sierpes interminables de automóviles, cortadas a trechos por las señales luminosas de los cruces…». «…Detenidos allí, en aquel trozo de acera, eran Jackie Okfurt y Max Walker como dos náufragos aferrados a un acantilado, esquivando la impetuosidad de la corriente, o quizá como dos rezagados al borde del camino de una vida demasiado vertiginosa para ser seguida a su ritmo».

Vidas vacías, almas solitarias

Mosko-Strom nos muestra las vidas vacías de un pequeño grupo de ex compañeros de la Universidad Central años después de acabar sus estudios, ya ubicados en sus quehaceres. Pero de entre ese colectivo sobresalen las figuras de Jackie Okfurt, médico, y de Max Walker, un adinerado y triunfador ingeniero que dirige la fábrica R.E.T. Entre ellos, su antiguo profesor Stanley Sampson Dixler, con quien aún se siguen viendo.

Pasamos a lo largo del relato de la visión lírica y soñadora de la vida de Jackie Okfurt a la prosaica de Max Walker, unidos años después por el nexo que les supone su admirado y querido profesor Sampson. Pero el éxito profesional del ingeniero no coincide con la fría relación que mantiene con su esposa Isabel. De igual manera que el médico Okfurt sufre en una sociedad a la que detesta, el viejo profesor de universidad malvive preso del egoísmo de su mujer, Verona, de vida disoluta y materialista, y de sus dos hijos.  «Yo soy rico de algo de lo que tú eres pobre: de tiempo, y no me he atrevido a empobrecerte más quitándote cada día un poco», le echa en cara en un momento dado Okfurt a su amigo Walker, lamentando que éste sea la viva imagen de la sociedad en que (mal) viven.

Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis (Rosa Arciniega, 1933)

Una mujer relevante

Rosa Arciniega fue una escritora y una mujer que vivió a la sombra de una sociedad que no le dio el sitio que se ganó, de ahí que sea plausible la iniciativa de Inmaculada Lergo por reeditar su obra en pleno siglo XXI y por reivindicar su obra y su figura. En el prólogo de la novela Mosko-Strom, la investigadora dice que «si ha habido una carrera periodística y literaria verdaderamente prolífica, rápida y exitosa desde sus comienzos en el bullente ambiente cultural de la España de los años 30, pero que, sin embargo, hoy día sea tan desconocida, ha sido la de la escritora peruana Rosa Arciniega, autora en esos años de varias celebradas  novelas, numerosos cuentos publicados en revistas y prensa periódica, un drama radiofónico y artículos de diversa índole…».

Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis, es la tercera novela de la peruana Rosa Arciniega (Lima, 18/10/1903; Buenos Aires, 1999), quien saliera muy joven de su país para, tras un viaje por Europa, asentarse en España hacia 1928, donde permanecería hasta 1936 en que regresó a sus raíces. Desde su llegada a Madrid se incorporó al prolífico ambiente cultural de la España de esos años, editando varias novelas –las dos primeras, Engranajes y Jaque mate, recibieron la distinción de novela del mes–, numerosos cuentos, un drama radiofónico y artículos de diversa índole en cabeceras como Nuevo Mundo, Blanco y Negro, La Gaceta Literaria, Ahora y Ondas, entre otras. A Mosko-Strom (1933) le siguió Vidas de celuloide. La novela de Hollywood (1934) y Pizarro (Biografía del conquistador del Perú) (1936). 

Rosa Arciniega dio conferencias y formó parte de la tertulia que Ortega y Gasset mantenía en torno a la Revista de Occidente. Fuera de España publicó una colección de cuentos, Playa de vidas (1940), en Colombia, y otras biografías de conquistadores en Santiago de Chile y Buenos Aires. Su labor periodística continuó colaborando en El Tiempo (Bogotá), La Crónica (Buenos Aires), El Universal (Caracas), El Telégrafo (Guayaquil), El Diario (Nueva York), La Prensa (San Antonio, Texas) o La Opinión (California), además de otras cabeceras de las ciudades en las que residió: Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires. Participó activamente en el Congreso por la Libertad de la Cultura (1950-1967); suscribió el Manifiesto en defensa de Hungría de intelectuales americanos en 1957; y fue la primera mujer peruana acreditada como diplomática ante un gobierno extranjero, como Agregada cultural del Perú en Argentina. En 1986 su país la reconoció como escritora de prestigio internacional, concediéndole una pensión de gracia. 

Redescubriendo a Rosa Arciniega: Inmaculada Lergo reedita la novela ‘Mosko-Strom’
Fotografía de Patricia del Zapatero

Inmaculada Lergo

Como ya informara Gatrópolis el pasado año con motivo de la presentación de  Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis, Inmaculada Lergo ha reeditado esta obra dentro de un exhaustivo trabajo de investigación llevado a cabo sobre la figura de Rosa Arciniega. “Es una escritora que estaba olvidada, desgraciadamente no solo en España sino también en el Perú”, comentó en su día. Le llamó la atención la cantidad de publicaciones de todo tipo, desde cuentos, a artículos de opinión, de viajes… que había producido, además de haber mantenido una intensa actividad social. “Me pareció un personaje interesantísimo -manifestó-. Cuanto más lo seguía, más me gustaba”.

En palabras de la peruanista, «Rosa Arciniega nunca se dejó arrastrar por corriente alguna, ni en su país ni fuera de él; tenía una personalidad arrolladora. De una manera fulgurante comenzó a ser conocida en Madrid y en sus círculos de intelectuales, desde el peruano César Vallejo hasta la selecta tertulia de Ortega y Gasset”. “Se llamaba a sí misma -prosigue- una anarquista mística. Defensora de un feminismo muy particular: no le gustaba que las mujeres se quejaran, sino que prefería decir, “ya estamos aquí, ya hemos conseguido cosas».

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