Las librerías son sitios maravillosos, con un encanto especial. Lugares donde la cultura adquiere un estatus mágico. No son meros establecimientos donde se pueden comprar y vender libros. En ellas hay miles de historias, las de sus propietarios, las de los encuentros que allí se organizan, las de los clientes que acuden buscando algo especial que regalar, las de su propio contexto histórico… Las librerías son un pilar importante para la divulgación del arte, y así ha sido desde siempre. Prueba de ello es el ensayo de Yolanda Morató, Libres y libreras. Mujeres del libro en Londres (Editorial El Paseo), que ha merecido el Primer Premio del II Certamen Literario de la Asociación de Amigos del Libro Antiguo de Sevilla el pasado 2021.
Morató, a través de esta obra, nos ofrece un retrato de la historia de las librerías en Inglaterra, hasta llegar a nuestros días. Comenzando por cómo se establece el sistema para poder ser bookseller en la Edad Media, y poder dispensar libros legalmente, hasta una actualidad, la nuestra, en la que los libreros siguen luchando por poder seguir sacando sus negocios adelante. En Libres y libreras se pone el foco en una serie de pioneras, mujeres que a pesar de los diversos avatares derivados de la situación político-social de cada época, lucharon por cumplir un sueño.
Este sueño no era otro que tener un espacio propio, y compartirlo con el público, donde poder divulgar la cultura y las inquietudes intelectuales y sociales de ese momento. Yolanda Morató nos traslada a Inglaterra, y nos lleva por algunas de las librerías más influyentes de la historia del país, además de descubrirnos a un grupo de mujeres valientes y emprendedoras que vieron en su pasión por la literatura su modo de vida.
Florence Boot, Frances Patridge, Nancy Mitford, Nicola Beauman o Alida Klemantaski fueron algunas de esas pioneras que abrieron el camino a muchas otras. Las había que se especializaron en el libro antiguo, otras que apostaban por obras de autores emergentes, llegando a editarlas ellas mismas, también las hubo que apostaban por una escena cultural, organizando encuentros y charlas entre escritores y público o quien apostaba por un sistema de envío de libros a domicilio, entre otras propuestas. Incluso algunas de las librerías que menciona Yolanda Morató fueron también imprentas, teniendo el control de toda la cadena de producción del libro.
La autora nos abre una puerta a que sigamos investigando e indagando en la vida de estas mujeres, que pusieron sus iniciativas y su esfuerzo en hacer de la cultura, y sobre todo del mundo del libro, un lugar para quedarse y disfrutar. Además de ser una obra inspiradora para el camino que nos queda por recorrer.