“Sostienes un libro bello y duro. Quien lo abre entra en una vida”, reza en la contraportada de este libro. Nos sumergimos en la historia de unas niñas que nacen siendo monos, con orejas y una larga cola peluda. Dos niñas que se encuentran solas en la vida dadas las circunstancias en las que les han tocado vivir. Las hijas de Antonio López es una novela ilustrada que rebosa dolor y soledad, pero que aun a las adversidades tiene espacio para mandar un mensaje de esperanza.
Estamos ante la primera novela de la artista pictórica Rebeca Khamlichi. Conocida por su personal universo creativo en el que el diseño gráfico convive con la iconografía religiosa. La madrileña comparte un relato nacido desde las entrañas. Samira y Elisa son dos chicas que no lo han tenido nada fácil desde que nacieron hasta parte de la adolescencia. Su madre, con tan solo 24 años, ya había tenido a ambas, dejando su carrera como pintora en un segundo plano. Por su lado, el padre, de origen marroquí, no terminaba de darles la vida buena que las tres necesitaban, por lo que les convierte la existencia en un infierno. También era pintor y llegó a España para doctorarse en Bellas Artes, pero que finalmente decidió tomar un camino totalmente distinto. Pasaba sus ratos libres, y los que no, bebiendo, entrando en una espiral de violencia que se convirtió en el pan de cada día de esta familia.
Y así pasan los años en un hogar que no lo es, con traslados de casa aleatorios, con estancias en internados, y relaciones peligrosas de la progenitora con personas de dudosas creencias religiosas, que buscaban el beneficio propio en vez de ayudar al prójimo. En medio de toda esta vorágine insostenible, sus abuelos son el único faro de las pequeñas, quienes se desviven por ellas, dejando a un lado el estatus que les toca vivir tras una existencia de trabajo. Pero por amor deciden convertir a sus nietas en el centro de sus respectivos universos con el fin de salvarlas de una mala vida.
Las hijas de Antonio López es claustrofóbica por momentos al no poderse encontrar una salida positiva y estable para las pequeñas, a medida que pasan sus páginas. Pero que cobra más sentido cuando nos enteramos de que es una historia real. La de la propia autora que ha decidido abrirse en canal y vomitar todo aquello que en un pasado le hizo daño y que marcó una importante parte de su vida. Unas etapas determinantes para cualquier persona, como la infancia y la adolescencia. Compartir este relato con el público a su vez le ha servido como una terapia para seguir avanzando sin lastres del pasado, como la artista ha declarado.
“La esperanza no es lo último que se pierde: es lo último que se encuentra, cuando ya no tienes nada”, dice la protagonista de Las hijas de Antonio López en un momento determinado de la novela. Porque aunque este sea un relato de dolor y oscuridad, lo cierto es que destila un cierto tono de esperanza. Esperanza en las buenas personas y en la creencia de que todo puede ir a mejor. Y que en este caso nace de la fuerza y las ganas de sobrevivir de las niñas. Rebeca Khamlichi dedica este libro y lo que contiene a su hermana Elisa, su compañera y apoyo en todo este desenfreno.
Mención aparte merece el gran trabajo realizado por la artista en las ilustraciones que acompaña al texto. Coloridas y bellas imágenes que dan respiro al relato. Quienes dominan las páginas son las niñas, a las que dibuja desde que son unos bebés y las vamos viendo crecer. También recrea ambientes y espacios, así como la iconografía religiosa tan presente en la obra de Khamlichi.