La séptima novela del madrileño Gonzalo Giner fue reconocida recientemente con el Premio Fernando Lara 2020. Y ahora está recibiendo los parabienes de unos lectores que disfrutan con una obra inspirada en su sentido de la solidaridad ante las experiencias nocivas que la especulación está generando en la inmensa y desconocida África. La bruma verde (Planeta) es un toque de atención a la sociedad de consumo en que vivimos y a los grupos de especuladores que hacen de zonas del mundo, como las del continente africano, su hábitat ideal para obtener oscuros beneficios económicos.
A partir de la desaparición en la República del Congo de una joven cooperante española que trabaja para la ONG Greenworld, Beatriz Arriondas, la historia que ha tejido magistralmente este escritor y veterinario nos lleva de viaje por un mundo de una enorme belleza, perfectamente descrita, salvaje, pero con unos códigos de vida que solo son rotos por esas mentes crueles que no reparan en nada a la hora de hacer daño a la naturaleza.
La bruma verde es un canto al conservacionismo y una denuncia de cuanto se está haciendo de malo en África. Lo triste y desalentador es que este continente no es el único que sufre la maldad de la mano del hombre, y por desgracia los desmanes son excesivos y descontrolados en todo el mundo.
La bruma verde es un thriller ambientado en el Congo, hacia donde se desplaza una desolada Lola Freixido, una joven gallega que destaca como ejecutiva en una multinacional, trabajando en otra «selva» formada por hombres de trajes de chaqueta, aroma a machismo y una jerarquía donde prima el dinero. Un día recibe la noticia de la desaparición de Beatriz y opta por dejarlo todo para intentar encontrarla. Allí renacerá como persona pero, a la vez, sufrirá al ver la miseria y el sufrimiento en el que vive la población autóctona. La muerte y las enfermedades son compañeras inseparables de aquella.
El lector, gracias a la habilidad narrativa de Gonzalo Giner, disfrutará y sufrirá a la misma vez que Lola Freixido; se asombrará tanto por la belleza de la naturaleza salvaje y libre como por la codicia del llamado «ser racional».
Y en todo este entramado conocerá a Bineka, una joven que sufre duramente la mencionada crueldad al ver arrasada su aldea y destruida toda su familia. Bineka, a través de sus profundos ojos verdes, representa el espíritu del continente africano.