«Fugit irreparabile tempus«. Una inscripción en latín en un reloj y el espíritu nostálgico de un poeta. En 1952 fue publicada una imprescindible obra escrita por el sevillano Rafael Montesinos. Con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento, el pasado año 2020 y merced a la labor editorial realizada por El paseo y el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), fue reeditada Los años irreparables, dirigida por Rafael Robles Caride y con prólogo de su hijo, Rafael César Montesinos Calvo. En esta ocasión, la obra en prosa del literato hispalense se ha visto acompañada de la recuperación de textos escritos y publicados por él, como artículos en ABC, e incluso de otros inéditos.
Rafael Montesinos (1920-2005) nació en Sevilla e hizo de su sentimiento por la ciudad en la que vio la luz, en la Calle Santa Clara (barrio de San Lorenzo), y de su profunda carga de añoranza por su infancia («… Y mantenme siempre niño, siempre, siempre «hasta el fin de mi vida, amén») los elementos fundamentales de una rica y, quizás, poco reconocida, actividad literaria como poeta y prosista.
En 1941 se marchó a Madrid y con Los años irreparables, Rafael Montesinos muestra su faceta como escritor en prosa, apoyado en su presente madrileño y su ayer sevillano, siempre latente en su personalidad y en su obra. Los años irreparables, o el tiempo que pasó, la época de la añorada infancia y su adolescencia en Sevilla que ya no volverán. Sevillano en Madrid, siempre quiso mantener el vínculo sentimental con su tierra. «Largos atardeceres de la calle Santa Clara cuando el farolero pasaba con su larga pértiga encendiendo las luces de gas; cuando las campanas de las monjitas me llenaban el alma de una leve tristeza…«, escribió refiriéndose a su calle natal. Y fue un adalid de la cultura andaluza y de su idiosincrasia: «En mi tierra andaluza lo mejor que hay es el pueblo, y ha sido este el que le ha dado su carácter, su gracia intacta, su hondura cuatro veces milenaria«.
Pero en Los años irreparables, para Rafael Montesinos también hay lugar para el recuerdo de sus referentes literarios, desde Cernuda hasta Antonio Machado, pasando por Bécquer, «…mi primer encuentro con la Poesía pudo haber sido desastroso, sí él no hubiese aparecido inesperadamente, sevillano huésped de las nieblas, ahuyentando con el vuelo de su capa a todos los poetas ramplones«.
Rafael Montesinos comenzó en la década de los años 60 a ocuparse de la obra de Gustavo Adolfo Bécquer. Es considerado uno de los grandes conocedores del quehacer literario de su vecino de barrio. Ambos fueron bautizados en la pila bautismal de San Lorenzo Mártir «… donde ochenta y cuatro años antes fuera bautizado Gustavo Adolfo Bécquer. Naturalmente, nací en Sevilla», refleja en Los años irreparables. Libros como Bécquer. Biografía e imagen o La semana pasada murió Bécquer son ejemplos claros de cuanto decimos.
Tampoco quiso que el lector fuese ajeno a su actitud crítica con los tópicos que residen en su ciudad natal o el ombliguismo de algunos de sus paisanos, que desvirtúan su verdadero encanto. Ni deja en el olvido sus amores, sus vivencias de la guerra española ni su relación con las fiestas tradicionales sevillanas, como la Feria de Abril o la Semana Santa (fue hermano de El Valle).
En 1952 fue publicada la primera edición de Los años irreparables, víctima de la tijera de la censura, que suprimió algunos pasajes. En 1981, la Universidad de Sevilla propició la segunda edición en una versión completa. La presente edición, apoyada en aquella, nace de la lucidez editorial de Rafael Roblas Caride.
Los años irreparables, o prosas en memoria de la niñez, pone de relieve la calidad de Rafael Montesinos como prosista y el espíritu nostálgico que él mismo asume como inherente a su ser. Además, podemos disfrutar de la recopilación de otras prosas autobiográficas, porque sabido es que en la literatura del autor sevillano todo, o casi todo, es autobiográfico, con la niñez y la adolescencia como personajes centrales. «Sí, huyó el tiempo irreparable como agua que se escapa entre los dedos«.