'Instrumental (James Rhodes, 2015)'

«Memoria de música, medicina y locura”, por James Rhodes

De pequeña me hacían bullying. No era del que te destroza, pero por aquel entonces, para todo mi entorno era una novedad. Aun así, hay algo que es verdad: hay hechos que nos marcan para siempre, aunque en ese momento no seamos conscientes. Durante mucho tiempo, aquello fue un acontecimiento relevante en mi vida. Hasta que llegas a una edad y empiezas a preguntarte cuánto de verdad había en todo aquello o de qué forma, gota a gota, va colmando un vaso de forma inconsciente que termina por rebosar.

Para cuando conocí a James Rhodes, todavía era un desconocido. Veía su cara en distintas librerías que suelo visitar, y he de reconocer que llamaba mi atención, pero no fue hasta que “me obligaron” (eternamente agradecida al que me prestó Instrumental) a leerlo cuando no vi en qué estaba metida. Tardé menos de 48 horas en devorar esta “memoria de música, medicina y locura”, y cuando terminé, no sabía dónde meterme. Había llorado, me habían vaciado. Alguien totalmente desconocido hasta hacía unos días, había conseguido crear un vínculo conmigo mayor que muchas personas anteriores, alguien al fin había escrito todo lo que había necesitado escuchar durante mi vida, y había hecho conmigo lo que le dio la gana. Lo impredecible del dolor, y la paz de la salvación. Ahora, Rhodes es famoso: aparece en programas como Salvados, vive en Madrid y cada vez habla mejor español. Pero por aquel entonces, a mí me rompió el corazón.

Por poneros en antecedentes y citando la contraportada de su ya bestseller Instrumental:

 “Me violaron a los seis años.

Me internaron en un psiquiátrico.

Fui drogadicto y alcohólico.

Me intenté suicidar cinco veces.

Perdí la custodia de mi hijo.

 

Pero no voy a hablar de eso.

Voy a hablar de música.

Porque Bach me salvó la vida.

Y yo amo la vida.”

instrumental - james rhodes
Fotografía del twitter de Superbritánico

 Para ser la autobiografía de un pianista, es bastante ensordecedor. A Rhodes no le hacían bullying; a Rhodes le acosaron físicamente siendo un niño, le destrozaron psicológicamente, y aun así, en las 279 páginas sobre su vida, nos hace ver que siempre hay esperanza. Este libro no es uno de los más vendidos por el hito al que hace referencia (la pedofilia está a la orden del día, y la insensibilidad hacia los hechos que no nos tocan directamente nos hace verlos con indiferencia), sino a la forma en la que está escrita. Nada de morbo, nada de reproches, sólo vida.

James Rhodes, a nosotros también nos salvó la música, ese gran poder desconocido, pero que tanto nos cura el alma. Esa, tan subjetiva, tan imparable, tan hermosa a la par que reparadora. ¿Cuántas veces nos hemos parado a escuchar una canción que sabíamos que ese momento nos salvaría? ¿Cuándo la música no nos ha servido más que una compañía?

Este libro es una obra de arte, es un cóctel molotov de vaivenes, intensidad y ansiedad; demuestra el poder que tiene la música, lo excepcional que puede ser la vida y la enormidad de un pianista que antepuso su vida a la mayor adversidad que existe para el humano, el dolor.

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