Al corriente (Alianza Editorial) es el debut literario del belga Christophe van Gerrewey. En esta novela un joven debe encargarse de cuidar de la casa de unos amigos, mientras estos están de vacaciones, así como de Ratoncito, el gato de ellos. Este lugar generará en el protagonista una serie de recuerdos que le hará replantearse su pasado y una historia de amor que ya terminó.
El joven comienza a escribir una carta a su ex-pareja al llegar a esta casa, donde tan buenos y nostálgicos recuerdos le despiertan. Una carta, que también podríamos llamar diario, donde el protagonista realiza un ejercicio de autoterapia. Una especie de expiación para estar en paz consigo mismo, tras el fracaso de esa relación pasada.
Ratoncito es quien despierta esa necesidad de sincerarse al joven que le cuidará durante unos días, ya que el gato tuvo todas las atenciones de la amada del protagonista. A través de este viaje por esa vida en común, se aprecia que todavía no está superada esa ruptura por parte de él, ya que está constantemente apelando a esos momentos felices que ambos vivieron juntos. Llora por un periodo que tal y como se describe no parece tan feliz e idílico como él quiere aparentar o recordar.
Al corriente se presenta a ratos tediosa, al estar el protagonista constantemente dando vueltas sobre el mismo tema, y abusar de cierto victimismo. Lo que puede provocar en el lector más rechazo que empatía. Ni la novela ni el personaje principal han conseguido despertarme ningún interés, por lo anteriormente expuesto. Pienso que ese ejercicio de catarsis que quiere realizar a través de esa carta, se queda más en un intento de diario personal donde únicamente le importan sus propios sentimientos.
Lo único que se salva de Al corriente es Ratoncito, quien, como gato que es, no necesita más para ser mi favorito.