Rafuel: “Queremos rescatar recetas que estaban ocultas y hemos ayudado a recuperarlas”
Hablamos con el famoso chef
Con más de un millón de seguidores desde sus cuentas de Instagram y Tik Tok, Rafael Antonín, más conocido como @rafuel55, o el Chef Rafa, se ha convertido en uno de los influencers gastronómicos más destacados. Tras el éxito de Mis mejores recetas llega Grandes éxitos de Rafuel (Planeta), su esperado segundo libro. Gatrópolis ha podido disfrutar de una amena conversación para deleite de sus lectores.
Antes que nada, ¿qué diferencias hay entre Mis mejores recetas y Grandes éxitos de Rafuel?
Mis mejores recetas está formada por muchas de las recetas que hice durante la pandemia. Cuando pasó tenía 90. Como cada día hacía una… Y esas son las que publiqué en este libro. Cuando decidimos publicarlas seguí haciendo mis vídeos y más recetas. En estos dos años que han pasado hay recetas que han gustado más, y con ellas he hecho una recopilación que sale en el segundo libro, Grandes éxitos de Rafuel. Dentro de dos años, si tengo salud, podrá haber otras 90.
Entre los platos que nos presentas en tu obra hay un gran abanico de propuestas: tortillas, arroces, pasta… opciones que intentas que sean cercanas, ¿verdad? ¿La clave está en lo sencillo, lo cual no significa que no tenga calidad?
Lo que recordamos como las comidas más buenas que hemos comido, normalmente, son las de las abuelas, las madres, que hacían unas comidas sensacionales. Esas las tenemos memorizadas. Lo que he intentado es recopilar estas recetas, hacerlas, y seguir aquello que nos enseñaron. Lo que habitualmente te enseñan los cocineros son cosas para que vayas a sus restaurantes. Pero yo enseño platos para que se puedan disfrutar en casa. Y lo hago con alimentos que sean cercanos a nosotros. Algo que veamos todos muy próximo. No podemos poner recetas carísimas que automáticamente dejan fuera a un 60 o un 70 por ciento de la gente que nos sigue. Buscamos un acercamiento a la economía de cada persona. Queremos rescatar recetas que estaban ocultas y hemos ayudado a recuperarlas.
Los platos de Rafuel son muy bien considerados por quienes han tenido la habilidad de elaborarlos. Y en relación con la palabra habilidad está esta pregunta que supongo te la habrán hecho muchas veces, ¿la cocina está al alcance de todo el que quiera adentrarse en ella?
Sí, sí. El 99% de la gente ha sacado el carnet de conducir. Lo que nos proponemos lo conseguimos. Con dificultad, pero lo conseguimos. Lo de que salga mejor o peor dependerá de las veces que practiques. No hay nadie que haya aprendido cocina sin entrar en la cocina. Es algo que se aprende, poco a poco, preguntando, entendiendo las respuestas…
Rafuel ha dicho: “Cocinar es el acto de amor más salvaje que podemos hacer en nuestro día a día porque todos tenemos la necesidad de alimentarnos. Es como respirar. Y nadie cocina pensando en molestar a las personas que se lo van a comer”. ¡Qué verdad es!
Pongo un ejemplo. Una madre se levanta por la mañana, piensa una receta, se va al mercado, compra los ingredientes, cocina, y cuando vienen sus hijos todos comen… Y, alguna vez, alguno levanta los ojos y dice, “está bueno, mamá”. Esto que hace la madre es un acto de amor.
En este sentido, ¿dónde hay que buscar el origen de esta relación de Rafuel con la cocina? ¿Por qué surgió?
Porque la cocina me da paz. Logra quitarme el estrés, estar sin pensar en problemas… me relaja. Quienes tenemos un trabajo estresante encontramos un momento en que necesitamos aquellos diez minutos, media hora, de tranquilidad. Y, de repente, estás en la cocina y desaparece todo lo que llevas de la calle. Ha pasado un rato y has creado una receta. Y has descansado psicológicamente.
La cocina se aprende, poco a poco, preguntando, entendiendo las respuestas…
Rafuel
Muchos lectores de Gatrópolis lo sabrán ya, pero para quienes no están aún al día, la manera de poder seguirte es en Instagram @rafuel55 y Tik Tok @rafuel55. ¿Cómo se produce esa comunión entre algo tan artesanal y tradicional como la cocina y las redes sociales, un fenómeno de este siglo XXI?
Todo es compatible. La evolución se da desde que el hombre inventó el fuego, o la rueda. Pasa que muchas veces, por los problemas habituales te desconectas de la música, o de otras actividades que te gustan. Has trabajado mucho y estás cansado. Recuerdo a mi padre un día entrando en un pueblo donde un cartel ponía, “¡Beatles, fuera!”. Y él sentenció en aquel momento, “este conjunto no durará ni cinco minutos”. ¿Qué le pasó a mi padre?, pues que no había evolucionado en la música, porque trabajaba 18 horas para mantener a la familia; se quedó con la que él conoció cuando salía a bailar. Yo he procurado que esto no me pasase a mí. Escucho música todos los días. Y me preocupo por los avances. No solamente son para la gente joven, sino para todo el mundo. Y ahí estoy. Desde el primer día tengo redes sociales. Entiendo que hoy son una forma de comunicación. Antes, una empresa necesitaba una página web para ser conocida. Y con el tiempo se han quedado obsoletas. No sirven de nada si no estás en Instagram, en Tik Tok… Para que la gente te conozca tiene que estar en una red social. Y luego ya le venderás lo que sea. Ya no hay quien salga a vender puerta a puerta. Todo se hace en las redes sociales.
¿Es verdad que una de tus pasiones es la tortilla rellena? ¿Con qué te gusta más?
Para mí, la tortilla ideal es con patatas y cebolla. Pero también hago la tortilla de jamón, la de chorizo, que para esta época del año viene muy bien. Pero también me gustan la de queso brie, la de queso Arzúa… Hay cientos de combinaciones de productos que nos encantaría tener en una tortilla. La de calabacín, la de berenjenas, la de champiñones… Mezclado todo eso con la tortilla de patatas queda muy bien. Antes la tortilla se hacía como una solución a las necesidades que se pasaban por la escasez de recursos. Era un alimento de aprovechamiento. Mi madre ponía en la tortilla las judías que sobraban del almuerzo.
Nombra mucho a tu madre…
Bueno. Al final hemos aprendido de nuestras madres. A ellas les tenemos que reconocer muchas cosas. Muchas veces no se lo hemos dicho. Ella me enseñó a comprar en el mercado, a negociar, y cómo lograr rebajar el precio de los productos. Cuando tienes una familia a la que sacar adelante salta el sentido de la supervivencia. Nuestros antepasados tuvieron una gran cultura de posguerra. Si mi madre me veía pelar mal una patata me metía una bronca. Tenía que aprovecharla al máximo.